The Hunter
Año:
2011
Fecha de estreno:
14 de Agosto de 2015
Duración:
88 min
País:
Australia
Director:
Daniel Nettheim
Reparto:
Willem Dafoe, Sam Neill, Frances O'Connor, Sullivan Stapleton, Dan Wyllie, Callan Mulvey, Jacek Koman, Morgana Davies
Distribuidora:
La Aventura Audiovisual
Sumándose a la larga lista de películas que olvidaremos
rápidamente, llega a cines la ópera prima de Daniel Nettheim, El Último
Cazador, cinta australiana que intenta ser una especie de cántico de amor a la
naturaleza y al mundo selvático de Tasmania con el empaque de un desconcertante
(en el peor de los sentidos) thriller, y con Willem Dafoe como protagonista y
principal reclamo comercial.
La película ilusiona con su arranque: nos muestra un
imponente Dafoe en el papel de un cazador hosco y solitario que está a punto de
meterse en la complicada misión de capturar vivo al último ejemplar del Tigre
de Tasmania, especie que llegó a creerse extinta, y que es ambicionado por más
de una gran corporación. El halo místico que envuelve cada momento de la
búsqueda, con ese paraje casi mágico (maravillosamente aprovechado por una gran
fotografía) y la presencia fantasmal de un animal prácticamente legendario es
de lejos lo mejor que puede ofrecer la cinta; sin dudas el único elemento que
sale bien parado. Porque después del buen inicio, el director demuestra no
tener mucha confianza en el concepto por sí solo, y comienza a decorar el tema
central con dos tramas que además de estar muy vistas, están ejecutadas de
pésima manera.
El personaje de Dafoe actúa en el anonimato y se hace pasar por uno de los tantos activistas pro-naturaleza que están parando en el pueblo. Debe parar en una casa donde habita
una familia desintegrada por la reciente desaparición (y más que probable
muerte) del padre de familia, un naturalista que se había hecho de muchos
enemigos en un pueblo que debe su existencia a la tala indiscriminada de
árboles. En este punto, la película se hunde durante un largo rato en un drama
familiar demasiado visto y repleto de golpes bajos, donde una mujer deprimida (Frances O'Connor) y
dos niños perspicaces traban una tensa pero dulce relación con el protagonista,
que humaniza al cazador y le provoca la necesidad de cuestionar sus principios.
Todo digno de un mal telefilm y con escenas bastante sosas que van en esa dirección.
Cuando nuestros peores temores acerca de adonde nos lleva
esto se empiezan a materializar, la película se saca de la manga una loca
sub-trama sobre una red de maldad por debajo de la cotidianeidad del pueblo que
llega más lejos de lo que podemos imaginar. El giro que tomarán los hechos en
este punto es en exceso absurdo y nos lleva por el camino de una rocambolesca
conspiración que apenas se sostiene lógicamente. ¿Y toda esta locura se
relaciona con el Tigre y la cacería? Ciertamente sí, aunque a la larga no ha
sido sino maquillaje para estirar una cinta que no daba para tanto. El mensaje
obvio emerge en un final demasiado ceremonioso aunque correctamente filmado que
sirve como redención para ambos personajes (el cazador y el tigre) pero no para una película que ha dado demasiadas vueltas para llegar a ese punto. El final demuestra
que quizá con mejor planeación y menos concesiones, se podría haber conseguido
una película más sencilla y sincera.
Los amantes de la naturaleza pueden encontrar en El Último
Cazador una cinta interesante y con valores importantes, sin embargo quienes
busquen una experiencia cinematográfica decente, me temo que ésta no es su
película. La búsqueda desesperada de poesía, de un paralelismo forzado entre el cazador y el cazado, se mezcla mal con una trama efectista y por momentos ilógica, y el resultado de este combo es el de una cinta imcapaz de grabarse en nuestras memorias.
4/10
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