Título original:
The End of the Tour
Año:
2015
Fecha de estreno:
22 de Enero de 2015
Duración:
105 min
País:
Estados Unidos
Director:
James Ponsoldt
Reparto:
Jesse Eisenberg, Jason Segel, Anna Chlumsky, Joan Cusack, Mamie Gummer,Mickey Sumner, Chelsea Anne Lawrence, Lindsey Elizabeth
Distribuidora:
Sony Pictures Releashing
Cualquiera que siga
con algún cuidado el mundillo que gira alrededor de Sundance y toda su
maquinaria de “cine indie-industrial”, sabrá que el nombre de Ponsoldt viene
sonando fuerte los últimos años. Los que no, puede que tarden en reconocer al
director de “The Spectacular Now”, una muy apreciable obra que fue muy alabada
en 2013, o incluso puede que ni lo reconozcan; pero lo cierto es que viene
siendo una de las caras más interesantes del medio, sin grandes alardes
estéticos ni presencia en premios importantes, revelándose como un amante de la
puesta sencilla y eficiente y un gran director de actores. The End of the Tour
no sólo ratifica el talento de Ponsoldt sino que le permite dar un paso
adelante con respecto a lo que se veía viendo de él.
The End of the Tour
se basa en las entrevistas que el periodista y escritor David Lipsky, realizó
al afamado escritor David Wallace en el año de la publicación de su obra más
famosa y aclamada “La broma infinita”. Un planteo que acude a la conversación
banal como principal elemento para construir a los personajes y que logra
grandes resultados en un terreno que no por ser muy visto es precisamente
sencillo. Lo que en principio es una relación de respeto y admiración por parte
del entrevistador, va mutando en la medida en que aparecen y chocan las personalidades
de ambos, sus miedos y sus inseguridades; todo manejado con una naturalidad muy
conseguida. Si bien se puede acusar al guión de Margulies permitirse alguna que
otra disertación grandilocuente (más de lo conveniente en una película que
aspira a construirse a partir del reflejo de una cotidianeidad), no se podrá
decir ni un pero contra la portentosa recreación de un personaje complejo y
extravagante como el de Wallace.
Y es aquí donde entra
a jugar Ponsoldt pues quien piensa en Jason Segel nunca piensa realmente en un
actor importante, sin embargo aquí realiza una interpretación que pone la piel
de gallina. Completamente caracterizado, puedes hasta olvidar quien es, puedes
incluso no reconocerlo nunca. Segel se convierte en Wallace de una manera que
impresiona. Una nueva demostración de lo que este director puede hacer con un
actor y con un personaje, como ya lo había hecho con Miles Teller en “The
Spectacular Now” y con Mary Elizabeth Winstead en “Smashed”. Tanto como
personaje como interpretación, la estrella de la cinta Jesse Eisemberg no se
queda muy atrás, aunque lejos del efecto camaleónico de su compañero.
Detrás de esas conversaciones de entrevistador y entrevistado, el guión nos lleva por los oscuros recovecos de la fama, donde nos muestra una panorámica completa del miedo y la inseguridad con la que un hombre común afronta el hecho de ser conocido y admirado por todos. La mirada de Lipsky (y la nuestra) sobre el escritor se va tranformando y pasa desde la típica noción del genio en la torre de cristal a la frágil imagen de un tipo timorato, repleto de vicios ridículos (poco sexys, como decía el propio Wallace) y de complicado trato. Todo un golpe para una industria que suele vender a sus escritores como modelos de vida a seguir.
Una distinción de esta
cinta con respecto a todo lo que habíamos visto de Ponsoldt, es que
generalmente trabajaba con historias en donde la tragedia empezaba en la
superficie y se mantenía así hasta que la alegría emergía de a poco, muy al
estilo de las miles de películas de “auto-ayuda” que pululan por ahí. En The
End of the Tour, si bien el director no se queda sólo con el lado amargo, la
tragedia se mantiene siempre en el fondo, y la luz de esperanza en el mundo de
la película es mucho más sutil y menos inocente que en las anteriores.
Aún con el marcado
vuelco al lado trágico, el director no traiciona su vocación por predicar el
lado luminoso de la vida. La tragedia, la pérdida, las experiencias difíciles
son parte de la vida y del aprender a vivir; y esta es, ante todo, una película
que reflexiona sobre la vida; una reflexión que sabe ocultarse dentro de esta
relación tormentosa entre dos hombres que deseaban lo que tenía el otro, en
esta crítica hacia la industria del consumismo y lo que hace con el arte y a la
búsqueda desesperada de la fama. Todo ello condensado en 105 minutos de
maestría actoral y de virtuosismo de guión que no dejarán indiferente. Resulta
difícil hablar tan temprano de “Mejor película del año”, pero ciertamente es
una de las cintas que más tiempo estará en mi cabeza en los próximos meses.
7/10
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