martes, 31 de diciembre de 2013

El único superviviente. Brothers of battlefield.



Basada en la autobiografía de Marcus Luttrell, El único superviviente pretende, sobre todo, ser un homenaje a sus compañeros caídos en la misión Red Wings, donde un grupo de navy SEALS debía localizar y abatir a Ahmad Shah, líder de un peligroso grupo de Al-Qaeda.

Como es de suponer, tanto por el título como por la fuente de inspiración para la película, hay altas dosis de patriotismo americano y el objetivo no es tanto ver quién sobrevive, ya que esto se sabe desde el principio, sino ver los lazos de fraternidad entre el grupo de SEALS durante el combate.


Dicho esto, los anti-patrióticos y alérgicos a toda costa a mensajes pro-USA vayan olvidándose de ir a verla. Los que, por el contrario, sepan ver más allá de su moralizante tufillo podrán encontrarse, sorprendentemente, con que el señor Peter Berg nos brinda una película bélica muy loable y disfrutable.

Quien nos iba a decir que el director de Battleship (que era un digno entretenimiento pero poco más) o Hancock (bastante olvidable) era capaz de lograr una tensión en el campo de batalla como la que nos ofrece en El único superviviente.



Los amantes de las sagas de videojuegos Call of Duty o Battlefield están de enhorabuena, encontrarán en esta película, sobre todo en su primera parte, toda esa adrenalina, además de implicarte en plan hiperrealista como si fueras un SEAL más.

Pero no nos confundamos, El único superviviente dista de ser una mera película-videojuego, un uso acertado de los primeros planos y la cámara en mano que, por fortuna, no incluyen el famoso parkinson ni viajes en tiovivo que se ha puesto tan de moda en las películas de acción. Aquí todo es visible, la cercanía no resta puntos al resto de aspectos del film. Dato importante éste.
Posee un reparto convincente encabezado por Mark Wahlberg como Marcus Luttrell y acompañado por Emile Hirsch, Taylor Kitsch, Ben Foster, Alexander Ludwig y, en papel más secundario, Eric Bana, al que vimos hace no mucho en La huida (no falla, dices que echas a alguien en falta y aparece). No es que ofrezcan un gran recital, no es una película que destaque por sus actores porque no está planetada de tal modo, pero sí hacen que te preocupes por su personaje, más que suficiente para aprobar en este aspecto.

Además, ofrece un maquillaje acorde al tono realista que busca, no escatimando en sutilezas y detalles que ayuden a ponernos en situación.

Sin duda, esta primera parte, donde vemos cómo se inicia la misión, qué la pone en peligro y, sobre todo, el enfrentamiento armado con los talibanes, es muy notable. Hacía tiempo que no se ofrecía un espectáculo bélico en el cine a la altura. Como dato, el recurso de la utilización del entorno como un medio hostil más al que sobrevivir. A veces temes más que se desnuquen en las pendientes que por el fuego enemigo.




La segunda parte también es muy interesante, aunque baja el ritmo.

Es rescatable el mostrar que el enemigo no son los afganos, sino los talibanes. Esto se presenta a través del personaje de Mohammad Gulab, un afgano que acoge a Marcus en su aldea regido por el código de Pashtunwali (que se remonta a tiempos anteriores al Islam), que dicta ayudar a cualquier persona que corra un grave peligro por culpa de sus enemigos.

Quizás, la mayor pega que le encuentro a la película, aparte del patriotismo por decreto (imposible huir de él basándose en las memorias de un SEAL que, además, se instaló en casa del director un mes para asegurarse que se honraba la memoria de sus camaradas y se plasmada todo lo más veraz posible. Presión máxima) es la innecesaria necesidad de recalcar por medios efectistas la glorificación de los soldados caídos, bien por el empleo de música o por la cámara lenta, pero no está en consonancia con el tono hiperrealista que se usa. Quizás responde a las presiones del propio Marcus para con el director y los más de 1000 SEALS que verían la película con lupa.



Pese a esas circunstancias, o quizás gracias a éstas (nunca lo sabremos del todo realmente) se ha hecho una cinta muy destacable del género bélico que sabe sacar partido cinematográfico y no se conforma con el mero panfleto publicitario. Y eso hay que sabérselo reconocer. Al menos a los críticos norteamericanos les ha entusiasmado, metiéndola en su lista particular de las 10 mejores películas del año.

Quizás en un top ten sea exagerar, pero desde luego ofrece un viaje vertiginoso al campo de batalla que los amantes del género disfrutarán.



7,5/10

1 comentario:

  1. ¡Muy, muy entretenida! Un filme bélico basado en hechos reales dirigido con eficacia visual por Peter B. Un drama con una especie de estudio sobre la condición humana en una guerra, o sea, en una situación límite. Sin embargo, en manos del director Berg resulta lo que él mejor hace: cine de acción, de mucha faena, donde lo bélico es solo el paradigma de dicha acción. Dije que el filme se basa en hechos reales. Lo único es que están visualizados de tal manera que más parece un capítulo de Misión imposible en un campo de batalla, con cuatro soldados de Estados Unidos, diseñados como superhéroes, contra un montón de talibanes en Afganistán, estos tan torpes como crueles. Por otra parte El sobreviviente, tenemos un culto enfermizo a la guerra, deslizado aún entre sus situaciones más duras. Esto le da un espurio tono épico a lo narrado: la guerra nos da héroes cuya base se sustenta en matar y matar a más y más humanos. Solo falta portar un ábaco para llevar registro.

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