miércoles, 8 de marzo de 2017

La comunidad de los corazones rotos. Soledad universalizada.

Título original:
Asphalte
Año:
2015
Fecha de estreno:
10 de marzo de 2017
Duración:
100 min
País:
Francia
Director:
Samuel Benchetrit
Reparto:
Isabelle Huppert, Gustave Kervern, Valeria Bruni Tedeschi, Tassadit Mandi, Jules Benchetrit, Michael Pitt
Distribuidora:
Surtsey


Y, de cuando en cuando, nos llega a la cartelera española alguna pequeña película -en cuanto a sencillez argumental y narrativa- pero grande de alma y sentimiento. De esas cuyos personajes te recuerdan que en la intrascendencia, en la cotidianidad de la vida, también cabe la brillantez. Hace ya algunos años Samuel Benchetrit presentaba I always wanted to be a gangster, una obra dividida por capítulos cercana al cine de Jim Jarmusch en concepción y desarrollo de personajes -pseudo patéticos con carisma- con importancia en el diálogo. En su último trabajo el francés mantiene la esencia de historias cortas conectadas por una idea o escenario, aunque independientes entre sí. La comunidad de los corazones rotos adapta una serie de historias de unas novelas del propio Benchetrit llamadas Crónicas del asfalto, de carácter semi-autobiográfico.

La película explora la soledad; escoge a personas muy solitarias con una vida anodina que, por casualidad, interfieran en la vida de otras y se establecen unos vínculos cómico-dramáticos entre ellos. Son seres complementarios; de sus conversaciones e interacciones se infiere que el uno es el punto de impulso para el otro (incluso se entienden cuando no hablan el mismo idioma). Benchetrit vehicula su película al servicio de lo excéntrico para remarcar la humanidad y la ternura emanada por sus personajes. La comunidad de los corazones rotos se abre con una hilarante escena de la comunidad de vecinos donde viven los protagonistas. En ella, pretenden arreglar el ascensor pero el vecino del primer piso se niega porque no lo usa. 


Es el primero de seis personajes distintos entre sí pero necesitados de afecto: este hombre insolidario y su relación con una enfermera solitaria; una actriz en horas bajas y un adolescente abandonado; y una madre sin la compañía de sus hijos y un astronauta perdido, literalmente, caído del espacio exterior. Por algo Benchetrit define su película como una de "caídas" - de la silla de ruedas, de la cima como actriz y del espacio.

Se maneja un montaje intercalando las tres historias ya que éstas no se entrecruzan. El nexo común entre ellas es la soledad, el aislamiento y el bloque de viviendas donde residen, en la periferia de alguna gran ciudad. El paisaje urbano e industrial comulga con la desazón de los protagonistas. Un entorno gris, marcado por la tristeza ambiental, con un edificio áspero y feo, con el cielo siempre encapotado, que rodea las situaciones bizarras de los personajes en esta comedia amarga de humor grisáceo, fino e inteligente, sustentado en los diálogos -así como en algún gag más visual, como el de la bicicleta estática-, en la interacción humana y en la fascinante labor actoral, con una Isabelle Huppert tan inmensa como siempre.


La austeridad de la puesta en escena favorece un desarrollo parsimonioso de la trama, dejando la cámara prácticamente fija para que fluyan las conversaciones y se transmita ese sentimiento perenne de estar ante una obra plagada de humanidad, delicadeza y compasión. Unos personajes tan extraños y a la vez tan fascinantes y cercanos. La universalidad de la soledad y ese tratamiento tan liviano, sin banalizarlo, que le da Benchetrit.

8/10

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