Les cowboys
Año:
2015
Fecha de estreno:
17 de junio de 2016
Duración:
105 min
País:
Francia / Bélgica
Director:
Thomas Bidegain
Reparto:
François Damiens, Finnegan Oldfield, Agathe Dronne, Ellora Torchia, John C. Reilly, Antoine Chappey, Maxim Driesen
Distribuidora:
ABordar Casa de Películas
Tras varios retrasos, por fin se estrena Les cowboys (traducida en España como Mi hija, mi hermana), el primer trabajo como director de Thomas Bidegain, reconocido guionista y habitual colaborador de Jacques Audiard (Un profeta, De óxido y hueso, Dheepan). El título original hace alusión a la afición del padre de la película al estilo de vida americano rural ya la música country además de hacer referencia al western. Porque Les cowboys, en su más simple estructura, se entiende como un clásico western de persecución de los "indios" (representados en la película por los islámicos). Las comparaciones con el tótem de Ford Centauros del desierto no son en vano en cuanto a que ambas comparten la historia de una persona "perdida" y su búsqueda incesante a lo largo de los años por dos familiares.
Mi hija, mi hermana arranca con una familia compuesta por los padres, un hijo pequeño y una hija adolescente mientras asisten a una fiesta vaquera. La hija aprovecha la muchedumbre para desaparecer por voluntad propia junto a su novio. El padre, arrastrando consigo al hijo menor, comienza a buscarla con desesperación, sobre todo tras enterarse de su conversión al Islam y la posible conexión con el terrorismo más extremista. Mediante elipsis, transcurre más de una década de búsqueda mientras se hace un recorrido por los grandes atentados islámicos de la historia reciente (Nueva York, Madrid, Londres...). No obstante, la posición de Bidegain es neutral, mostrando la historia desde el punto de vista del desconocimiento y haciendo hincapié en la incomprensión de la familia y la división y colisión cultural e ideológica.
Bidegain suele presentar personajes en medio de un conflicto donde lidian con los obstáculos que les pone la vida, donde salen adelante a base de fuerza de voluntad e imposiciones. Aquí el detonante es un personaje ausente, que no quiere ser encontrado, y los protagonistas se sienten perdidos, con la desesperación haciendo mella. Porque la obsesión por encontrar a la hija dinamita la familia, esa que se había presentado unida en el festival vaquero de la primera escena. El precio pagado por el padre será irreversible. El espectador asiste al proceso de degradación de un padre, con las elipsis por bandera acentuando el paso de los años. En un momento dado, la inquietud de la búsqueda se traslada al hijo, quien asume el sacrificio.
Con el cambio de protagonista, Bidegain introduce una visión menos sesgada del mundo en un personaje que ha crecido -no sólo literalmente - en un entorno multicultural y su posición de tolerancia impregna el -nuevo- discurso. Un discurso presentado por el cineasta galo en un tempo narrativo de tranquilidad y parsimonioso que, a pesar de las elipsis y los saltos temporales -más de diez años infructuosos-, constituye un todo cohesionado, una lección de aceptación, una clase magistral de historia sobre el terrorismo reciente y una dolorosa ruptura del entorno familiar.
6/10
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