Le goût des merveilles
Año:
2015
Fecha de estreno:
29 de julio de 2016
Duración:
100 min
País:
Francia
Director:
Éric Besnard
Reparto:
Virginie Efira, Benjamin Lavernhe, Lucie Fagedet, Léo Lorléac'h, Hervé Pierre, Hiam Abbass, Laurent Bateau, Natalie Beder
Distribuidora:
Surtsey
De Mary y Max a Louise y Pierre. El
australiano Adam Elliot nos enamoró a todos hace algo más de un
lustro con Mary and Max,
una conmovedora historia de amistad entre un cuarentón australiano
solitario con síndrome de Asperger y una niña neoyorquina. Dos
personajes sucios, grises y feos -acrecentado por la animación en
stop motion- cuya extraña
pero sincera relación resultaba irresistible para el espectador. El
francés Éric Besnard ha capturado la esencia de esa relación
reestructurando la trama hacia un ambiente más positivo, jovial y
luminoso en una enternecedora película de poético y delicioso
título, Pastel de pera con lavanda.
En ella, una viuda (Virginie Efira) con dos hijos vive endeudada con
una plantación de perales, intentando sacar rendimiento económico
vendiendo pasteles en el mercado del pueblo. Un día, de vuelta a
casa, atropella al enigmático Pierre (Benjamin Lavernhe) quien
resulta ser un hombre con síndrome de Asperger y con una visión del
mundo muy peculiar. La inclusión de Pierre en la vida de Louise y
los suyos, supone un punto de recuperación en todos los aspectos.
Porque
Pierre, a quien pone rostro el desconocido para el público español
Benjamin Lavernhe (pero muy popular en la tradición teatral gala),
aporta el impulso necesario para la viuda y sus hijos, el empujón
para simplificar el mundo dentro de su complejidad. La enfermedad de
Pierre le hace ser un obseso de los números primos, de la astrología
y de los puntos de colores. Con ese trastorno obsesivo-compulsivo y
su especialización dentro de sus propios intereses (el orden, la
clasificación de las cosas...), demuestra una inteligencia inusitada
que suple su carencia para la interacción social. Para él, conocer
a Louise también es una forma de abrirse a un mundo hostil pues en
ella encuentra el afecto sincero que otros le niegan y él es capaz
de notar gracias a su hipersensibilidad.
Es en
el aspecto de la hipersensibilidad donde Besnard quiso centrar sus
esfuerzos narrativos. El director se estuvo documentando sobre la
enfermedad con opiniones de expertos psicólogos para no caer en el
ridículo ni en la banalización ni en la condescendencia hacia el
personaje masculino así como alejarse de la perspectiva de Levinson
en Rain Man. El
objetivo de Besnard, en sus propias palabras, era el de "hacer
evolucionar el punto de vista del espectador sobre el personaje
principal". Pierre apenas evoluciona pero es su intrusión en la
vida de Louise y sus hijos la que hace que estos se enriquezcan, en
especial la mujer. Besnard consigue transmitir ese cariño mientras
moldea un drama romántico alejado de los cánones apegados al
género. Se trata de una relación de necesidad donde la pareja
aprende a relacionarse, a quererse sin necesidad siquiera de tocarse.
Un romance intangible, sin la parte de deseo carnal/sexual marcado
por la melosidad -en el buen sentido- de sus personajes.
Y es
que la dulzura campa a sus anchas a lo largo del metraje. Éric
Besnard es capaz de sugerir sabores, olores y emociones sacándole el
máximo partido al entorno donde ha escogido rodar su película. Bajo
el sol de la Provenza, en un entorno idílico, bucólico, con la
prepoderancia de los tonos cálidos que recalcan la belleza indómita
del paisaje y de la naturaleza, el director francés nos invita a
degustar una película de pretensiones sentimentales, capturando con
mucho mimo la esencia del entorno rural donde se ambienta. Una
esencia paralela a la naturaleza franca, sincera y aniñada del
protagonista masculino, Lavernhe, quien se convierte en toda una
revelación para nosotros en un personaje difícil pero salvado por
el respeto y la contención en la interpretación.
6,5/10
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