Plan
de escape presenta su mayor atractivo en el dúo protagonista, eso es
indiscutible.
Juntar
a estos dos pesos pesados del género de acción de los 80/90, con
películas tan emblemáticas como Conan, Rocky, Terminator, Rambo,
Depredador, Cobra, Desafío Total, Máximo riesgo, Mentiras
arriesgadas, Demolition man, El último gran héroe o Juez Dredd.
Películas que, con mayor o menor calidad según cuales, han
acompañado a toda una generación y se han instalado en la memoria
colectiva, sembrando, aunque suene raro, el germen de la cinefilia de
muchos de nosotros.
Por
ello, aunque de cara a la galería quede bien decir “de esta agua
no beberé”, pocos son los que realmente se resisten al jugoso y
curioso placer de ver una peli “de antaño” con las estrellas “de
antaño” hecha hoy en día. Películas como la saga de Los
mercenarios y las recientes Una bala en la cabeza o El
último desafío vienen a confirmar esta morbosa tendencia de la
nostalgia de un gran colectivo.
A
esto sumar que curiosamente, dejando de lado la saga Los
mercenarios, que vive básicamente de eso, Stallone
y Schwarzenegger no habían compartido película, lo que llama de
nuevo la atención.
Por
ello, como no podía ser de otra forma, Mikael Håfström (una pena, por cierto, lo de este director, de ofrecer una película interesante como Evil, nominada a los Oscar, a acabar en América con proyectos de poco calado como 1408 o El rito) enfoca la
película emulando el cine de aquella época, consciente de que su
público potencial responderá más satisfactoriamente.
Por
ello, podemos decir que Plan
de escape
es como revivir aquellas películas, para bien y para mal, con sus
guiones manidos, artificiosidad provocada para el puro espectáculo,
el disfrute sin pretensiones.