Pas son genre
(Not My Type)
Año:
2014
Fecha de estreno:
8 de enero de 2016
Duración:
111 min
País:
Francia
Director:
Lucas Belvaux
Reparto:
Émilie Dequenne, Loïc Corbery, Sandra Nkake, Charlotte Talpaert, Anne Coesens
Distribuidora:
Sherlock
En
una entrevista, Loïc Corbery definía a Clement, su personaje en No
es mi tipo, como
“un joven intransigente cuando se trata de su libertad en todas las
acepciones de la palabra”.
Se trata del típico cultureta, un intelectual -además profesor de
filosofía- apasionado de su trabajo y de la vida social parisina. Su
carácter es frío, distante, libre en sus acciones y en su corazón.
Cuando Clement es trasladado a una universidad de provincias, se
encapricha de una peluquera con quien no tiene nada en común. Será
su mujer mientras viva en ese pueblo. Aunque no tengan ningún
interés conjunto ni en lo cultural ni en lo social. Él lee a Kant,
ella revistas de prensa rosa.
Lucas
Belvaux, director y guionista de No
es mi tipo,
ha partido de una novela de Philippe Vilain para elaborar esta
agradable comedia romántica con más lecturas de las a priori
mostradas. Belvaux ha roto el punto de vista exclusivamente masculino
de la novela -narrada en primera persona- para darle un aire
universal a su película dándole el mismo protagonismo a los dos
personajes principales. Además de Clement, tenemos a Jennifer
(Émilie Dequenne), una madre divorciada de actitud jovial y
positiva. A pesar de los traspiés amorosos sufridos hasta ahora, se enamora hasta las
trancas de Clement. La disposición alérgica de él ante el
compromiso, su falta de generosidad; les hace incompatibles en muchos
aspectos.
Al
espectador, lo primero que le llama la atención es la brecha
cultural -insalvable- entre ambos personajes. ¿Cómo va a triunfar
una relación entre una mujer fan de Jennifer Aniston y un hombre
adicto a la filosofía alemana? Pero la película no va de eso. Lucas Belvoux reflexiona sobre el
amor, sobre las relaciones de pareja y su lado tóxico. No se decanta
ni por la comedia ni por el drama; pasea de puntillas por los dos
géneros regalando una película de ameno visionado, desarrollo
convencional y de poso final duro. Un “romance” entre estos dos
seres antagónicos lleno de altibajos.
En
un principio, Clement, a ojos del espectador, parte con el obstáculo
de ser un ente cuasi desalmado en contra de una Jennifer siempre
sonriente, luchadora y feliz. Sin embargo, el transcurrir de los
minutos disecciona la verdadera condición de este profesor,
solitario, con miedo a sufrir y de esta peluquera desencantada del
amor pero con esperanza de encontrar al hombre de su vida. Belvaux se
esfuerza por no emitir juicios morales hacia los protagonistas. Éstos
actúan, con sus consecuencias; cada uno tiene sus motivos para ser
como es y el director nos muestra sus particularidades.
Y
los personajes funcionan, nos creemos ese romance imposible gracias al buen feeling
existente
entre los dos protagonistas. Émilie Dequenne encarna a la guapa
peluquera, “sexy si ella se lo propone” que seduce, sin quererlo, al amargo profesor, interpretado por Loïc Corbery, un
actor muy versado en teatro y prácticamente novato en el cine. Su
personaje es feo de corazón pero él sabe, con esa sonrisa luminosa
y esos matices, darle un giro de 180 grados para empatizar con el
público.
Aún
cuando parece ser, por su nudo, una película del montón, No es
mi tipo posee elementos de profunda reflexión. El respetable se
reirá con los personajes y se decepcionará, como ellos. Belvaux
pone el dedo en la llaga en las relaciones románticas y son muchas
las escenas que definen el futuro de los personajes. La del carnaval
en Arrás con ese duro golpe emocional para Jennifer. O el
inspiracional, revelador, motivador y dolorosamente conmovedor solo
en el karaoke de Émilie Dequenne. El I will survive de Gloria
Gaynor cobra un gran significado poniéndolo en contexto en su
romance. Para mí, la mejor escena de la película.
6/10
A mí, por el contrario, me ha parecido una excelente película que de forma brillante reflexiona sobre las influencias personales, la relatividad de lo que entendemos por madurez, la sempiterna confrontación entre la realidad y lo imaginado, la necesidad de aprender de lo aparentemente sencillo que muchas veces es más profundo, libre y humano que los universos intelectuales recreados, de la necesidad de volcarnos en los demás como el respeto que hay que tener con el autor de una novela al leerla hasta el final y que muchas veces Pigmalion es más alumno en la vida que profesor. La interpretación de esta chica es un sencillo prodigio y su transformación desoladora pues va poco a poco despojándose de la maravilla vitalidad que la define. Él también muta y la ama y necesita tanto o más que ella, pero puede que demasiado tarde. Sí solo románticos pensaremos que ella se marcha para promover en él una última reacción y removerá cielo y tierra para encontrarla. Pero me temo que no, que como la canción final - son tres canciones y cada una define las tres etapas del periplo sentimental de ambos - ella decide seguir buscando ese amor ideal. Confrontación o juego de espejos que en su aparente diferencia nos muestran que a fin de cuentas el dolor del presente siempre fue la felicidad del pasado.
ResponderEliminarEl corrector me mata y escribir desde el móvil debería de estar prohibido.
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