Título original:
Saul fia (Son of Saul)
Año:
2015
Fecha de estreno:
15 de Enero de 2016
Duración:
107 min
País:
Hungría
Director:
László Nemes
Reparto:
Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Sándor Zsótér, Todd Charmont, Björn Freiberg, Uwe Lauer, Attila Fritz
Distribuidora:
Avalon
Este
viernes se estrena la recientemente nominada a los Oscars como
Película de habla no inglesa, y favorita en las quinielas, El
hijo de Saúl; película ambientada en uno de los crematorios de
Auschwitz que supone el debut en la dirección de Lázsló Nemes.
Nemes tras trabajar como ayudante de dirección bajo las órdenes de
Béla Tarr en El hombre de londres en 2007. Indudablemente se
nota su influencia en la película. De hecho, fue durante la
filmación de ésta que encontró en una libería Des
voix sous la cendre
que hanla de los 'sonderkommando' y empezó a interesarse por contar
la historia que acabó convirtiéndose en El
hijo de Saúl.
Los
'sonderkommando' eran prisioneros de las SS con la labor de escoltar
a los nuevos prisioneros, desde sus transportes hasta la cámara de
gas. Desvestirlos, hacerlos entrar y, posteriormente, sacarlos,
quemar sus cadáveres y limpiar las cámaras para volver de nuevo a
hacer una y otra vez lo mismo. Como una cadena de una fábrica.
Solían tener una vida de unos tres o cuatro meses, hasta que los
eliminaban y eran reemplazados por otros, para evitar testigos del
exterminio. La película recrea uno de estos sonderkommando
y aunque no
está basada en ninguna historia real en concreto, sí tiene como
finalidad ser lo más veraz posible y recrear lo más fidedignamente
posible la labor de estos prisioneros. Para adentrarnos en él,
seguiremos al protagonista, Saul Ausländer, casi literalmente, pues
la cámara en muchas ocasiones “se pega” a la espalda y nuca del
personaje para que seamos testigos con la menor manipulación posible
por parte del director. Esto me trae a la mente a Stalker
de Tarkovsky (aunque no venga a cuento). Géza Röhrig, el actor que
encarna a Saul, realmente no es actor de profesión, sino poeta, pero
Nemes lo eligió por su ambigüedad e impasibilidad.
El
hijo de Saúl
es un relato de difícil acceso, por la poca información que tenemos
del protagonista, que lo hace poco proclive a la empatía con el
espectador, pero es un fascinante viaje y un enorme trabajo de
recreación de un periodo de la historia que, de por sí, ha dado ya
muchos relatos a la historia del cine, pero Nemes sabe enfocarlo para
no caer en idealismos de héroes y relatos de supervivencia comunes,
sigo que da una visión más tangible, más precisa, casi cercana al
documental. Con Masacre, ven y mira
en la mente del director (pero huyendo de los artificios que Klimov
puso en su película), recorremos los distintos escenarios de un
campo de concentración de Auschwitz mientras el protagonista se
obsesiona, quizás como única vía de escape a la barbarie, con el
cadáver del que cree ser su hijo y en su lucha por darle un
entierro, lejos del crematorio.
En
la película es muy importante el sonido y el fuera de campo. Es más
lo que no vemos que lo que Nemes nos deja vislumbrar, dejando a la
mente trabajar en ese ámbito de recreación. La idea es ponerse en
la piel de Saul, ver lo que él ve, desconocer lo que él desconoce y
vivir las emociones que él vive. Hay una escena en unas fosas, la
más impactante del relato, que sobrecoge.
“Traicionaste
a los vivos por un muerto”, le dicen en un momento dado al
protagonista. Pero quizás es la única manera de 'vivir' que le
quedaba a Saúl.
Por
su estilo e intenciones del director, no podemos hablar de una
película disfrutable al uso, que depende mucho del estado receptivo
del espectador y su predisposición frente al visionado, pero la
virtud con la que László Nemes ha ahondado en un lugar tan común
en el imaginario como son los campos de concentración y ha sabido
darle luz nueva, merece ser reconocida.
6/10
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