Y
en la cuarta jornada nos hemos recuperado del sabor agridulce de ayer.
El cine germano nos depara sorpresas en su ciclo Arthaus dedicado al
cine independiente realizado en dicho país. En esa sección se engloba Ummah - Entre amigos
un cine de denuncia hecho con honestidad, desde en su puesta en escena a
su argumento, pasando por unos personajes perfilados con mucho mimo y
dedicación. Son los personajes -y gracias a la buena dirección de
actores, también los intérpretes que los encarnan- quienes sustentan la
película. Ummah - Entre amigos comienza con una escena descorcentante: un chico (Frederik Lau, a quien vimos de secundario en la estupenda Oh Boy)
se levanta tras una pelea con un grupo de neonazis. Después
comprendemos que se trata de un infiltrado de la policía que, tras ese
acto fallido, busca esconderse de sus jefes y llevar una vida menos
ajetreada. Para ello se oculta en un barrio musulmán, en un piso
cochambroso. Pronto establecerá amistad con los vecinos del barrio, en
especial con Abass, el dueño de un bazar. Pero sus antiguos jefes
pretenderán que delate a sus nuevos amigos sólo por el hecho de ser
musulmanes.
El
cineasta Cüneyt Kaya debuta tras las cámaras con esta historia humana
que se dirige hacia el cine denuncia durante su metraje. Se apoya en un
realismo extremo, como si nos encontraramos ante un documental, filmando
el nuevo día a día de nuestro protagonista. A pesar de que los
islámicos sufren el acoso de las fuerzas policiales alemanas, Kaya
muestra que la actitud ellos no es nada hostil con su nuevo vecino.
Justo todo lo contrario. Kaya incide en la necesidad de romper las
barreras prejuiciosas entre religiones y realiza un retrato sincero
apoyado en sus personajes. Es cierto que se incurre en algunos clichés
pero sólo para remarcar el valor de la diferencia, para que nuestro
protagonista se integre en la comunidad de unos musulmanes que tienen
que ver cómo encarcelan a los suyos sin motivo, cómo abusan de sus
mujeres o cómo ridiculizan sus costumbres. Nuestro protagonista dará una
tremenda lección de humanidad cuando sus jefes traten de coaccionarlo. Y
es que la amistad y el conocimiento de las personas está por encima de muchas cosas,
independientemente de sus creencias o color de piel. Bravo por Cüneyt
Kaya que, con ese estilo sobrio y directo, ha construido una muy
estimable película.
Cambiamos
radicalmente de tercio para acercarnos a una alocada comedia que basa
su éxito en eso mismo, exagerar al máximo sus rasgos cómicos. Fack ju Göhte
es la última película hasta la fecha del alemán Bora Dagtekin. En su
país natal viene precedida de un gran éxito de público. Y no nos
extraña. La película, aunque bordea constantemente los límites del
ridículo, provoca las más sinceras carcajadas de su audiencia, como así
lo demostraron los asistentes a la proyección de ayer en el madrileño
cine Palafox. Fack ju Göhte sigue las desventuras de un ex
convicto tras salir de la cárcel. La búsqueda de un botín que le mandó
esconder a una amiga prostituta comienza en el instituto Göehte, pues en
su subsuelo está enterrado el dinero. Para no levantar sospechas
mientras cava para encontrarlo, pedirá trabajo como conserje. Sin
embargo, la directora le toma por un profesor y él acepta el puesto.
Desde
su entrada en dicho colegio, el humor grotesco hace gala de presencia
en casi cada fotograma. La película se basa en explotar al máximo los
estereotipos del género en clave de comedia cuasi absurda. Así, cuando a
nuestro "profesor" le toque la clase más conflictiva del centro
educativo, sus cuestionables métodos harán las delicias de todo
aficionado al exceso cómico. La estética de la película también tontea
con el mal gusto, llena de colores vivos y de moderneo. También la
música es estridente... y moderna. Es una película que puede funcionar
hoy en día por las referencias a la cultura adolescente actual pero, que
dentro de una década, quedará desfasada visualmente. Ojalá su humor
incorrecto, socarrón y pasado de vueltas perdure de manera tan agradable
en la memoria. Por desgracia, la película en su base bascula hacia la
comedia romántica más de manual. Y toda la comedia desenfadada contrasta
ante eso alardes topiqueros del romance descafeinado entre el
no-profesor y una maestra de la escuela. Aún así, en nuestra opinión,
eso no empaña para nada su función de divertir irreverentemente.
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