The man who knew infinity
Año:
2015
Fecha de estreno:
13 de mayo de 2016
Duración:
114 min
País:
Estados Unidos
Director:
Matt Brown
Reparto:
Dev Patel, Jeremy Irons, Devika Bhise, Toby Jones, Stephen Fry, Jeremy Northam, Kevin McNally, Enzo Cilenti, Shazad Latif
Distribuidora:
Vértigo
¡Ay, los biopics! Esas
películas retratadoras de la personalidad de un personaje influyente
en su rama o, al menos, de una faceta de ese personaje. Aunque es de
mal gusto generalizar, los elementos comunes entre las películas
biográficas son tan particulares, que todas parecen estar cortadas
con un mismo patrón estancador. Cuando se hacen desde el
academicismo -e intentando quedar bien con el "homenajeado"-,
se cae en clichés tanto formales como de contenido. Suelen ser obras
amables -independientemente del tema tratado-, ensalzando la figura
pública pertinente, adornadas con dramatismo rayante en el
sensacionalismo y cubiertas de una corrección formal sin apenas
riesgo narrativo. ¿Ejemplos recientes? La
británica La teoría del todoo la francesa Yves Saint Laurent.
Si delimitamos más el radio de actuación, porque la crítica de hoy
versa sobre El hombre que conocía el infinito -biopic
sobre un matemático- tenemos también Una mente
maravillosa.
Ron Howard plasmó
en su película dos vertientes diferenciadas: el estudio de los
números y un romance dramático, enfatizando en la enfermedad mental
de Nash. Eficaz, efectista y ganadora de cuatro Óscars, Una mente
maravillosa no es para nada comparable a El hombre que conocía
el infinito. El debutante Matt Brown no ambiciona premios y
reconocimientos. Desde su poca experimentada trayectoria, Brown
sucumbe a un bienintencionado biopic hecho con cariño hacia
el personaje real pero sin la profundización requerida en la
fascinación de la historia, metiendo elementos externos para realzar
el drama. Quizá pensó en abrirse a un espectro más amplio de
público así, porque a ver quién se interesa por una película sólo
de números.
El hombre que conocía el infinito
relata la última etapa de la
vida del joven matemático indio Ramanujan. Una travesía de
unos años conociendo la relación establecida entre Ramanujan y su
mentor en Inglaterra Hardy y de cómo de esa forzosa amistad,
salieron brillantes teorías -como la de los agujeros negros- que, en
la actualidad, casi un siglo después de la muerte de Ramanujan, aún
los estudiosos utilizan para sus cálculos y demostraciones
científicas. La película se centra en la pasión por los números
del joven indio quien, harto de no prosperar en sus estudios en India
decide enviar una carta a Cambridge. Cuando Hardy se interesa por él,
le invita a Inglaterra (algo prohibido por la religión de Ramanujan,
el viajar más allá del océano). Matt Brown, partiendo de la base
de la novela de Robert Kanigel, cuenta la relación de aprendizaje
mutuo establecida entre mentor y alumno.
El excéntrico y asocial Hardy
-solvente Jeremy Irons- representa el extremo opuesto a Ramanujan
(carapalo y pavisoso Dev Patel). El mentor obliga a Ramanujan a
probar sus teorías, sus fórmulas con demostraciones, desde el
excepticismo de su mente matemática. Pero el indio, autodidacta y
apenas sin estudios en la materia, le habla del poder de la fe, de la
ayuda de Dios y la intuición. Sea como fuere, el posible conflicto
entre los dos personajes, por sus creencias, nunca rebasa la barrera
del enfrentamiento; se habla del tema pero, como en casi toda la
película, parece no querer mojarse en temas comprometedores.
El resultado deriva en un biopic
anodino sobre una figura
desconocida para el gran público, más allá del área de su ámbito
de estudio. Encorsetada y linealizada en sí misma, El
hombre que conocía el infinito
carece de un clímax en esa pasión matemática -acuciada por la
tuberculosis que padeció Ramanujan- o en sus descubrimientos. El
drama rellena minutos proviene del trasfondo de Ramanujan entre lo
que dejó atrás en La India -su esposa, su madre dominante-, los
problemas en la sociedad británica -soledad, racismo, envidias- y el
marco temporal donde se desarrolla la historia -Primera Guerra
Mundial- pero, como pasa de puntillas por todos los temas, la ópera
prima de Matt Brown adolece de
profundidad y sentimiento.
5/10
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