Finalmente se ha estrenado una de las series más esperadas
del año en lo que ha sido un espectacular fenómeno que ha batido récords de
audiencia. Y es que el éxito rotundo de Breaking Bad tanto en audiencia como en
crítica ameritaba un regreso con todas las pompas. El spin-off basado en el
abogado Saul Goodman no escapaba a las dudas que normalmente se generan en
torno a este tipo de proyectos, demasiadas veces orientadas hacia lo económico
y más siendo el abogado un personaje cuyo humor y carisma lo hacía uno de los
personajes más comercializables. La
transición que haría que Saul pase de un personaje secundario, preparado
exclusivamente para meter un diálogo hilarante en el momento preciso, al
personaje fundamental que sustenta la serie no podía ser fácil y, sin embargo,
era la clave si la serie pretendía alcanzar los niveles de calidad de su
predecesora.
Ya hemos tenido acceso a los tres primeros episodios de
Better Call Saul y la pregunta que se impone es, ¿Ha logrado solucionar las
dudas? ¿Ha logrado mantener el espíritu de la serie original? Y sobre todas las
cosas, ¿Ha cumplido las expectativas? La respuesta a todo ello es un afortunado
sí, aunque con algunos matices y reservas a las que me referiré en los próximos
párrafos. No soy muy dado a hacer destripes de episodios, ante todo es éste un análisis general de lo
que de momento ha entregado la serie, pero avisaré debidamente cuando se
mencionen elementos que puedan comprometer a los que aún no la hayan visto.
Primeramente, y es el aspecto más feliz del regreso de los
hombres detrás de Breaking Bad, el estilo sigue intacto. Y es que la propuesta
sigue siendo la misma en cuanto a dirección, con una gran preocupación por
encontrar planos extraordinarios desde todo tipo de ángulos interesantes.
Sumemos eso al la capacidad de Gilligan para filmar (en caso del primer
episodio) escenas con un nervio tremendo, particularmente cierta escena en
plena calle que involucra a dos patinetas y un auto conducido por una dulce
ancianita que desatará las desventuras del primer par de episodios. Todo un
logro recuperar un estilo visual tan único y que se extraña tanto en la tv.
A partir de ahora meto el aviso de Spoilers, aunque no vaya
a destripar la trama propiamente dicha pero sí voy a abordar elementos de la
misma que puede arruinar las sorpresas más agradables de estos episodios. Así
que avisados quedan. ¡ALERTA DE SPOILERS!
Un elemento que ha funcionado maravillosamente bien en el
arranque de Better Call Saul es la aparición estelar de personajes de Braking
Bad. La carga humorística que tienen las apariciones de los viejos “amigos” son
aplaudibles, y sin embargo dejan la sensación de que se han colgado en exceso
del pasado (o del futuro, técnicamente). Esto no es un defecto en sí mismo,
pero deja claro que los primeros episodios apostaron a lo seguro buscando la
identificación y popularidad de los conocidos antes que aquellos que aún hemos
de conocer. Y es que se han molestado en ofrecernos toda una galería de nuevos personajes pintorescos (¡y qué galería!) cada uno con particularidades que
darán mucho juego en el futuro, pero las verdaderas estrellas han sido los
viejos personajes. Recién a finales del tercer episodio parece que la trama se
arma definitivamente y los personajes presentados comenzarán a despegar.
Como último punto me quiero concentrar en el personaje de Saul Goodman, aquí usando su nombre original Jimmy McGill, y sobre todo en esos elementos que configuran al personaje en esta serie, en este momento particular de su vida.
Mucho se especuló acerca de la versión de Saul que veríamos en la serie: ¿sería acaso un Saul asentado como el abogado que era en Breaking Bad haciendo de las suyas antes de la aparición de Walter White? ¿O sería una versión enclenque que iniciaría el oscuro camino que lo convirtiera en el Saul que conocemos? Al final ha sido una versión combinada de ambas posibilidades ya que si bien Saul no es nuestro Saul aún, la verborrea hilarante e irritante a partes iguales ya está presente, al igual que su habilidad en las artes del engaño. En realidad este es nuestro abogado antes de hacerse experto en el submundo del crimen; así que no lo veremos adquiriendo sus renombradas habilidades sino más bien iniciando el camino en el que encontrará su lugar en el mundo.
La dinámica propuesta se antoja forzada en primera instancia, ya que no vemos una verdadera tridimensionalidad en el personaje de Jimmy que nos lleve a un conflicto moral válido sobre la legalidad de sus actos (o futuros actos), aunque algunos elementos del guión sugieren que hay mucho detrás de la situación actual del personaje por desvelar, y como ha sido la tónica de los tres episodios iniciales, todo lo nuevo que hay para ofrecer, se ofrece en dosis muy pequeñas, con vistas a aparecer más adelante.
Hemos finalizado la sección peligrosa, por lo que ahora puede continuar leyendo con tranquilidad. ¡FIN DE LOS SPOILERS!
Entonces la trama nos propone la historia de un caradura fracasado envuelto en situaciones inesperadas, que lo mezclarán con el mundo del crimen y descubrirá ser bueno en ello. Nada mal para un comienzo de serie que se ha sostenido, ante todo, en la algarabía con la que se ha recibido el fenómeno y en la solvente interpretación de Odenkirk, pero que aún no ha asentado de manera definitiva los pilares en los que se desarrollará la trama. Los guionistas han sido hábiles poniéndonos el dulce en la boca sin habernos mostrado algo sustancialmente nuevo y la sensación que dejan estos tres episodios es de un pequeño timo bien orquestado, una serie que se ha impuesto por los pergaminos que arrastra del pasado, pero que no ha mostrado verdaderamente sus cartas.
Todo lo que la serie puede ser aún está por verse. El futuro se presenta promisorio, pero tras tres episodios todavía sigue siendo una incorpórea promesa.
Son patinetas no bicicletas
ResponderEliminarEs verdad, fallo mío. Gracias por el apunte...
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