Título original:
Trois souvenirs de ma jeunesse
Año:
2015
Fecha de estreno:
27 de Mayo de 2106
Duración:
123 min
País:
Francia
Director:
Arnaud Desplechin
Reparto:
Mathieu Amalric, Lou Roy-Lecollinet, Quentin Dolmaire, Olivier Rabourdin, Raphaël Cohen, Lily Taieb, Pierre Andrau, Elyot Milshtein, Clémence Le Gall
Distribuidora:
Vértigo Films
Tras el traspiés que
supuso para su filmografía Jimmy
P., Desplechin vuelve a las relaciones de pareja que tan bien
le han ido en su carrera. También vuelve a contar con su actor
fetiche, Mathieu Amalric, aunque en esta ocasión quedará en un
segundo plano al tratar la mayor parte de la película de los
recuerdos de juventud del personaje que interpreta el actor. Esto nos
brinda la oportunidad de conocer a dos debutantes como son Quentin
Dolmaire y Lou Roy-Lecollinet y que acaban siendo parte del gran
encanto de Tres recuerdos de mi juventud.
Es curioso que Desplechin
decida titular su película “tres recuerdos...” cuando realmente
solo uno de los tres recuerdos se cobra el protagonismo indiscutible
de la película. Cierto es que los otros dos no son gratuitos, sino
que dan cuerpo y consistencia al personaje de Paul Dédalus (los
conocedores de la obra de Desplechin sabrán ya que siempre usa los
mismos nombres para sus personajes). El problema es más bien
narrativo, cuando se decide hacer particiones a modo de capítulos,
pero su duración e importancia no tienen consonancia alguna entre
sí. Realmente tampoco lastra mucho esta apuesta personal del
director, pues cuando entra en materia, en la historia que realmente
se nota que quiere contar (la de la relación de Paul y Esther), la
película gana enteros.
Y ya no es tanto la
historia que se cuenta (a fin de cuentas, historias de amor a visto
millones la gran pantalla), sino el sentimiento y la cercanía que
desprende, lo que nos acaba cautivando con relativa sencillez. A los
franceses siempre se les ha dado bastante bien eso de los amores
juveniles, pasionales. Ahí están dos autores (los primeros que me
vienen a la mente) como Mia Hansen-Løve y Philippe Garrel que han
tratado el 'amour fou' con gran acierto. Desplechin es otro de ellos
y en Tres recuerdos de mi juventud nos presenta a Paul y
Esther y su relación liberal y apasionada tras varios años.
Historias que dejan su huella en las personas, tanto Dolmaire como
Lecollinet han sabido capturar momentos mágicos y bellos en su
relación cinematográfica, pero no menos mérito tiene el director,
quien apuesta precisamente por pocos ensayos y dejar a los actores
que 'sean' y no que actúen' el personaje. Gracias a esta forma de
trabajar es que su última película se distancia de un drama
romántico al uso para conferir uno bastante entrañable,
incorporando sellos personales como cierto cambio de narrador (del
protagonista a uno omnipresente) y esas cartas narradas hacia la
cámara, haciendo que la implicación del espectador aumente.
Galardonada con el César
a la mejor dirección, la nueva obra de Desplechin contiene los
suficientes ingredientes para que sigamos viendo a Francia como el
baluarte del amor espontáneo, visceral y fugaz.
7,5/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario