Jack
Año:
2014
Fecha de estreno:
02 de octubre de 2015
Duración:
103 min
País:
Alemania
Director:
Edward Berger
Reparto:
Ivo Pietzcker, Georg Arms, Luise Heyer, Nele Mueller-Stöfen, Vincent Redetzki, Jacob Marschenz
Distribuidora:
Karma
Las infancias -o
adolescencias- arrebatadas con prematura anticipación son
frecuentadas con asiduidad en el cine de carácter más comprometido
socialmente. El alemán Edward Berger ha querido seguir con Jack
la estela de otros directores con gran bagaje en el tema como los
hermanos Dardenne -narrativamente Jack bebe
mucho de los belgas- o como Koreeda en Nadie sabe,
película con la cual encontramos similitudes evidentes en el
argumento: una madre ausente, niños tratando de salir adelante o
adultos ciegos ante una realidad próxima.
El
peso de Jack lo lleva
el niño de diez años homónimo. Su madre es una veinteañera
irresponsable, con el síndrome de Peter Pan. Quiere mucho a sus
hijos pero también quiere divertirse y por eso les descuida. Jack
ejerce de madre y padre para su hermano menor Manuel -tal y como nos
muestran en su cotidianidad-. Accidente doméstico mediante, los
servicios sociales hacen acto de presencia y ambos hermanos acabarán
lejos de su madre. Jack es internado en un centro de acogida
esperando las vacaciones para que su madre le recoja. Sin embargo,
ese día nunca llega y decide escapar, llevarse a su hermano Manuel,
y salir en búsqueda de su madre a quien no logran encontrar nunca en
casa. Duermen en la calle, se las ingenian para comer algo y así,
Edward Berger focaliza la acción en la realidad social del abandono
infantil, tal y como hizo Koreeda en Nadie sabe.
Y
el título nipón no podía ser más acertado incluso para Jack.
Nadie parece darse cuenta de que esos dos niños, merodeaores
frecuentes todos los días de las calles berlinesas buscando a su
madre, están solos. Es la perenne ceguera de la sociedad ante un
problema que no les pertenece. Y Berger, imitando el estilo narrativo
semidocumental de los hermanos Dardenne, incide con su cámara en el
protagonismo de los personajes. El peso recae en Jack interpretado
por el debutante Ivo Pietzcker quien, con su mirada de determinación
y de odio hacia el mundo con un poso de amor hacia su hermano y hacia
su madre fantasma, consigue transmitir la desolación y el desamparo
de su situación. Su hermano pequeño Manuel, el también debutante
Georg Arms, sorprende como ese pequeñín desorientado. Luise Heyer,
como la madre de los dos niños, tiene el papel más feo. La
escritura de su personaje, a menudo, se siente irracional con esa
volubilidad afectiva hacia sus hijos.
Dura y sin ornamentos
(por eso la han comparado con el cine de los Dardenne), Jack huye
de sentimentalismos innecesarios. Seguramente por este motivo Berger
había evitado el acompañamiento musical. Sin embargo, esa "norma
tácita" se la salta en dos escenas clave con el propósito de
remarcar la soledad del protagonista; cuando Jack es consciente de su propia
soledad -al escapar del colegio porque su madre pasó de él- y
cuando cree haber perdido a su hermano en el centro comercial. Ambas
escenas desentonan en el conjunto y le restan el verismo de
pseudo-documental mantenido por la película hasta entonces.
Aún así, Jack
supone otro bofetón para las sociedades modernas, tan acostumbradas
a pasar de los problemas de los demás. Edward Berger, en su retorno
al cine tras años dedicado a la televisión, se suma a la ola de
cineastas comprometidos con un entorno cuasi invisible tratando temas
espinosos. Y siguiendo las comparaciones, no podemos olvidarnos de la
reciente Sister,
de Ursula Meier, con la cual comparte muchas características
formales y argumentales. Un niño obligado a sobrevivir, a tener
responsabilidades, a madurar antes de tiempo porque su referente
materno (o hermana mayor) es incapaz de aceptar y de afrontar su
papel en la vida. Si la película de Meier era necesaria para
entender las desigualdades de la próspera Suiza, Jack pone
de manifiesto las deficiencias alemanas para asumir la tutela de un
niño -se escapó, y no consiguen dar con él. El demoledor final no
es más que la guinda en la toma de decisiones de ese niño coraje y,
a su vez, adulto precoz.
7/10
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