Título original:
Ma Loute
Año:
2016
Fecha de estreno:
21 de Abril 2017
Duración:
122 min
País:
Francia
Director:
Bruno Dumont
Reparto:
Fabrice Luchini, Juliette Binoche, Valeria Bruni Tedeschi, Brandon Lavieville, Raph,Didier Després, Cyril Rigaux, Jean-Luc Vincent, Laura Dupré
Distribuidora:
VerCine / La Aventura Audiovisual
Tras su salto a la
comedia con L’il Quinquin, el duro y sádico Bruno Dumont vuelve al ruedo con
una película que continúa la línea iniciada por su miniserie de 2014 pero subiendo
la apuesta por el absurdo y la excentricidad, hasta el punto de presentar una
obra por momentos desconcertante pero sumamente satisfactoria. Por supuesto, la
apuesta por la comedia no significa la renuncia a su universo violento y
grotesco, pues la oscuridad en La Alta Sociedad está a la altura de las más
duras películas del francés, siendo lo estrambótico de su empaque poco más que
el maquillaje de un análisis social más serio.
Ma Loute es el hijo
mayor de una familia de pescadores que además trabaja en el negocio local de
transportar personas (manualmente) a través del Río Slack. Los pescadores que
viven en lo más bajo de la escala social y geográfica son hoscos, con cara de
pocos amigos, con una fuerte carga de resentimiento social y con bellezas no
normativas, para decirlo amablemente. Todo lo contrario se vive en la cúspide
geográfica y social, donde tienen lugar las estrambóticas costumbres de una
familia adinerada dedicada a los lujos más idiotas y a las preocupaciones más
sencillas. En la Bahía Slack, lo que debe estar separado está separado, sin
embargo es la forma en que los dos mundos empiezan a comunicarse lo que empieza
a mover la película.
En esta cinta Dumont
abandona la conocida austeridad de su puesta en busca de una excentricidad y un
colorido desconocido en su filmografía. Así, la caracterización ridícula de esa
alta sociedad y el espacio completamente absurdo en que viven y se relacionan
(hay una vivienda extravagante desde la arquitectura misma) contrasta
directamente con lo que pasa en la bahía, siendo el espacio de los marginados
en donde la fotografía y la puesta vuelven a temas más típicos de las cintas
del francés, con una fuerte presencia del ser humano mimetizado con el paisaje
y la naturaleza (aquí más que nunca se enfatiza la presencia del rasgo
geográfico en la diferenciación social).
Otro elemento que se
vuelve recurrente en las comedias de Dumont es la ridiculización de las fuerzas
del orden. Si el L’il Quinquin el comandante Van der Weyden hacía gala de un
motricidad problemática y una poco agraciada inteligencia, los inspectores
Machin y Malfoy (que recordarán un poco a Hernández y Fernández de Tintín)
vienen a ofrecer una renovada galería de torpezas. Su investigación resulta tan
ridícula e inútil que lejos de llevar tranquilidad a aquella alta sociedad
sobre el preocupante caso que investigan (la misteriosa desaparición en serie
de buegueses en la bahía), dejan el hueco a todo tipo de fantasías
sobrenaturales. En este caso, el director francés decide poner al espectador
por delante de los detectives revelando bien pronto el misterio, para así
desarrollar libremente los temas que le interesan.
Una vez más, en un
mundo perdido en el odio son los niños los que muestran las relaciones más
puras, aunque aquí el cabrón de Dumont no nos deje tan buena sensación como la
que nos dejaba L’il Quinquin. Quizá porque aquí los niños son mucho más grandes
y están mucho más empapados del mundo adulto, quizá simplemente porque no está
cómodo con el lado luminoso de la vida, lo cierto es que el atisbo de final
feliz de “La Alta Sociedad” parece más la mueca horrorosa de una sonrisa
fingida.
Con todas su rarezas,
es posible que estemos ante la más compleja y completa obra del francés, quién
viene superándose año a año y colocándose en la primera línea del panorama
cinematográfico. Aunque su radicalidad la condenará a ser una incomprendida por
años, vale la pena ver uno de los trabajos más personalísimos que la cartelera
puede ofrecer.
8.5/10
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