Eddie The Eagle
Año:
2016
Fecha de estreno:
10 de junio de 2016
Duración:
105 min
País:
Reino Unido
Director:
Dexter Fletcher
Reparto:
Taron Egerton, Hugh Jackman, Christopher Walken, Matthew Brandon, Ania Sowinski, Mads Sjøgård Pettersen, Tony Paul West
Distribuidora:
Fox
Que Matthew Vaughn ha
demostrado en sus proyectos un sentido del humor bastante peculiar es
incuestionable. Un humor exagerado, negro e irónico con un gusto
marcado por la acción macarra. Productor de las dos gamberradas de
Ritchie Lock & Stock y
Snatch: Cerdos y diamantes,
Vaughn ha dirigido otros productos similares como Layer
Cake, Kick-Ass y la más
reciente Kingsman. Todas
ellas poseen ese espíritu fresco, canallesco, de humor deudor de la
novela gráfica más desvergonzada y sin tapujos, rayando en el
exceso -de sangre- y regodeándose en ello. Por eso, su aventura como
productor de una película familiar y alegre, sorprende. Hace unos
años compró un guión basado en la historia real del saltador
olímpico Michael "Eddie" Edwards, historia materializada
en Eddie El Águila,
dirigida por su amigo y cómplice, el actor Dexter Fletcher.
Fletcher
no es un novato en esto de dirigir películas de corte buenrollista.
Hace un par de años estrenaba en España el fallido musical Amanece en Edimburgo, con "una
trama previsible y edulcorada, sin hacer partícipe al espectador"
de ese espíritu positivo. Quizá sea la influencia de Vaughn -el
personaje de Hugh Jackman- o quizá el respeto hacia el personaje
real, lo cierto es que Eddie El Águila sí
ha sabido capturar la esencia amable, fresca y divertida del relato,
convirtiendo este biopic
en una feel-good movie inspiracional
y de superación de aires británicos, al más puro estilo Billy
Elliot, Full Monty o Pride.
La
película se abre con un Eddie niño, mientras practica -inútilmente-
varios deportes y sueña con participar en unos Juegos Olímpicos.
Dada su nulidad deportiva, se da cuenta que lo único en lo que
podría ser medianamente mediocre es en el salto de esquí, una
disciplina sin base histórica en la delegación británica. La
determinación, la obstinación y el entusiasmo proporcionado por
Eddie, hicieron que, a pesar de las trabas -y sus marcas personales-
consiguiera participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de
Calgary 1988 (sí, los mismos donde comenzó a competir el equipo jamaicano de bobsleigh), haciendo suyo el famoso lema del barón de Coubertin "lo
importante es participar".
Ante
todo, cabe recordar que estamos ante una película inspirada en un
hecho real pero gran parte de ella es ficcionada. Se ha mantenido el
respeto hacia el verdadero Eddie quien, en su día, fue muy mediático
por su hito histórico. Su carácter podría haber caído en lo
bufonesco, teniendo en cuenta su aspecto físico y su personalidad
inocente-aniñada. Taron Egerton se convierte en Eddie, adaptando su
cuerpo y manteniendo en el rostro una expresión ingenua y pura
durante todo el metraje. Egerton transmite el entusiasmo de Eddie, un
pulpo en un garaje cuyo tesón a pesar de no haber practicado nunca
el salto de esquí, a pesar de haber comenzado a una edad tardía, a
pesar de no contar con financiación a sus espaldas, a pesar de
apenas haber entrenado, a pesar de su vista mediocre le llevó a la
élite de la competición olímpica, eso sí, con un estilo de salto
poco ortodoxo.
Y para
llegar a la alta competición, en Eddie El Águila se inventan
un personaje consorte para el protagonista (Eddie nunca tuvo un
entrenador fijo). Se trata de un carismático Hugh Jackman, en un
personaje nacido en el universo Vaughn -deslenguado, borracho y
fumador-, quien interpreta a un improvisado entrenador otrora saltado
de esquí frustado. La película se nutre de esta relación
entrenador-pupilo con lo que se convierte en un proyecto más
convencional y lleno de clichés en este tipo de producciones de
superación personal y redención de terceros, con un entrenamiento (y montaje)
que remite a Rocky irremediablemente.
Por el
carisma de Hugh Jackman y del emergente Taron Egerton, por el mensaje
positivo y vitalista transmitido, por el punto de partida tan bizarro
para ser una historia real y por el dinamismo imprimido en la
construcción de la historia, Eddie El Águila se convierte en
un cóctel idóneo para disfrutar en familia, una desgustación
ligera y de sabor dulce.
7/10
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