Título original:
Happy Family
Año:
2010
Duración:
90 min
País:
Italia
Director:
Gabriele Salvatores
Reparto:
Fabio De Luigi, Fabrizio Bentivoglio, Diego Abatantuono, Margherita Buy, Carla Signoris, Valeria Bilello, Corinna Agustoni
Distribuidora:
Paycom Multimedia
Se
abre el telón, literalmente, y se nos presenta el neurótico Ezio.
Hablando directamente a la cámara, Ezio le cuenta al espectador que
es un guionista, escritor de cine de autor, en plena crisis amorosa
pues su novia le ha dejado. En medio del proceso creativo de su nuevo
guión, sus personajes se rebelarán pidiéndole más protagonismo.
Se trata de dos familias imaginarias unidas porque sus hijos de
dieciséis años han decidido casarse. Cada uno de los personajes no
podría ser más estrambótico, desde una hija gótico-punk, un hijo
reprimido, un padre hippy fumador compulsivo de porros, otro con
cáncer terminal, otra hija obsesionada con su mal olor corporal...
Esto, unido al estilo visual, remite sin duda a Wes Anderson. El
cromatismo excesivo con toques surrealistas y los personajes
simpático-patéticos del universo wesandersoniano han sido
trasladados a la italiana Happy Family pero
con mucha menos efectividad. La nueva comedia de Gabrielle Salvatores
acierta en la elección de colores vivos para llamar la atención en
un mundo caótico y en esa especie de homenaje a Anderson,
especialmente a Los Tenenbaums,
con esa familia tan particular pero falla en su empeño de hacer reír
al espectador. La culpa no la tiene sólo la elección de diálogos
sin chispa o personajes cargantes si no también el ejercicio
estilístico de ruptura espacial capaz de construir un muro entre la
película y el espectador puesto que, aunque traten de ocultarlo a
nivel formal, el trasfondo no deja de ser el de una meliflua comedia
romántica.
Happy
family supone la adaptación de
la exitosa obra teatral de Alessandro Genovesi quien, junto a
Salvatores, se ha encargado del guión de la película. No cabe duda
de la influencia del dramaturgo Luigi Pirandello quien ya deconstruyó
el lenguaje teatral creando una obra de meta ficción en Seis
personajes en busca de autor cuyo
eje central también va de personajes con crisis de identidad
interactuando con el director de la obra, en un mundo ficcionado. En
Happy Family Ezio
decide convertirse en un personaje más en la trama de su guión
mediante un accidente con la madre de una de las familias y acaba
enamorado de la hija mayor, cediendo a la petición de ésta, que
buscaba el amor en la película. Con esto, se entra en una dinámica
de percepción de irrealidad; ya no se sabe qué es verdad y qué
ilusorio. La estructura narrativa fragmentada sugiere una sensación
de antirrealismo acrecentada por el tono cansino de los personajes
hablando directamente a los espectadores. Y es que, ya desde la
pesada escena en que ellos se presentan a sí mismos, repitiendo cada
uno de ellos lo mismo que ha dicho el anterior, les coges un poco de
manía.
Todo
esto sin olvidar que estamos ante una comedia con pocos momentos
humorísticos inspirados. Se lleva la palma la divagación con la
masajista china; una escena introducida para el chiste fácil de
manual que el propio Ezio confiesa que es superflua pero le apetecía
ponerla. En cambio, el momento en el cual los dos padres comparten un
porro y se confiesan, es lo mejor de la película. Quizá se deba a
la química entre el enorme Fabrizio Bentivoglio y Diego Abatantuono
quienes ya coincidieron con Salvatores en Marrakech Express
(de hecho, hay una referencia a
esta película). Otros puntos favorables lo suponen la banda sonora
plagada de temas de Simon
& Garfunkel o la visión momentánea de un precioso Milán en
blanco y negro al son de la música de Chopin.
En
este universo donde los personajes buscan y manipulan al autor a su
antojo, un final abierto no es posible, tal y como los personajes le
reclaman. Toda historia necesita un final y Ezio se ve obligado a
acabar su disección de una “familia feliz”. Salvatore y
Genovesi, a pesar de su arriesgada propuesta formal, optan por una
resolución cursi, el ya mencionado antes típico final de comedia
romántica dejando en un segundo lugar el difícil trabajo de puesta
en escena. Esta mezcla romántica de realidad y ficción ya la
retrató magistralmente Woody Allen en la soberbia La
rosa púrpura de El Cairo
mucho más emotiva, simpática y sincera que Happy Family, una película que se estrena en España con cuatro años de retraso.
5/10
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