jueves, 8 de octubre de 2015

El club. No es fácil vivir en pecado.


Título original:
El Club
Año:
2015
Fecha de estreno:
9 de Octubre de 2015
Duración:
97 min
País:
Chile
Director:
Pablo Larraín 
Reparto:
Alfredo Castro, Roberto Farías, Antonia Zegers, Jaime Vadell, Alejandro Goic, Marcelo Alonso, Alejandro Sieveking, José Zora y Francisco Reyes
Distribuidora:
Caramel Films


El cineasta chileno Pablo Larraín saltó a la fama internacional dentro de la industria cinematográfica cuando en 2012 su película No, protagonizada por Gael García Bernal, consiguió ser la primera producción chilena en ser nominada a los Oscar en la categoría de mejor película extranjera. En esa ocasión nada pudo hacer ante el arrase de premios que tuvo Michael Haneke y su Amour, pero no le impidió convertirse en un autor a seguir. Tres años después durante el festival de cine de Berlín confirmó los buenos augurios con una película tan incómoda como necesaria.
El club nos habla de cuatro hombres que viven juntos en una casa aislada de un pequeño pueblo costero. Les han enviado a este lugar para que expíen los pecados que han cometido en el pasado. Viven sometidos a una disciplina férrea bajo la atenta mirada de una vigilante. Pero la frágil estabilidad de su rutina se ve interrumpida por la llegada de un quinto hombre que acaba de caer en desgracia y que trae consigo un pasado que creían haber dejado atrás.




Esta película está llamada a incomodar conciencias dentro de la Iglesia Católica. El abuso de menores y su encubrimiento por parte de la Santa Sede está, por desgracia, al orden del día pero sigue siendo un tema demasiado polémico como para hablar abiertamente de ello. Larraín construye un ambiente que se siente mucho más cerca del infierno que del cielo. 
Aquí no hay ángeles, solo demonios torturados por unos pecados que ni pueden ni les dejan olvidar. Lo que su historia nos cuenta es perfectamente creíble y reconocible. Pero no nos lo muestra, solo nos da la información para que nuestra imaginación haga el resto, una decisión de por si mucho más terrorífica.



Se nota que el director cree en su película, no necesita grandes movimientos de cámara o decisiones grandilocuentes que visualmente puedan ser atractivas al ojo humano, se maneja de pequeñas decisiones para construir preguntas que, si ya de por sí son molestas de escuchar, nos corresponde a los espectadores el responderlas. Y eso por momentos se hace demasiado duro, porque repito, la película juega con temas demasiado delicados y no se corta, es consecuente hasta el final, no se anda con medias tintas. 
Tal vez la única pega que encuentro al film es que el conflicto que desencadena la trama está presentado de una manera demasiado forzada, no queda artificial pero a lo mejor algo más de sutileza podría haberlo mejorado un poco, pero es una opinión personal que puede ser compartida o no.
Algunos la acusarán de ser demasiado dura, áspera y de tener mucha mala leche pero es lo suficientemente compleja e inteligente como para no tener que preocuparse por cuestiones cinematográficamente externas.
Elegida por Chile para representarla a los Oscar de este año, no hay duda de que será una de las opciones más fuertes de cara a las nominaciones de los premios de la Academia de Hollywood, aunque salvo sorpresa mayúscula todo parece indicar que este año la húngara El hijo de Saúl monopolizará todos los premios. Da igual, que una película como ésta pueda llegar a las salas de tantos países libremente y sin censura ya es todo un triunfo. Pablo Larraín ya ha ganado y no lo tenía nada fácil porque te impacta cuando la ves pero te impacta mucho más cuando piensas en ella después de asimilarla.

8/10 

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