Jeune et jolie
Año:
2013
Fecha de estreno:
7 de marzo de 2014
Duración:
95 min
País:
Francia
Director:
Françios Ozon
Reparto:
Marine Vacth, Géraldine Pailhas, Frédéric Pierrot, Charlotte Rampling, Johan Leysen, Fantin Ravat, Nathalie Richard
Distribuidora:
Golem
Con
la estupenda En la casa, François
Ozon exploró el universo adolescente a través de un chico
manipulador, que jugaba con el poder de la imaginación a su antojo.
Poco más de un año después, nos presenta otra película enfocada
en el mundo de la adolescencia sólo que esta vez la protagonista es
una chica de 17 años sumergida en pleno proceso del despertar
sexual. En Joven y bonita,
Ozon se centra en una etapa de la vida a menudo vista por nostalgia
en el cine pero, para el director galo, ésta fue una época difícil,
dolorosa, marcada por los cambios corporales y hormonales. Por eso,
en su última película, el francés lo refleja y nos introduce en la
vida de una adolescente infeliz, solitaria, incomunicativa, incapaz
de sentir en medio de su transición hacia la madurez (sexual).
La
protagonista, llamada Isabelle, pierde la virginidad durante las
vacaciones del verano que cumple los 17 años. Durante el acto
sexual, se muestra fría y distante, desdoblada, sin sentir placer.
Llega el otoño e Isabelle se dedica a la prostitución sin el
conocimiento de sus padres ni sus amigos. Aprovecha su belleza, su
juventud, su sensualidad y su insensibilidad para tener encuentros
sexuales con hombres bastante mayores que ella. Entre sus clientes,
se encuentra Georges, el único con quien establece una especie de
vínculo emocional.
¿Qué
lleva a una guapísima adolescente proveniente de una familia de
bien, sin una mala relación con sus padres, a prostituirse? En
primer lugar, Ozon realiza una película sin explicaciones, sin
respuestas, sobre la actitud de su protagonista. Una acertada
elección ya que nos permite andar de la mano de Isabelle en su día
a día sin juzgarla moralmente. De hecho, cuando llega el otoño, la
chica ya está inmersa en la prostitución tras una elipsis con la
cual Ozon deja abiertas distintas opciones para que el espectador
complete a su manera.
La
elección de una estructura circular para la fluidez de la narración,
se marca con la división de la historia en las cuatro estaciones,
estableciendo una continuidad repetitiva, de cierre de un ciclo. La
acción comienza y acaba en el verano si bien, esta división
narrativa no funciona con la fuerza necesaria como historias
independientes ya que la historia fluye como un todo lógico y
continuo en el devenir de los acontecimientos. Las canciones de
Françoise Hardy también influyen en cómo está narrada la película
pues subrayan las emociones: bien expresan una idealización del amor
adolescente o bien actúan como ironizador.
Quizá
la escena más llamativa a nivel formal sea la del recital del poema
de Artur Rimbaud cuyo significado profundo con el tema central de la
película, crea un aura mística. Además, esta escena es una escena
real, sin artificios. Los jóvenes son estudiantes de verdad que no
están actuando y simplemente comentan los sentimientos que le
transmite Rimbaud. La seriedad no existe a los 17 años, en una etapa
de experimentación, de crecimiento personal y emocional, de buscarse
a uno mismo. Como hace nuestra Isabelle.
Nuestra
joven y bonita Isabelle está encarnada magistralmente por la
preciosa Marine Vacth quien dora a su personaje de un cariz
misterioso, sensual, controlador y melancólico en su viaje a probar
algo excitante dentro de una vida infeliz pues es incapaz de mostrar
sus sentimientos. La prostitución supone para ella su búsqueda de
identidad y de rebelión en secreto. Ha tomado un camino distinto a
otros adolescentes que prefieren experimentar con las drogas, por
ejemplo.
Porque
Isabelle, como ella misma explica, no obtiene placer sexual de sus
citas. Para ella la diversión deriva del misterio, de cómo serán
sus clientes, del camino hacia el encuentro. Le excitan estas
fantasías que la alejan de la realidad y la mantienen inmersa en
esta doble vida. Sólo Georges, con quien establece un contacto
íntimo, una relación de ternura más allá del sexo, le permitirá
plantearse algunas cuestiones, sobre todo cuando conoce a la mujer de
éste, en un encuentro inesperado que la liberará de la sensación
de culpabilidad.
Ozon
transmite en su película la odiosa fragilidad de la adolescencia. Es
un período complicado, donde uno se siente como un cristal apunto de
romperse, tan vulnerable y desprotegido ante la sociedad. El final de
la película – tranquilos, no caeremos en spoilers -, cierra un
ciclo vital para Isabelle y su despertar sexual.
7/10
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