Mon Roi
Año:
2015
Fecha de estreno:
15 de abril de 2016
Duración:
128 min
País:
Francia
Director:
Maïwenn
Reparto:
Emmanuelle Bercot, Vincent Cassel, Louis Garrel, Isild Le Besco, Chrystèle Saint Louis Augustin, Patrick Raynal
Distribuidora:
Golem
En una de las escenas de Mi amor,
Giorgio (Vincent Cassel) compara
su relación de pareja con un electrocardiograma. Las relaciones
fluctúan, tienen picos, si no, estás muerto. Tony (Emmanuelle
Bercot) sólo buscaba estabilidad en su romance con Giorgio, un
romance que ya nació condenado pues apenas tenían nada en común.
Tras diez años de relación errática, Tony se provoca un accidente
de esquí para reflexionar. En la clínica de recuperación, hará
balance de la convulsa última década vivida. Herirse a uno mismo
para sanarse.
La
evidente y burda metáfora (por obvia) de recuperación aparece en
los primeros compases de la película remarcada por esa psicología de
saldo recitada por la doctora (capaz de relacionar la rodilla con la
relación marital). Maïwenn, directora y coguionista junto a Etienne
Comar de Mi amor, emplea
la herida como punto
de inflexión para reconstruir un amor obsesivo, adictivo,
destructivo, masoquista. La fórmula estructural elegida ha sido
utilizada con frecuencia en el cine. La narración, plagada de
extensos flashbacks,
va variando del pasado con esa relación idílica, al presente en la
clínica de recuperación.
Se
trata de una forma paulatina de reconstruir la historia, dando
información con cuentagotas y mostrada siempre desde el punto de
vista de ella. Ojo, al hombre no se le demoniza pues ella le ve como
su rey -aludiendo al
título original de la película-, su chico ideal. De hecho, la
fricción del paso del tiempo no está bien plasmada en Mi
amor. Tal y como está escrita,
parece que Giorgio cambie de la noche a la mañana, no hay síntomas
de enfermedad en la relación. Sólo cuando ella queda embarazada -a
petición de él- se produce el giro. Ahí empieza la depresión y el
abismo hacia la destrucción -sentimental- de la protagonista, quien
hace oídos sordos a las advertencias de un amor tóxico de los
personajes secundarios (unos divertidos Louis Garrel e Isild Le
Besco).
Si le
achacamos algo negativo a Maïwenn es en el montaje. La fragmentación
temporal se siente como unas escaleras demasiado empinadas para
subirlas y comprender las motivaciones de sus personajes. Y eso es un
fallo gordo porque la directora juega con el tratamiento verídico en
su trama, enfocándose en el trabajo con los personajes y, por ende,
los actores. El ámbito interpretativo brilla a buen nivel. Por un
lado, Bercot con su interpretación fuerte y rayante en lo histérico
(se llevó el premio como actriz en Cannes) y, por otro, Cassel en el
papel de embaucador con encanto, pues aún viendo su carácter
liberal te enamoras de él. Ambos muestran química juntos y una
naturalidad explícita en su relación.
Las más de dos horas de duración
pasan factura en el cómputo global de la película. Maïween había
triunfado con su anterior filme Polisse, con
el cual incluso obtuvo el premio especial del Jurado en Cannes, pero
su nuevo trabajo se siente fraccionado, como su montaje: pesado, mal
explicado aunque con un buen plantel de actores. Eso sí, el final,
ambiguo, dará que pensar sobre lo visto en pantalla, sobre ese
amor/obsesión/posesión quizá incurable.
6/10
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