martes, 7 de junio de 2016

Green room. Asalto al pub nazi del distrito 13.


Título original:
Green Room
Año:
2015
Fecha de estreno:
10 de Junio de 2016
Duración:
94 min
País:
Estados Unidos
Director:
Jeremy Saulnier
Reparto:
Patrick Stewart, Anton Yelchin, Imogen Poots, Alia Shawkat, Mark Webber, Macon Blair, Taylor Tunes, Joe Cole, Brent Werzner, October Moore, Cody Burns
Distribuidora:
Good Films / La Aventura Audiovisual


El director Jeremy Saulnier sigue la senda del éxito. Tras la estimable Blue Ruin (premiada en varios festivales entre los que destaca Cannes), con Green Room sigue cosechando buenas críticas.
Reconociendo como inspiración Asalto a la comisaría del distrito 13, Perros de paja o Defensa, lo primero que hay que tener claro para acometer el visionado de Green Room es una experiencia visceral y primaria, apelando al instinto de supervivencia de sus protagonistas y, por ente, del espectador que debe sentirlos en sus propias carnes. Alguna que otra escena también apela al otro sentido de 'visceral', poniendo a prueba a los hematofóbicos.


La historia comienza cuando un grupo de música punk un tanto 'outsider', tras un concierto frustrado, consiguen un bolo en un garito regentado por neonazis. A pesar de los conflictos ideológicos, la actuación se solventa sin problemas, pero lamentablemente antes de marcharse presenciarán algo que no deberían haber visto, y su seguridad se verá bastante comprometida.
Este thriller cambia el enfoque de su anterior película. Pasamos del estilo más pausado y melancólico al impacto de la terapia de choque. Realmente este aparente conflicto ideológico entre punks y nazis es meramente situacional y un punto de partida, el desarrollo de la trama no está interesado en tratarlos o hacer disertaciones sobre estos movimientos. Aquí solo importa tener a un grupo de personas encerradas y enfrentadas a una situación hostil, de la que requieren poner a prueba sus límites para sobrevivir.

Y Saulnier da un buen ejemplo de cómo centrarse en aspectos más visuales y tensiones narrativas, más que el guión o un complejo desarrollo emocional de los personajes no tiene por qué necesariamente dar una película floja o insustancial. Y esto simplemente se consigue cuidando y trabajando los elementos clave que se quieren potencial, sin descuidar excesivamente el resto.
Por ejemplo, aunque no haya una evolución muy contrastada de los personajes ni una profundidad emocional de los mismos, al menos sí los encontramos lo suficientemente caracterizados como para que importe su devenir en la historia y con un tratamiento humano de los mismos. Sus comportamientos responden a chavales jóvenes expuestos a una situación límite, no a héroes de acción. Esto significa que no siempre obrarán de la mejor forma para sus intereses, lo que consigue que el espectador siempre más proximidad y apego por ellos. Además, el desarrollo de la película sigue el esquema acción-reacción por cada uno de los bandos, por lo que cada vez que uno de ellos tome una decisión, el espectador ya está esperando ver qué planteará el otro bando para sus intereses. La idea es ofrecer un viaje emocional al espectador como si de una montaña rusa se tratase. Emoción constante que disfrutas al terminar del viaje, pues la tensión del momento no te deja plantearte otra cosa que no sea vivir el instante.


En el reparto encontramos caras conocidas como Imogen Poots y Alton Yelchin (su segunda película juntos tras el remake de Noche de miedo) o el inconmensurable Patrick Stewart, aquí sacando su reverso oscuro, contrastando con sus habituales papeles de bonachón. También tenemos a Macon Blair en el papel de Gabe, actor fetiche del director que ha salido en sus tres películas.
Pero como he dicho, no es una película de actores, pese a que cumplan muy bien, sino de tensión narrativa. Con aroma a serie B de antaño, este ejercicio de estilo sigue demostrando que Jeremy Saulnier sigue siendo un director a tener en cuenta. Personajes trabajados con seriedad (que no lo mismo que con profundidad), importancia de lo visual, viejos efectos de cine splatter y humor; son los elementos fundamentales para el director en cualquier película que lleve a cabo y que dan a su cine un sello de calidad. Green Room no es la excepción y quien esté dispuesto a subirse a esta montaña rusa, le dará un viaje de hora y media bastante potente.

7/10

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