domingo, 11 de junio de 2017

19º Festival de Cine Alemán - Victoria por tocado, Decoder y Somos el diluvio




Ya nos estamos acercando al fin de esta 19º edición (ayer fue nuestro último día, a pesar de que oficialmente cierra hoy domingo). Hemos visto Las flores de antaño, Algol y El día más hermoso, Marija y Destino Espacial:Venus y ayer tuvimos un fuerte cúmulo de sensaciones: desde la mejor hasta la fecha, el experimento más loco hasta la peor. Todo en un día.


Victoria por tocado (Schultersieg) es el documental de Anna Koch, resultado de su trabajo de fin de estudios en la DFFB, centrado en seguir a unas muchachas de doce años durante su entrenamiento de lucha libre olímpica, y sus pocos ratos libres. Y lo primero que nos llama positivamente la atención es que se haya optado por no incluir ni voz en off ni entrevistas en primera persona (hay encuentros privados entre las niñas y sus entrenadores que recoge la cámara, pero no son entrevistas per se), algo poco frecuente entre los documentales. Koch deja hablar a las imágenes, las considera lo suficientemente potentes y confía en el espectador para que saque sus propias conclusiones de este año de entrenamiento exhaustivo de unas preadolescentes para un campeonato. Y estas conclusiones harían llorar a Damien Chazelle. Me vino a la mente el documental Red Army, que nada tiene que ver realmente, pero por aquellos entrenamientos casi de academia militar, de rigidez extrema. La diferencia es que esto no es la Guerra Fría sino la Alemania actual y la edad de quienes se entrenan.

Desde la pérdida de la infancia a los límites morales que debería haber en el deporte y en cualquier tipo de competición, Victoria por tocado te sacude, te deja en la lona y te deja pensando qué valores realmente estamos fomentando en los niños, en el futuro.



Asistir al visionado de Decoder es como un viaje de setas alucinógenas, hay que ir preparado. Es posible que al principio cueste seguir el hilo narrativo, porque Muscha crea una película tan crítica con el sistema, que ella misma se niega a regirse por los canones comunes. Cine experimental de claros tintes propagandísticos anticapitalista, de estética cyberpunk y música de Genesis P-Orridge para una película distópica donde el gobierno usa el muzak (la música ambiental de lugares como las hamburgueserías) para controlar a las masas y enviarles mensajes subliminales (¿recuerdan el capítulo de Los Simpsons de “Aniram al ne etatsila”?), entonces un grupo de rebeldes descubren el invento y lo modifican para causar el efecto inverso. La historia es así de sencilla, pero la película, haciendo honor al movimiento punk de pura cepa, se propone incomodar al espectador, saturando colores, desestructurando el montaje y remarcando los sonidos, amen de meter con calzador ciertas escenas que no aportan a la trama, pero que en el conjunto no desentonan en absoluto.

Difícil de digerir y en bastantes momentos consigue exasperar, pero no se le puede negar es que es consecuente consigo misma y que consigue cierta extraña sensación de hipnotismo. Como un The wall escrito por William Burroughs (quien aparece en la película), a muy pocos dejará indiferente.



Somos el diluvio (Wir sind die flut) tiene una palabra que la define a la perfección: pretenciosa. Al cubo. La película nos vende la moto de que en un pueblo, un buen día, la marea deja de aparecer, ya no hay oleaje, y para colmo de males también han desaparecido los niños. Bien, prometedora premisa para la película de Sebastian Hilger que se enmarca pronto en la ciencia ficción. Pero la película nunca pasa de ahí, ese es todo el argumento. Saca luego un entramado amoroso, lo enfrasca con cierta misteriosa fantasía, lo reviste con planos muy cuidados y virguerías cual Mago Pop pero se le ve e truco: la nada. No hay nada detrás. Puro artificio para sacar instantes finales un alegato hacia la infancia, pero has asistido a noventa minutos de pura nadería. Bonita estéticamente, sí, pero vacía de historia, de contenido.

Es una pena debutar así, la verdad, porque tu primer trabajo debe hablar de tí, de tus inquietudes, de lo que puedes ofrecer. Y este trabajo solo me dice que Sebastian Hilger pretende dedicarse a hacer anuncios de colonias.


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