viernes, 13 de junio de 2014

16º Festival de Cine Alemán. Día 3: Banklady y West.



El tercer día comenzaba con la a veces interesante, a veces fallida Banklady. Los que hemos seguido un poco la trayectoria de Christian Alvart, desde su salto al cine americano con Pandorum, hemos podido comprobar su irregularidad tras las cámaras. En Banklady el defecto más evidente es el exceso de ambición, como podemos comprobar en su insistente manía de americanizar una propuesta que habría funcionado mejor sin esas ínfulas de grandeza, sobre todo en el tercio final. La película está basada en la historia real de Gisela Wela primera mujer ladrona de bancos en Alemania allá en la década de los 60. La tímida Gisela, interpretada por Nadeshda Brennicke, es una treinteañera que vive una monótona existencia en casa de sus padres quienes no confían mucho en su futuro, trabaja en una aburrida fábrica de papel pintado y su "novio" no le promete una vida mucho más excitante. Gisela posee un look andrógino, con el pelo corto y unas vestimentas poco favorecedoras. Sueña con escapar de esa vida, con explotar su feminidad, con ser alguien. Las cosas se ponen a su favor cuando conoce a Peter, un ladrón de poca monta con quien encontrará la chispa incendiaria que andaba buscando y de quien se enamorará perdidamente. Y eso que no se deberían mezclar el amor y los negocios...

La premisa de Banklady evoca a Bonnie & Clyde aunque siga otros senderos. En este caso, el tal Peter mantiene un doble juego con Gisela quien siempre dudará del amor de él por ella. Por eso, aunque Gisela roba los bancos con estilo y elegancia, su lado más perverso y rencoroso sale a la luz cada vez que se siente despechada. La película juega con el romance y los robos creando un equilibrio entre un thriller policíaco de persecuciones -sobre todo cuando entra en escena el joven detective- y el drama romántico. Alvart perfila el cambio drástico de Gisela de mosquita muerta a mujer cargada de seguridad en sí misma mediante una narración marcada por el dinamismo pero que se pierde por el énfasis en la historia de amor llena de altibajos. Quizá eso derive del hecho real, algo que deberían haber omitido para centrarse en la espectacularidad de los robos, de la adrenalina y el subidón que siente Gisela en sus transformaciones y, en especial, en el momento del atraco cuando, en un acertado ejercicio de Alvart, escuchamos los incesantes tic-tacs de los relojes. La aparición del detective, a quien da vida Ken Duken (visto recientemente en la cursi Mi último día sin ti), confiere un elemento de interés creciente por saber quién ganará la partida del gato y el ratón. Pero igual que con esto crecía el interés, todo el tramo final, por su marcado acento hollywoodiense, le resta enteros a una película en la que, brevemente, creímos en su potencial autoral con esa fotografía monocroma y algún plano suculento.


West de Christian Schwochow aborda el drama de una madre y su hijo que intentan huir de su pasado en Berlín oriental, tras la muerte hace tres años de su marido, cruzando a la parte Occidental pero desde un prisma poco habitual dentro del cine germano. Nelly (Jördis Triebel) y Alexei (Tristan Göbel) comprueban que en el Oeste las promesas de una vida mejor son sólo eso, promesas. Se ven obligados a vivir en un pequeño cuarto, en un piso con otros refugiados, mientras, para poder trabajar, a Nelly le requieren mil y un formularios y sellos. En ello, contacta con los Servicios de Inteligencia quienes sospechan que su marido trabajaba para la Stasi. Así, comienza a sentirse vigilada, oprimida, justo igual que cuando vivía en la otra parte del Muro. Christian Schwochow parte de la novela de Julia Franck para acercarnos -literalmente, abundan los planos cortos de la cara de nuestra protagonista- un árido retrato de las dificultades de comenzar de cero, sobre todo en un país tan arisco como la Alemania de finales de los 70, de sentirte atrapado en una huída inútil. Jördis Triebel interpreta con contención y maestría a nuestra protagonista y nos transmite el agobio, las dudas, las contradicciones de esta nueva vida.

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