Ya nos estamos acercando
al fin de esta 19º edición (ayer fue nuestro último día, a pesar
de que oficialmente cierra hoy domingo). Hemos visto Las
flores de antaño, Algol
y
El día más hermoso, Marija
y
Destino Espacial:Venus y ayer tuvimos un fuerte cúmulo de
sensaciones: desde la mejor hasta la fecha, el experimento más loco
hasta la peor. Todo en un día.
Victoria por tocado (Schultersieg)
es el documental de Anna Koch,
resultado de su trabajo de fin de estudios en la DFFB, centrado en
seguir a unas muchachas de doce años durante su entrenamiento de
lucha libre olímpica, y sus pocos ratos libres. Y lo primero que nos
llama positivamente la atención es que se haya optado por no incluir
ni voz en off ni entrevistas en primera persona (hay encuentros
privados entre las niñas y sus entrenadores que recoge la cámara,
pero no son entrevistas
per se), algo poco
frecuente entre los documentales. Koch deja hablar a las imágenes,
las considera lo suficientemente potentes y confía en el espectador
para que saque sus propias conclusiones de este año de entrenamiento
exhaustivo de unas preadolescentes para un campeonato. Y estas
conclusiones harían llorar a Damien Chazelle. Me vino a la mente el
documental Red Army, que nada tiene que ver realmente, pero por
aquellos entrenamientos casi de academia militar, de rigidez extrema.
La diferencia es que esto no es la Guerra Fría sino la Alemania
actual y la edad de quienes se entrenan.
Desde
la pérdida de la infancia a los límites morales que debería haber
en el deporte y en cualquier tipo de competición, Victoria
por tocado te sacude, te
deja en la lona y te deja pensando qué valores realmente estamos
fomentando en los niños, en el futuro.
Asistir
al visionado de Decoder
es como un viaje de setas alucinógenas, hay que ir preparado. Es
posible que al principio cueste seguir el hilo narrativo, porque
Muscha crea una película tan crítica con el sistema, que ella misma
se niega a regirse por los canones comunes. Cine experimental de
claros tintes propagandísticos anticapitalista, de estética
cyberpunk y música de Genesis P-Orridge para una película distópica
donde el gobierno usa el muzak (la música ambiental de lugares como
las hamburgueserías) para controlar a las masas y enviarles mensajes
subliminales (¿recuerdan el capítulo de Los
Simpsons de “Aniram al
ne etatsila”?), entonces un grupo de rebeldes descubren el invento
y lo modifican para causar el efecto inverso. La historia es así de
sencilla, pero la película, haciendo honor al movimiento punk de
pura cepa, se propone incomodar al espectador, saturando colores,
desestructurando el montaje y remarcando los sonidos, amen de meter
con calzador ciertas escenas que no aportan a la trama, pero que en
el conjunto no desentonan en absoluto.
Difícil
de digerir y en bastantes momentos consigue exasperar, pero no se le
puede negar es que es consecuente consigo misma y que consigue cierta
extraña sensación de hipnotismo. Como un The
wall escrito por William
Burroughs (quien aparece en la película), a muy pocos dejará
indiferente.
Somos el diluvio
(Wir sind die flut) tiene una palabra que la define a la perfección: pretenciosa. Al
cubo. La película nos vende la moto de que en un pueblo, un buen
día, la marea deja de aparecer, ya no hay oleaje, y para colmo de
males también han desaparecido los niños. Bien, prometedora premisa
para la película de Sebastian Hilger que se enmarca pronto en la
ciencia ficción. Pero la película nunca pasa de ahí, ese es todo
el argumento. Saca luego un entramado amoroso, lo enfrasca con cierta
misteriosa fantasía, lo reviste con planos muy cuidados y virguerías
cual Mago Pop pero se le ve e truco: la nada. No hay nada detrás.
Puro artificio para sacar instantes finales un alegato hacia la
infancia, pero has asistido a noventa minutos de pura nadería.
Bonita estéticamente, sí, pero vacía de historia, de contenido.
Es
una pena debutar así, la verdad, porque tu primer trabajo debe
hablar de tí, de tus inquietudes, de lo que puedes ofrecer. Y este
trabajo solo me dice que Sebastian Hilger pretende dedicarse a hacer
anuncios de colonias.
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