viernes, 21 de abril de 2017

Kalo Pothi, un pueblo de Nepal. ¿Donde está la gallina de mi amigo?


Título original:
Kalo Pothi
Año:
2015
Fecha de estreno:
21 de Junio de 2017
Duración:
90 min
País:
Nepal
Director:
Min Bahadur Bham
Reparto:
Khadka Raj Nepali, Sukra Raj Rokaya, Jit Bahadur Malla, Hansha Khadka,Benisha Hamal, Rajya Laxmi Shahi, Pravin Khatiwada, Jira Mati Rawal
 Distribuidora:
Film Buró


Lo comenté una vez, cuando hablé de la película jordana “Lobo”, y viene bien traer de vuelta esas reflexiones: las películas que se hacen en lo más recóndito del mundo están sufriendo una terrible alienación, producto de la necesidad de hacerse notar y gustar en Occidente (del que muy probablemente salen también los capitales para realizarlas). “Kalo Pothi”, producción nepalí que hoy nos ocupa, cumple todas las condiciones necesarias para ser vista en Occidente: los protagonistas son niños, la inocencia se pone en juego en un marco de violencia y existe una mirada superficial hacia los problemas sociales y políticos del país. Por muy parecido que esto suene a “Lobo” o a cualquier película que se te haya cruzado por la cabeza, en realidad estoy hablando de “Kalo Pothi”, la enésima repetición de la fórmula de “¿Dónde está la casa de mi amigo?”, pero con menos talento y profundidad temática que aquella. Una cinta demasiado “burguesa” como para remover nuestra conciencia más allá de la comodidad de nuestro sillón.

No quiero sonar excesivamente duro, ni negar las buenas intenciones que hay en ella. Creo que pese a lo reprobable que me parecen este tipo de producciones y a lo inútil y etnocentrista de su mirada (otra vez los valores occidentales y su pretendida universalidad), existe un esfuerzo para lograr planos interesantes y la puesta logra arrojar en los primeros compases de la cinta un retrato genuinamente costumbrista, muy representativo de ese costado autobiográfico que el director quiere transmitir. Si queremos entender la fotografía como un conjunto de hermosos salvapantallas representando escenarios de remarcado exotismo (no vaya a ser que el espectador se olvide de que esto ocurre muy muy lejos), también podemos concederle que se ha hecho un buen trabajo. El problema, evidentemente, es que esto no alcanza.



No tendría ningún problema en recomendar la película a un público más abierto a recibir estas historias pues, más allá del aroma a producto prefabricado que tiene, su narración no presenta grandes fisuras y es medianamente disfrutable. Sin embargo, la cinta hace un extraño y fallido intento de marcar la diferencia a partir de alguna secuencia onírica con cámara lenta que resulta tremendamente insoportable. No estoy seguro de cuál era el objetivo de incluir secuencias así, quizá un darle un toque de pedante preciosismo, pero no funciona en lo más mínimo y resulta desconcertante (y frustrante después de un rato).



Por su crueldad exhibicionista, por la mirada simplista a los conflictos locales, por lo conocido del desarrollo dramático y por lo fallido de alguno de sus riesgos formales, creo que la producción nepalí no alcanza a ser nunca un aporte interesante. Sinceramente espero y confío que haya en Nepal (y en todos aquellos roncones de la tierra cuyo cine desconocemos casi completamente) cineastas mucho más audaces a la hora de contar y entender la historia de su propio país, y capaces de convertirla en cine, por supuesto.

4/10

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