Título original:
Dancing Arabs
Año:
2014
Fecha de estreno:
13 de Marzo de 2015
Duración:
103 min
País:
Israel
Director:
Eran Riklis
Reparto:
Tawfeek Barhom, Yael Abecassis, Michael Moshonov, Danielle Kitzis, Ali Suliman, Laetitia Eido, Marlene Bajali, Razi Gabareen, Norman Issa
Distribuidora:
Karma Films
Quizás, una de las caras
menos conocidas, o a las que menos importancia se dan en un
principio, de los conflictos entre potencias y su imperial e
incesable lucha por la hegemonía sean los daños colaterales hacia
sus conciudadanos. Éstos, ajenos a debates del parlamento, disputas
políticas o guerras armadas, acaban sufriendo las consecuencias
muchas veces, ya sea directa o indirectamente.
Enmarcados en esta
ocasión en el conflicto árabe-israelí, Mis hijos nos cuenta
la compleja convivencia del pueblo árabe y el judío en el Israel
previo a los 90. En concreto, centra su mirada en un joven
palestino-israelí llamado Eyad, que vive en la ciudad de Tira. De
gran inteligencia, el joven es admitido en la mejor escuela de
Jerusalén, en territorio judío. Esto le hará plantearse muchas
cuestiones a Eyad, sobre todo de identidad.
Uno de los puntos fuertes
de la película de Eran Riklis (Los limoneros, El viaje del
director de Recursos Humanos) es reducir un conflicto tan
complicado a algo más sencillo: un contraste cultural. No se
posiciona, pero se muestra implacable ante la injusticia que rodea a
nuestro protagonista. Se agradece también ciertos toques de humor
(muy fellinianos, por cierto) para quitar hierro al asunto, y la
introducción de un tema secundario como sería la parálisis de
Yonathan.
Dancing Arabs es
la novela autobiográfica de Sayed Kashua en la que se basa la
película, y también es el título original de la película, con muy
poco parecido al título traducido en España y que poco sentido le
veo (supongo que va en referencia al personaje de Edna, pero al no
ser ella la protagonista, queda un tanto ambiguo y contradictorio).
La película empieza ligera, con esos toques de humor que comentaba,
y poco a como se va volviendo más seria según va entrando en
materia. Para que esta transición surta efecto tenemos a Tawfeek
Barhom, actor que encarna a Eyad, el protagonista, que consigue
internacionalizar el drama para que el espectador neutro al conflicto
pueda asociarse de alguna manera con la historia. El conflicto de
identidad de Eyad es fácilmente extrapolable y su relación con
Naomi (interpretada por la hermosa Danielle Kitzis) y con Yonathan
abren las puertas a entender la historia desde varias perspectivas,
sobre todo esta última historia y la relación con Edna, la madre de
Yonathan.
Al final, árabe, judío,
oriental u occidental, Eyad acaba teniendo los mismos problemas que
cualquier persona en cualquier rincón del mundo y a los que se
enfrenta llegado a cierta edad, cuestionándose su propia identidad y
cómo encajar en el mundo con el que le ha tocado lidiar. Su relación
con Naomi (judía) está mal vista, y sus rasgos árabes le harán
blanco fácil para el acoso escolar, pero más allá de todo ello,
Eyad deberá tener claro qué camino quiere seguir en la vida y
aprender a renunciar a ciertas cosas por ello.
Una película atractiva y
recomendable, tanto por lo que cuenta por cómo lo cuenta, que aporta
la mezcla justa entre comedia, drama, inteligencia y emotividad en un
relato cercano y muy humano.
7/10
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