Título original:
Green Room
Año:
2015
Fecha de estreno:
10 de Junio de 2016
Duración:
94 min
País:
Estados Unidos
Director:
Jeremy Saulnier
Reparto:
Patrick Stewart, Anton Yelchin, Imogen Poots, Alia Shawkat, Mark Webber, Macon Blair, Taylor Tunes, Joe Cole, Brent Werzner, October Moore, Cody Burns
Distribuidora:
Good Films / La Aventura Audiovisual
El director Jeremy
Saulnier sigue la senda del éxito. Tras la estimable Blue
Ruin (premiada en varios festivales entre los que destaca
Cannes), con Green Room sigue cosechando buenas críticas.
Reconociendo como
inspiración Asalto a la comisaría del distrito 13, Perros
de paja o Defensa, lo primero que hay que tener claro para
acometer el visionado de Green Room es una experiencia
visceral y primaria, apelando al instinto de supervivencia de sus
protagonistas y, por ente, del espectador que debe sentirlos en sus
propias carnes. Alguna que otra escena también apela al otro sentido
de 'visceral', poniendo a prueba a los hematofóbicos.
La historia comienza
cuando un grupo de música punk un tanto 'outsider', tras un
concierto frustrado, consiguen un bolo en un garito regentado por
neonazis. A pesar de los conflictos ideológicos, la actuación se
solventa sin problemas, pero lamentablemente antes de marcharse
presenciarán algo que no deberían haber visto, y su seguridad se
verá bastante comprometida.
Este thriller cambia el
enfoque de su anterior película. Pasamos del estilo más pausado y
melancólico al impacto de la terapia de choque. Realmente este
aparente conflicto ideológico entre punks y nazis es meramente
situacional y un punto de partida, el desarrollo de la trama no está
interesado en tratarlos o hacer disertaciones sobre estos
movimientos. Aquí solo importa tener a un grupo de personas
encerradas y enfrentadas a una situación hostil, de la que requieren
poner a prueba sus límites para sobrevivir.
Y Saulnier da un buen
ejemplo de cómo centrarse en aspectos más visuales y tensiones
narrativas, más que el guión o un complejo desarrollo emocional de
los personajes no tiene por qué necesariamente dar una película
floja o insustancial. Y esto simplemente se consigue cuidando y
trabajando los elementos clave que se quieren potencial, sin
descuidar excesivamente el resto.
Por ejemplo, aunque no
haya una evolución muy contrastada de los personajes ni una
profundidad emocional de los mismos, al menos sí los encontramos lo
suficientemente caracterizados como para que importe su devenir en la
historia y con un tratamiento humano de los mismos. Sus
comportamientos responden a chavales jóvenes expuestos a una
situación límite, no a héroes de acción. Esto significa que no
siempre obrarán de la mejor forma para sus intereses, lo que
consigue que el espectador siempre más proximidad y apego por ellos.
Además, el desarrollo de la película sigue el esquema
acción-reacción por cada uno de los bandos, por lo que cada vez que
uno de ellos tome una decisión, el espectador ya está esperando ver
qué planteará el otro bando para sus intereses. La idea es ofrecer
un viaje emocional al espectador como si de una montaña rusa se
tratase. Emoción constante que disfrutas al terminar del viaje, pues
la tensión del momento no te deja plantearte otra cosa que no sea
vivir el instante.
En el reparto encontramos
caras conocidas como Imogen Poots y Alton Yelchin (su segunda
película juntos tras el remake de Noche de miedo) o el
inconmensurable Patrick Stewart, aquí sacando su reverso oscuro,
contrastando con sus habituales papeles de bonachón. También
tenemos a Macon Blair en el papel de Gabe, actor fetiche del director
que ha salido en sus tres películas.
Pero como he dicho, no es
una película de actores, pese a que cumplan muy bien, sino de
tensión narrativa. Con aroma a serie B de antaño, este ejercicio de
estilo sigue demostrando que Jeremy Saulnier sigue siendo un director
a tener en cuenta. Personajes trabajados con seriedad (que no lo
mismo que con profundidad), importancia de lo visual, viejos efectos
de cine splatter y humor; son los elementos fundamentales para el
director en cualquier película que lleve a cabo y que dan a su cine
un sello de calidad. Green Room no es la excepción y quien
esté dispuesto a subirse a esta montaña rusa, le dará un viaje de
hora y media bastante potente.
7/10
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