Lobos Sucios
Año:
2015
Fecha de estreno:
08 de abril de 2016
Duración:
105 min
País:
España
Director:
Simón Casal
Reparto:
Manuela Vellés, Marian Álvarez, Sam Louwyck, Pierre Kiwitt, Thomas Coumans, Isak Férriz
Distribuidora:
Syldavia
Nadie duda a estas alturas de la
importancia de la reconstrucción de la memoria histórica. El cine,
como medio de masas, aporta su granito de arena. El formato
documental se adaptaría con más facilidad a las condiciones
requeridas en cuanto a su carácter (in)formativo y arrojador de luz.
Las guerras, los íntérines entre ellas, las consecuencias políticas
de las mismas son un tema recurrente en la ficción cinematográfica.
Y el nazismo y la Segunda Guerra Mundial han dado pie a numerosas
obras denuncia y reivindicativas en la historia del séptimo arte.
Siguiendo este sendero, más cercanos geográficamente, nos
encontramos con la Guerra Civil, la dictadura de Franco y el
tardofranquismo. Hace unos años Felipe Rodríguez Lameiro rodó un
corto documental centrado en la figura de un maquis andaluz y una
mujer decisiva en el curso de la extracción de wolframio en las
montañas gallegas. Se trataba de Lobos sucios. Ahora
su idea se ha convertido en un largometraje homónimo.
El
propio Rodríguez Lameiro participa como coguionista de esta película
basada en hechos reales. Tras las cámaras se sitúa el gallego Simón
Casal, en su primer largometraje para el cine, un director con largo
recorrido con obras para la pequeña pantalla. Quizá su experiencia
televisiva le resta valor al conjunto, en cuanto al correctismo
formal del que goza Lobos sucios.
Una límpida fotografía se congratula con una dirección nada
arriesgada lo cual choca con la amplia amalgama de temas abordados
por la película. Este largometraje toca muchos palos sin profundizar
en ninguno, dejando una extraña sensación de desgana por esa
desbocada ambición sin remache.
La
historia en sí se centra en exaltar la figura de Manuela (Marián
Álvarez) una mujer revolucionaria
desde la sombra y el silencio. Madre soltera en una época de
chismorreos punzantes -la posguerra civil- de una niña enferma y en
un pequeño pueblo perdido de Galicia, Manuela sobrevive trabajando
para los nazis en una mina de wolframio. Los alemanes utilizan este
elemento para construir sus armas. Los bosques gallegos se llenan de
espías británicos y belgas para sabotear los planes teutones. Ella
entabla amistad con el oficial nazi al cargo al tiempo que ayuda a
los presos políticos a robar el preciado material. La hermana de
Manuela, Candela (Manuela Vellés), por su parte, se pone en peligro
al ayudar a judíos a cruzar la frontera hacia Portugal.
Como
se deja patente, el nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la relación
entre aliados, los judíos, coletazos del franquismo, etcétera.
Todos estos elementos conviven en Lobos sucios
-título nacido de un juego de palabras entre wolf (lobo)
y ram (sucio)- unidos
al romance de Manuela y un preso y al tema fantástico típico del
folclore gallego -el bosque del Teixadal y sus moradores-, creando un
conjunto heterogéneo, de una pretensión inabarcable. Además, la
construcción de los personajes se estanca en la tipificación -nazi
malo, guardia civil gruñón, mujeres coraje, prisioneros rebeldes-,
aunque las dos actrices protagonistas aportan la fortaleza necesaria
a sus papeles. La interpretación de Marián Álvarez y, en menor
escala, la de Manuela Vellés, dan un valor añadido a la película.
Sin ellas, con bastante probabilidad, Lobos sucios caería
en la más absoluta mediocridad.
5,5/10
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