John Wick: Chapter 2
Año:
2017
Fecha de estreno:
21 de Abril de 2017
Duración:
122 min
País:
Estados Unidos
Director:
Chad Stahelski
Reparto:
Keanu Reeves, Ian McShane, Laurence Fishburne, Common, Ricardo Scamarcio, Ruby Rose
Distribuidora:
eOne
Tiros y hostias. Esa malsonante
dupla es el esqueleto del cine de acción más básico, pero John Wick nos enseñó que se puede jugar de forma diferente con esos
dos elementos. El asesino a sueldo encarnado por un contenido Keanu Reeves se
convirtió en un fenómeno, casi de culto, tras su debut en 2014. Su película introductoria
no llegó a estrenarse en las salas de cine españolas -una costumbre muy
nuestra-, pero la secuela sí que se ha ganado el derecho de proyectar su brutal
acción en la gran pantalla. John Wick:
Pacto de sangre recupera la esencia y la forma de la original. De hecho,
reutiliza su fórmula dándole un interesante giro argumental.
En esta ocasión Wick se ve
obligado a dejar de lado su retiro para aceptar un último encargo, que
provocará que todo el gremio de asesinos a sueldo ponga una diana en la espalda
del implacable protagonista. De esa manera Wick pasa de ser el persecutor de la
primera película, sediento de venganza y abrumado por la rabia, a la presa de
los cientos de profesionales del asesinato con los que compartía oficio. Ese
giro provoca que todo el mundo sea un enemigo, manteniendo viva la atención del
espectador, que alguna vez puede que necesite mirar a otro lado si es demasiado
sensible a la violencia hiperrealista practicada por el director Chad Stahelski.
Precisamente la acción es la
principal arma de la película, ya que el distintivo estilo de Stahelski
aleja a la franquicia John Wick de
la mayoría de las propuestas con las que comparte género. Tanto Stahelski como
su pareja creativa, David Leitch, implantaron esa acción más física e impecable
en la primera entrega y aportaron su granito de arena a que Capitán América: Civil War no fuera
un cúmulo de piezas de acción reiterativas. Visualmente la personalidad de la
película de 2014 se mantiene intacta en su secuela, sumida en la oscuridad y
los neones, cuyo principal cambio es el traslado a Roma de buena parte del
relato.
Además, Laurence Fishburne se
reencuentra con Keanu Reeves tras conquistar el mundo con Matrix. El veterano actor recupera el legado de Forest Whitaker en Ghost Dog y compagina el cuidado de su
palomar con su propio negocio de asesinatos a sueldo, al margen de las mafias
que rigen el monopolio. Otro guiño evidente es el dirigido a Orson Welles y su
secuencia final de La dama de Shanghái,
al introducir a Wick en un laberinto de espejos que permite a Stahelski jugar
con la cámara de una forma más creativa que en el resto de la película, en la
que su trabajo es más sobrio y comedido.
En general John Wick: Pacto de sangre consigue elevar esos elementos básicos
de la acción llana para conseguir un resultado voluptuoso y rebosante de
adrenalina, pero no deja de ser una repetición de una fórmula que en su momento
sí que logró ser un soplo de aire fresco en un género que a menudo peca de una
excesiva homogeneidad.
6/10
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