Eisenstein in Guanajuato
Año:
2015
Fecha de estreno:
08 de enero de 2016
Duración:
105 min
País:
Holanda
Director:
Peter Greenaway
Reparto:
Elmer Bäck, Stelio Savante, Maya Zapata, Lisa Owen, Luis Alberti, Rasmus Slätis, Raino Ranta, Alan Del Castillo
Distribuidora:
Alfa / Betta
Siendo
unos auténticos neófitos en la filmografía de Peter Greenaway pero
conociendo su fama, uno se acerca a él por primera vez con respeto.
Un cinéfilo suele recibir con júbilo cualquier película sobre cine
dentro del cine aunque sea un biopic profano, como señalan por ahí.
Eisenstein en Guanajuato
está basado muy libremente en unos hechos reales "morbosos", algo
así como ocurriese en La
última aventura de Robin Hood.
Sergei Eisenstein fue un pionero en la historia del cine con una rica
aportación en el ámbito del montaje como así demuestran El
acorazado Potemkin u Octubre,
dos de sus obras maestras incontestables. Como todo ser humano,
Eisenstein tenía altibajos y tras el fracaso que supuso su salto a
América entró en una crisis y acabó viajando a México para
intentar rodar una película. Tenía fama de promiscuo, de ser muy
abierto, y Greenaway ha aprovechado una anécdota para desarrollar
una película.
Vital para el protagonista, el punto de partida no deja de ser una
anécdota en la vida de un genio que será más recordado por su obra
que por su orientación sexual. Las carencias afectivas de Eisenstein
eran suplidas con la genialidad narrativa. Peter Greenaway camina
sobre el fino alambre entre el respeto a un mito y la ridiculización
al explotar su gusto por el morbo y, así, Eisenstein en
Guanajuato es una estridencia visual y también narrativa. Desde
la primera escena el director británico deja patente su sello, ese
que le ha hecho convertirse en un barroco realizador de excesos.
Esta primera aproximación al cine de Greenaway se ha saldado con
un resultado muy poco satisfactorio. No solo porque ha hecho
tambalear los cimientos de un tótem del cine soviético -del cual
desconocía su vida privada- sino también por las elecciones
estéticas y la endeble progresión narrativa que el director
confiere a su film. Aunque la puesta en escena rezuma cierta belleza,
el arriesgado uso del lenguaje cinematorgráfico de Greenaway -algo
que lleva haciendo a lo largo de su carrera- convierten a Eisenstein
en Guanajuato en una rara avis dentro de la cartelera
española. El británico es un cineasta interesado en la
artificiosidad del medio; le gusta recordarle al espectador que está
viendo una película. Como decíamos, se nota una cuidada puesta en
escena con una delicada composición e iluminación derivada de su
instrucción como pintor y la paleta de colores cálidos rebosa
intimidad; una intimidad que se ve amenazada por la constante
obsesión fálica y mórbida del director
Asimismo otros elementos que nos recuerdan que estamos ante una
obra de ficción son la partición en tres de la pantalla para contar
la escena o el eco en el diálogo. Comentábamos antes sobre
elecciones incomprensibles (dejémoslo en antiestéticas) y, entre
ellas, mencionaremos la mareante cámara con movimientos circulares
siguiendo a un personaje que también camina en círculos, lo cual crea
una sensación de falso vértigo y rechazo hacia la escena.
No nos podemos tomar la película como un documento histórico
verídico pues, ante todo, se trata de una recreación de un hecho
puntual sobre Eisenstein (el descubrimiento y consumación de su
sexualidad) y poco tiene que ver con su faceta como cineasta. No le
vemos dirigir; Greenaway se centra en el componente "humano"
desde el prisma escabroso y repulsivo. Sexo explícito, enormes penes
distribuidos a lo largo del metraje, mucho blablablá -pedante- y la
conquista del culo del soviético, tal cual.
4/10
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