martes, 9 de septiembre de 2014

Ojalá estuviera aquí. Poco en común.

Título original:
Wish I was here
Año:
2014
Fecha de estreno:
12 de septiembre de 2014
Duración:
106 min
País:
Estados Unidos
Director:
Zach Braff
Reparto:
Zach Braff, Kate Hudson, Josh Gad, Joey King, Pierce Gagnon, Mandy Patinkin, Jim Parsons
Distribuidora:
Vértigo


Tras una corta pero intensa campaña de crowdfunding para financiar su nuevo proyecto, Zach Braff vuelve a ponerse tras las cámaras. Braff escribe el guión -esta vez junto a su hermano mayor, Adam-, dirige y protagoniza Ojalá estuviera aquí. Vamos, una especie de Juan Palomo, como ya hiciera en su debut direccional hace diez años con la aplaudida Garden State, sin embargo, Braff parece haberse estancado y no demuestra crecimiento tras las cámaras. Porque Ojalá estuviera aquí se asemeja a una continuación lógica, años después, del personaje principal de Garden State. Ambos comparten la característica de estar desorientados, en un punto de no retorno; ambos tienen un padre con carácter y han perdido a su madre. Difieren en la paternidad.

En esta ocasión, el personaje de Braff es Aidan, un padre treinteañero aún en la incesante búsqueda de la felicidad persiguiendo su sueño como actor a pesar de tener otras obligaciones en la vida. Cuenta con el apoyo de su mujer (Kate Hudson) aunque ese pilar comienza a tambalearse cuando la educación de sus dos hijos se pone en entredicho. Gracie (Joey King) y Tucker (Pierce Gagnon) van a una escuela privada judía costeada por el abuelo (Mandy Patinkin) a quien el cáncer ahoga sin remisión. El abuelo decide seguir un tratamiento experimental carísimo que le obliga a dejar de pagar el colegio a sus nietos. Así, Aidan decide dar clases en casa a sus hijos lo cual servirá de estimulante a este inmaduro, soñador y utópico personaje ante la crisis existencial acrecentada por la inminente muerte de su padre.


La película está planteada de manera que el protagonista se redescubra y logre una madurez personal plena. Se trata de un drama tintado de sentimentalismo, comedia tonta y elementos fantasiosos -estos últimos tratarán de funcionar como un revulsivo, con significado metafórico. Pero esos tres colores no terminan de combinar en Ojalá estuviera aquí pues Braff los mezcla sin la maestría y la frescura perenne (según algunos) de su opera prima. Su segunda película transita por caminos mil veces escrutados en otras propuestas de género similar, sobre todo en el tercio final. No puede ocultar su tendencia a la previsibilidad, al lagrimeo. Intenta aportar frescura con ese toque indie y las escenas de supuesta “locura”, de “vivir la vida” que acaban resultando insertos inútilmente excéntricos para resaltar la peculiaridad de unos personajes “únicos”.


Unos personajes que no son lo suficientemente sólidos ni se hacen querer, en especial ese protagonista cabezota. De hecho, las subtramas cuajan a medio gas mientras enmascaran aún de más clichés o excentricidades absurdas la historia (como todo el rollo del hermano friki que no se habla con el padre o lo del acoso laboral a la esposa de Aidan). Asimismo encontramos pequeños detalles fuera de lugar como lo del rabino motorizado. No obstante, y pese a que se vea a leguas su intención final, hay un par de momentos potentes. Destacamos la interpretación de Kate Hudson (sí, en serio) y la de Mandy Patinkin así como la intensa (y melodramática) escena que ambos comparten en el hospital. En conclusión, nos queda una propuesta bienintencionada en su base pero con escaso calado emocional ya que se le ven las costuras a la hora de aleccionarnos sobre la vida y la continua amenaza de la muerte. Es inevitable compararla con Garden State en muchos aspectos -también en la banda sonora, plagada de temas indies- y, por esa razón, para la mayoría Ojalá estuviera aquí será una rotunda decepción.

5/10

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