Nos encontramos en el ecuador del
repaso a lo que dio de sí el 18º Festival de Cine Alemán de
Madrid. Tras la inauguración con Fukushima,
mon amour y el repaso
al 2º día, hoy volvemos la mirada a las sensaciones que nos
dejó el tercer día, con los visionados de Refugiado, de Marc
Brummund y Ha vuelto, de David Wnendt.
En Refugio,
el director nos transporta a uno de los internados de educación
cristiana comunes en la Alemania Occidental de mediados de los
setenta, caracterizados por su violencia y métodos represivos como
formas de “aprendizaje”. Lo cierto es que este tipo de películas
denunciativas, si bien me parecen interesantes y “obligadas” como
reivindicación social, como espectador me dan un poco de pereza,
porque suelen caer en tópicos y lugares comunes. Ya me pasó con Las
hermanas de la Magdalena
(2002) o Los niños
de San Judas
(2003), películas hermanadas en cuanto a mensaje con la alemana. Ya
no sólo es por el maniqueísmo que desprende, que hasta cierto punto
puedes entenderlo por su vocación de condenar dichas situaciones,
sino que no puedo empatizar con un personaje como el de Wolfgang,
protagonista de Refugio,
por su prácticamente nula presentación.
Lo
vemos que viene, no sabemos de dónde, con una moto (ohh, ¡qué
rebelde!) y sin tiempo para conocerlo, ya enseguida ingresa en el
internado. Pero no es el único personaje que está falto de
desarrollo, pues el “amigo” negro (entrecomillo porque es una
amistad un tanto ambigua y poco consistente), el veterano de los
internados o los cuidadores están casi peor caracterizados. Cambios
de actitud sin explicación alguna se suceden en momentos dados, y
cuando no, hay flashbacks sobre Wolfgang y su madre (los de la playa)
que desconciertan. ¿No parecen más bien una pareja que una madre y
un hijo? ¿Qué me está queriendo decir Marc Brummund con esto? En
general, esta última pregunta me la planteé en más de una ocasión,
porque hay alguna que otra escena a las que no encuentro sentido
dentro de la trama. Para colmo, la película puesta por la
pornografía sentimental, marcándose alguna escena de tortura más
en la linea de un Saw,
versión light, apelando a la sensibilidad del espectador. A mí
estas fórmulas que van a lo fácil no me gustan y Refugio
juega mucho a ello, pero, para rematar del todo, finaliza de forma
anticlimática. Su hubiera cortado un par de escenas antes, habría
quedado de manera más solvente.
Por
otro lado, Ha vuelto tiene
más sustancia donde rascar. Basada en la novela homónima de Timur
Vermes, nos sitúa en el supuesto de que, por circunstancias que no
importan, qué pasaría si Hitler hubiera sobrevivido y se plantara,
por arte de magia, en nuestra época actual. David Wnendt enfrenta
esta alocada y atrevida premisa (imagínense que un director español
se atreviera a hacer lo mismo con Franco...) desde el humor negro,
pero no evita dar un mensaje claro y alertador en su tercio final.
Oliver Masucci clava su personaje, físicamente, sus expresiones y
dicción sobrecogen por su parecido al real, pero si en algo destaca
la película es más en tener una buena historia que contar detrás.
Lo que empieza con un humor un poco a lo Borat
con mezclas de falso documental (reacciones de la gente no
guionizadas), va dando poco a poco lugar a un discurso crítico sobre
la sociedad actual y que, lo que parece al principio inconcebible se
va tornando cada vez más palpable. ¿Podría Hitler, en la
actualidad, tras su conocido pasado, alzarse de nuevo con el
beneplácito del pueblo?
Aparte
de esta interesante premisa y desarrollo, Ha
vuelto
ofrece además un juego metacinematográfico, donde Hitler, tras
hacer uso efectivo de los medios de comunicación, primero escribe un
libro (el mismo Ha
vuelto
en el que se basa la película de David Wnendt) y posterior película
sobre la película que estamos viendo. Un juego arriesgado del que el
director sale bastante bien, acabando su obra con imágenes reales
sobre el auge de movimientos ultraderechistas en la Europa actual
que, desde luego, no son para tomarlas a broma.
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