Ghost in the Shell
Año:
2017
Fecha de estreno:
31 de Marzo de 2017
Duración:
107 min
País:
Estados Unidos
Director:
Rupert Sanders
Reparto:
Scarlett Johansson, Takeshi Kitano, Michael Pitt, Juliette Binoche, Chin Han
Distribuidora:
Paramount
La sutileza es el gran factor
diferencial entre el cine que se amasa en Japón y el que se manufactura en
Estados Unidos, y Ghost in the Shell
se convierte en una nueva prueba de esa comparativa entre cinematografías. Han
pasado 22 años desde el estreno de la oscura visión de Mamoru Oshii del manga firmado por Masamune Shirow, que
destilaba fugas de humor que en aquel anime no tuvieron presencia alguna. Oshii
se tomó muy en serio la idea de insertar una conciencia humana en un cuerpo robótico
elaborado artificialmente, envolviendo el relato con intrigas políticas y un
ambiente tan viciado como deprimente. Ahora, en 2017, llega la inevitable
versión hollywoodiense, que tendrá muy complicado resistir en la memoria
durante dos décadas. O una.
A diferencia de la versión
animada y del propio manga, la película
de Rupert Sanders comienza con la elaboración de la Mayor, el personaje de
Scarlett Johansson. Ya se nos avisa de que vamos a pasar mucho tiempo con ella.
Pero lo más definitorio de esa secuencia inicial no es la espectacularidad de
cada detalle que compone ese avanzado cuerpo, sino el diálogo entre la doctora
y el responsable de la compañía tecnológica. Dicen muy poco, pero básicamente
te destripan la película en sus primeros cinco minutos. En vez de permitir que
la conciencia del espectador se despierte por los estímulos del film, el guion
destapa el subtexto de la cinta: ¿buscamos armas ultradestructivas o humanos
avanzados?
De ahí en adelante, el interés de
la búsqueda existencial que expone la película pierde interés, y el espectador
simplemente se encontrará con los artificios de unos efectos especiales
impresionantes. También destaca la ambientación lograda, ya que la ciudad
adquiere ese sórdido tono cyberpunk, aunque no se explote tan bien como en la
original. Hoy en día el departamento de efectos especiales es el que más avanza
entre una película y otra, y lo raro sería que en una producción de este
calibre el aspecto visual no mantuviera el nivel o lo superara. En lo que a
ello respecta, la película aprueba con nota, pero a estas alturas, con
blockbusters semanales, los efectos no pueden ser el único atractivo de una
producción. Y Sanders no es precisamente James Cameron, aunque se defienda en el terreno.
Scarlett Johansson cumple con su
labor sin alcanzar el enorme carisma de sus incursiones en el universo Marvel,
aunque hay que reconocer que carga con toda la película sin despeinarse. El
pudor ha llevado a sustituir los desnudos originales por una funda sintética
totalmente aleatoria, que en algunas escenas aparece como si fuera indisociable
a la epidermis de la protagonista, y en otras nos encontramos con la tersa piel
de la actriz. Una de esas contradicciones que cabe esperar cuando se ambienta
una película en Asia y los personajes más relevantes son americanos o
franceses. En cuanto al resto del reparto, Juliette Binoche y Takeshi Kitano
iluminan ocasionalmente la pantalla, aunque sin demasiada trascendencia, y
Michael Pitt apenas tiene presencia, a pesar de ser el antihéroe vital para
comprender el mensaje.
En definitiva, Ghost in the Shell es un nuevo chute de
anestesia producido en los rincones más conservadores de Hollywood, que
actualmente se dedican a atiborrar al público con efectos especiales para
ocultar los dolores del guion. Todo queda demasiado en evidencia, sin dar
oportunidad a profundizar por voluntad propia, mientras que la original en
menos tiempo condensaba un dilema mucho más elaborado y complejo. Paradójicamente,
a esta nueva versión le falta corazón y le sobra carcasa, demasiado shell para tan poco ghost.
5,5/10
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