Nuestros protagonistas de Modern Family siguen empeñados en mentir. Y mentir está mal, salvo si no te pillan. Por supuesto, aquí les pillan a todos, y de ahí las risas. Recuerda qué pasó en el capítulo anterior aquí. ¡Alerta spoiler!
En primer lugar hablemos de los Dunphy, que tienen un invitado en casa: Claire se encuentra a un perro en plena calzada y, aunque hace amago de sortearlo y seguir su camino, termina llevándolo a casa. Bien claro deja a sus hijos que es algo temporal, hasta que localice a su dueño, y que por ninguna razón Phil tiene que enterarse de que el can está allí, o sería imposible separarle de él.
Por supuesto, el perro llora y ladra y hace esas cosas que hacen los perros, lo que hace que Phil empiece a sospechar. Por suerte, Claire hace lo posible por distraerle, aunque eso conlleve confundir a su marido hacíendole creer que la que llora es ella. Phil empieza a creer que su matrimonio entra en crisis ante los actos tan raros de su mujer, y no hace más que estar pendiente de ella.
El perro fastidia un poco a Alex, por cierto. Cumple un año de relación con su novio y ha decidido regalarle un hueso de dinosaurio, un hueso que el animal termina enterrando en algún punto indeterminado del jardín. Sanjay a ella le regala una maleta, con un simbolismo que ella no termina de entender, pero que termina de destapar el pastel: Phil piensa que la maleta es de Claire, que ha decidido dejarles. Su mujer no tiene más remedio que desvelar la existencia del perro, cuyo dueño es cliente de Phil, de hecho. No sé si le dirán que, por error, comió parte de la cena de la mascota.
También tiene invitados Jay, cuya mujer ha invitado a una pareja a casa. Él le comenta que no necesita más amigos que los que tiene, pero Gloria hace ver que, a su edad, es mejor tener reservas (muy sutil Gloria aquí). El nuevo amigo de Jay, Reece (Adam Arkin), resulta ser su alma gemela y le lleva a ver partidos de hockey. Lo que pasa es que tiene que mantenerlo en secreto, porque si no Gloria insistirá en lo de hacer cosas nuevas y conocer gente. Jay termina confesando y comiendo comida etíope. Un plan que resulta no ser del agrado de su esposa, pero siempre prefieren callar.
Por último tenemos a Cam y Mitch, que tienen un pequeño problema con sus nuevos inquilinos. Resulta que son integrantes de una banda de rock cristiano, y tocan la música muy fuerte (aparentemente para que les escuche Dios). Después de conocer al grupo, Mitch se da cuenta de que uno de sus componentes, Dex, no está a gusto dentro de la banda.
Mitch sospecha que Dex es gay, pero que tiene miedo de contarlo por si eso resultase en un pleno rechazo por parte del resto de sus compañeros. Cam se queja de su marido, que siempre le dice que no se meta en la vida de los demás, y justamente eso está haciendo ahora. Mitch trata de hacer que Dex se abra y cuente sus preocupaciones, que resultan ser que nunca ha querido estar en la banda, y que echa de menos a su novia. Al final Cam vuelve a ponerse de batería otro capítulo, con tal de suplir el puesto del joven.
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