jueves, 23 de marzo de 2017

La cura del bienestar. El continente sobre el contenido.

Título original:
A cure for wellness
Año:
2017
Fecha de estreno:
24 de marzo de 2017
Duración:
146 min
País:
Estados Unidos
Director:
Gore Verbinski
Reparto:
Dane DeHaan, Mia Goth, Jason Isaacs, Celia Imrie, Susanne Wuest, Carl Lumbly, Adrian Schiller, Lisa Banes, Ivo Nandi
Distribuidora:
Fox


Cuando un proyecto tan arriesgado – por varios motivos que iremos revelando más adelante – como el nuevo trabajo de Gore Verbinski consigue un estreno comercial, nos sorprende y nos alegra. Sorprende por ser una obra de género personal, impregnada del aroma de los clásicos de serie B, con, a priori, libertad creativa dentro de un gran presupuesto. Y nos alegra saber que aún se apuesta por este tipo de propuestas más en vías de extinción dentro de una cartelera cada vez más homogénea. Eso sí, otra cosa son lo resultados. Verbinski habrá conseguido un vehículo de expresión artística pero a costa de un batacazo comercial – que no creo que le importe lo más mínimo. Y es que, además del sello personal a nivel visual, otros hándicaps para el gran público son la duración (146 minutos) y la maraña en la historia.


La cura del bienestar presenta cómo un joven ejecutivo tiene que viajar a un balneario en Suiza para traer de vuelta al CEO de su empresa y así evitar la bancarrota. Pero no cuenta con que todo el que entra en el balneario, no quiere salir de allí por propia voluntar. Descubrirá una trama oscura, llena de secretos y revelaciones, de actitudes extrañas y un toque gore. Todo al servicio de una obra heredera del horror clásico, entre el thriller psicológico y el terror gótico, donde prima lo siniestro sobre los golpes de sonido y los golpes de efecto. Un secreto, uno hecho macabros del pasado sobre el lugar donde se ubica el balneario y una musiquilla intrigante – vaya banda sonora más escalofriante – hacen fuerza para impactar. 
 

Pero el mayor impacto de La cura del bienestar reside en su acabado visual. La fotografía enrarecida, oscura y lúgubre hace de la película una rara avis del terror contemporáneo - ¿prima de La cumbre escarlata? - basada en la ambientación y la construcción detallada del entorno. La intensidad, la impronta visual prevalece sobre la construcción del guión que va virando hacia derroteros cuestionables. Y es que el metraje se siente dilatado para la historia contada, como dando vueltas sobre la misma idea y con poca sutilidad en los detalles para poder anticipar una resolución.

Ese gusto por el detalle, por pormenorizar y resaltar ciertos elementos importantes para la trama, además de esa ausencia de sutilidad, la aprovecha Verbinski para dar rienda suelta a ráfagas visuales, flashes de pocos minutos tenebrosos y sugestivos – incluido algo de gore y escenas asquerosas – para infundir desconcierto, inquietud y pavor. Todo esto mientras el espectador acompaña a Dane DeHaan, el protagonista, en su búsqueda de respuestas pues es el único personaje que cuestiona lo sucedido en el balneario, que siente que hay gato encerrado, sobre todo cuando establece relación con la única adolescente del lugar (Mia Goth y su extraño físico) entre tanto vejestorio.


Quizá ese sea otro acierto: dejar al espectador viajar del mano de DeHaan para juntar las piezas del rompecabezas muy poco a poco para así conseguir el compromiso del público y evitar sentir el posible sopor de sus casi dos horas y media de duración. Desde luego, Verbinski, un viejo conocido del género -recordemos su remake de The Ring -, realiza una aproximación al terror de un talante menos comercial. Un punto de partida interesante, tratando con el tema de lo podrido de la sociedad de la riqueza material, se diluye en una resolución mucho más macabra y relacionada sólo en lo psicológico, en la psique de los "enfermos". Además de desenlace pirotécnico y abrupto y, por tanto, poco acorde con el resto del relato. No obstante, en general, Verbinski presenta una obra de disfrute sensorial con un continente mejor elaborado que el contenido, en un proyecto arriesgadado que ni es del todo autoral ni tampoco para el gran público. La personalidad del director queda reflejada en La cura del bienestar, una película incomprendida en estos tiempos "cinéfilos" que corren y que con el tiempo -quizá- podría ganarse el estatus de culto. 

6/10 

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