miércoles, 10 de agosto de 2016

Nerve. El lado oscuro de Internet.

Título original:
Nerve
Año:
2016
Fecha de estreno:
12 de agosto de 2016
Duración:
96 min
País:
Estados Unidos 
Director:
Henry Joost, Ariel Schulman
Reparto:
Emma Roberts, Dave Franco, Juliette Lewis, Samira Wiley, Emily Meade, Marc John Jefferies, Jonny Beauchamp, Miles Heizer
Distribuidora:
eOne


Henry Joost y Ariel Schulman se dieron a conocer con el documental Catfish, un proyecto donde ya exponían alguno de los peligros de Internet. Especialista en el ámbito cibernético y sus consecuencias, ahora se han enfrascado en la adaptación cinematográfica de la novela juvenil Nerve de Jeanne Ryan. Un producto destinado a un público objetivo juvenil con trasfondo crítico detrás con la cultura tecnológica y el control que Internet ejerce sobre nuestras vidas sin apenas darnos cuenta. La historia se centra en los adolescentes, quienes suponen el estrato social más vulnerable (junto a los niños) a las amenazas de Internet. En este caso, un juego online llamado Nerve está causando furor entre los más jóvenes. Algunos se registran como jugadores para ganar dinero y fama mientras aceptan los retos de los observadores, quienes pagan y deciden qué deben hacer. La protagonista es Vee (Emma Roberts), una pre-universitaria tímida, estudiante aplicada y algo asocial que se mete en el juego como un modo de demostrar que también puede ser guay y saltarse las normas establecidas.

El nivel de riesgo de las pruebas va subiendo hasta niveles realmente peligrosos, desembocando en un final extravagante, salido de un mundo distópico más propio de producciones de ciencia ficción (broma incluida con el universo apocalíptico de Mad Max). Y todo esto grabado en directo a través de los smartphones de participantes y observadores, amantes de las emociones fuertes e invocadores del fantasma de la muerte. Nerve trata de poner el dedo en la llaga en cómo utilizar un medio con tantas posibilidades como Internet. El uso, en este caso, filtrea con la legalidad gracias al anonimato de la red para los observdarores, como si eso les otorgara la protección suficiente para desfasar, como si el anonimato les eximiera de la culpa. Nerve plantea hasta dónde uno es responsable de sus acciones y dónde pone sus límites cada uno.


No se trata de un Gran Hermano descomunal. Nerve incorpora elementos complejos comprensibles dentro de la mentalidad de la sociedad contemporánea donde el morbo, la fama, la adrenalina y el ansia de reconocimiento se establecen como complementos de la vida diaria. Las redes sociales, o más bien el uso descontrolado de las mismas, se ha convertido en una herramienta peligrosa por todo lo que implica su alcance global y la posibilidad de compartir tu privacidad, a priori, voluntariamente. Porque exponer tus datos privados en Internet permite que tu vida sea conocida con cierto descontrol. Como pasa en Nerve, el servidor del juego recoge todo lo relacionado con el jugador para usarlo a favor/ en contra de él mientras una red de depravados voyeurs controlan el juego y pagan por verlos sufrir. Para qué engañarnos, el componente de visión y, en este caso participación, exterior casi siempre implica dificultades añadidas para el observado. Los observadores complican, putean y establecen unas circunstancias cuasi insalvables para los participantes en aras de la diversión.

Todo ese dominio se critica en Nerve como un manejo negativo de Internet al caer en manos malévolas y aprovecharse de las ganas de dinero y notoriedad de la gente joven (véase Instagram). Son los adolescentes principalmente el mundo retratado en esta película, el estracto social con más tendencia a dejarse influir por su entorno y las modas. Todo el rollo juvenil influye el estilo visual moderno y frenéitco que Joost y Schulman confieren a su película. Un ritmo enérgico basado en un montaje dinámico con una estructura sencilla pero efectiva cuyo aspecto visual destaca entre tantas luces de neón y colores chillones en el ámbito urbano de Nueva York que se erige como escenario de lujo para el juego. El punto de vista cobra gran importancia, apostando por la visceralidad de los vídeos DIY, esto es, como si los estuviera grabando el personaje mismo, con esa sensación de planos aberrantes, cercanos y claustrofóbicos.


Sus protagonistas, Dave Franco y Emma Roberts transmiten una fuerte química cuando comparten escenas (que no son pocas) y él incluso hereda -o clona- el carisma de su hermano. Eso sí, la película resbala con el trasfondo dramático impostado para los personajes, ejemplificado en la figura del hermano fallecido de Vee o en el pasado desconocido de Ian (Franco). En su conjunto, Nerve resulta muy entretenida y divertida durante su metraje, con los vertigionosos retos, sobre todo si dejamos de lado las consideraciones morales implícitas. Está claro que a pesar de su carácter evasivo contiene un mensaje potente criticando el poder de los dispositivos conectados a la red; algo más patente en el tramo final de la película, cuando ésta se vuelve más convencional y concluye con un remate decepcionante e inverosímil aunque coherente con su crítica. 

7/10 

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