miércoles, 18 de febrero de 2015

Better Call Saul. Temporada 1. Capítulos 1-3: Solucionando dudas, creando nuevas.



 
Finalmente se ha estrenado una de las series más esperadas del año en lo que ha sido un espectacular fenómeno que ha batido récords de audiencia. Y es que el éxito rotundo de Breaking Bad tanto en audiencia como en crítica ameritaba un regreso con todas las pompas. El spin-off basado en el abogado Saul Goodman no escapaba a las dudas que normalmente se generan en torno a este tipo de proyectos, demasiadas veces orientadas hacia lo económico y más siendo el abogado un personaje cuyo humor y carisma lo hacía uno de los personajes más comercializables.  La transición que haría que Saul pase de un personaje secundario, preparado exclusivamente para meter un diálogo hilarante en el momento preciso, al personaje fundamental que sustenta la serie no podía ser fácil y, sin embargo, era la clave si la serie pretendía alcanzar los niveles de calidad de su predecesora.

Ya hemos tenido acceso a los tres primeros episodios de Better Call Saul y la pregunta que se impone es, ¿Ha logrado solucionar las dudas? ¿Ha logrado mantener el espíritu de la serie original? Y sobre todas las cosas, ¿Ha cumplido las expectativas? La respuesta a todo ello es un afortunado sí, aunque con algunos matices y reservas a las que me referiré en los próximos párrafos. No soy muy dado a hacer destripes de episodios,  ante todo es éste un análisis general de lo que de momento ha entregado la serie, pero avisaré debidamente cuando se mencionen elementos que puedan comprometer a los que aún no la hayan visto.


Primeramente, y es el aspecto más feliz del regreso de los hombres detrás de Breaking Bad, el estilo sigue intacto. Y es que la propuesta sigue siendo la misma en cuanto a dirección, con una gran preocupación por encontrar planos extraordinarios desde todo tipo de ángulos interesantes. Sumemos eso al la capacidad de Gilligan para filmar (en caso del primer episodio) escenas con un nervio tremendo, particularmente cierta escena en plena calle que involucra a dos patinetas y un auto conducido por una dulce ancianita que desatará las desventuras del primer par de episodios. Todo un logro recuperar un estilo visual tan único y que se extraña tanto en la tv.

A partir de ahora meto el aviso de Spoilers, aunque no vaya a destripar la trama propiamente dicha pero sí voy a abordar elementos de la misma que puede arruinar las sorpresas más agradables de estos episodios. Así que avisados quedan. ¡ALERTA DE SPOILERS!

Un elemento que ha funcionado maravillosamente bien en el arranque de Better Call Saul es la aparición estelar de personajes de Braking Bad. La carga humorística que tienen las apariciones de los viejos “amigos” son aplaudibles, y sin embargo dejan la sensación de que se han colgado en exceso del pasado (o del futuro, técnicamente). Esto no es un defecto en sí mismo, pero deja claro que los primeros episodios apostaron a lo seguro buscando la identificación y popularidad de los conocidos antes que aquellos que aún hemos de conocer. Y es que se han molestado en ofrecernos toda una galería de  nuevos personajes pintorescos (¡y qué galería!) cada uno con particularidades que darán mucho juego en el futuro, pero las verdaderas estrellas han sido los viejos personajes. Recién a finales del tercer episodio parece que la trama se arma definitivamente y los personajes presentados comenzarán a despegar.

Como último punto me quiero concentrar en el personaje de Saul Goodman, aquí usando su nombre original Jimmy McGill, y sobre todo en esos elementos que configuran al personaje en esta serie, en este momento particular de su vida.
Mucho se especuló acerca de la versión de Saul que veríamos en la serie: ¿sería acaso un Saul asentado como el abogado que era en Breaking Bad haciendo de las suyas antes de la aparición de Walter White? ¿O sería una versión enclenque que iniciaría el oscuro camino que lo convirtiera en el Saul que conocemos? Al final ha sido una versión combinada de ambas posibilidades ya que si bien Saul no es nuestro Saul aún, la verborrea hilarante e irritante a partes iguales ya está presente, al igual que su habilidad en las artes del engaño. En realidad este es nuestro abogado antes de hacerse experto en el submundo del crimen; así que no lo veremos adquiriendo sus renombradas habilidades sino más bien iniciando el camino en el que encontrará su lugar en el mundo.
La dinámica propuesta se antoja forzada en primera instancia, ya que no vemos una verdadera tridimensionalidad en el personaje de Jimmy que nos lleve a un conflicto moral válido sobre la legalidad de sus actos (o futuros actos), aunque algunos elementos del guión sugieren que hay mucho detrás de la situación actual del personaje por desvelar, y como ha sido la tónica de los tres episodios iniciales, todo lo nuevo que hay para ofrecer, se ofrece en dosis muy pequeñas, con vistas a aparecer más adelante.

Hemos finalizado la sección peligrosa, por lo que ahora puede continuar leyendo con tranquilidad. ¡FIN DE LOS SPOILERS!




Entonces la trama nos propone la historia de un caradura fracasado envuelto en situaciones inesperadas, que lo mezclarán con el mundo del crimen y descubrirá ser bueno en ello. Nada mal para un comienzo de serie que se ha sostenido, ante todo, en la algarabía con la que se ha recibido el fenómeno y en la solvente interpretación de Odenkirk, pero que aún no ha asentado de manera definitiva los pilares en los que se desarrollará la trama. Los guionistas han sido hábiles poniéndonos el dulce en la boca sin habernos mostrado algo sustancialmente nuevo y la sensación que dejan estos tres episodios es de un pequeño timo bien orquestado, una serie que se ha impuesto por los pergaminos que arrastra del pasado, pero que no ha mostrado verdaderamente sus cartas.

Todo lo que la serie puede ser aún está por verse. El futuro se presenta promisorio, pero tras tres episodios todavía sigue siendo una incorpórea promesa.

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