Título original:
Perdiendo el norte
Año:
2015
Fecha de estreno:
6 de marzo de 2015
Duración:
96 min
País:
España
Director:
Nacho G. Velilla
Reparto:
Yon González, Blanca Suárez, Julián López, José Sacristán, Miki Esparbé, Úrsula Corberó, Malena Alterio, Javier Cámara, Carmen Machi
Distribuidora:
Warner
Con mayor o menor acierto, Nacho G.
Velilla se ha movido como pez en el agua dentro del género cómico,
como demuestran todos sus trabajos. Quizá muchos no lo sepáis, pero
el fue el alma mater de la
prolífica serie 7 vidas
(y su spin-off, Aída).
Desde entonces, Velilla suele contar en sus proyectos con el versátil
Javier Cámara. El actor riojano protagonizó su debut
cinematográfico Fuera de carta y
también su segundo largometraje, Que se mueran los feos,
ambas un éxito de público. En Perdiendo el norte,
Velilla vuelve a contar con Cámara, esta vez en un pequeño papel
donde el riojano no es capaz de brillar (¿quizá por esa
caracterización viejales yel rol trillado que le ha tocado?). En
cambio, el director sí le saca partido a la excelente química de
sus dos jóvenes protagonistas, Yon González y Blanca Suárez.
Pero
vayamos por partes. La historia nos es muy familiar. Dos chicos cerca
de la treintena con carreras, másters y otros títulos,
pertenecientes a la “generación más preparada de la historia”
son incapaces de encontrar un trabajo cualificado en España. Tras
ver por televisión un programa sobre españoles triunfadores en
otros países, deciden emigrar a Alemania, un país que seguro
necesita de ellos. La realidad, al llegar allí, les golpea como un
martillo en la cabeza: sin conocer el idioma, es harto imposible
colocarse. Así, acaban trabajando en un restaurante de comida
rápida, aquello que tanto detestaban en España.
Yon
González y Julián López dan vida a esos dos jóvenes con ganas de
comerse el mundo pero que se ven engullidos por la precaria situación
laboral. La película nos narra, en tono de comedia, cómo sobreviven
en Alemania junto con otros españoles. Entre ellos, la
co-propietaria del bar (Malena Alterio), sus compañeros de piso
Carla (Blanca Suárez) y Rafa, el hermano colgado de ésta (Miki
Esparbé) y un vecino anciano (José Sacristán) que observa con
cínica amargura cómo la historia se repite cuarenta años después
de que él también tuviera que emigrar a esa tierra.
Perdiendo el norte
se centra en ese pequeño núcleo y en las relaciones humanas
establecidas entre todos. Velilla, también guionista de la cinta,
aprovecha la situación para comprometer a sus personajes y crear
tensiones entre ellos, a parte de los evidentes chistes sobre los
tópicos que los españoles tienen sobre los alemanes. La comedia,
como ya ocurría en Fuera de carta,
queda reducida a hiperbolizar situaciones “cotidianas” -y lo
entrecomillamos porque, algunas, muy comunes tampoco son- de sus
personajes. Uno mintiendo a sus padres (unos Carmen Machi y Javier
Cámara pasados de rosca) sobre la buena posición laboral de la que
goza a la vez que oculta a Carla su compromiso con una chica en
España, hasta que deciden hacerle una visita. El otro haciendo lo
posible por ganar dinero para pagarse las clases de alemán. Vamos,
una comedia -romántica- de manual, con secundarios ridículos, cuya
introducción, nudo y desenlace conocemos antes de entrar a la sala.
Como
hemos apuntado en el primer párrafo, si algo salva de la quema a
Perdiendo el norte es
la asombrosa conexión entre sus dos jóvenes -y guapos-
protagonistas. El progresivo enamoramiento de Yon y Blanca pasa por
todas las fases tópicas en este género de películas desde el “te
odio” a la reconciliación pero ambos interpretan con determinación
y cierta gracia esos personajes arquetípicos con los que lidian.
Consiguen transmitir simpatía y, teniendo en cuenta lo endeble del
argumento, ya es algo.
4/10
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