miércoles, 24 de octubre de 2012

Ruby Sparks: ¿A quién le amarga un dulce?

Buena

Cualquier escritor de ficción que haya tocado el tema del amor sabe perfectamente que escribir sobre una mujer implica sus riesgos, ya que es fácil tender a idealizar a esa mujer y acabar de una forma extraña enamorado de ese personaje. Algo parecido le pasa al protagonista de esta película, Calvin Weir-Fields (Paul Dano),  un escritor joven, un prodigio que publicó un libro siendo muy joven y ahora el éxito lo esta agobiando y no es capaz de escribir nada coherente ni tan bueno como su primera obra. Un argumento algo trillado, pero en este caso no es un estorbo para nada, todo lo contrario, funciona perfectamente, más que nada por la interpretación de Dano. Calvin es el típico chaval al que le pesa el éxito más de la cuenta y no parece muy convencido con su actual situación como escritor a lo que se une el hecho de ser un negado para mantener una relación con una mujer o mejor dicho encontrar a una mujer.


Calvin visita al psiquiatra, se sienta delante de su máquina de escribir, acude a conferencias en las que él es el protagonista indiscutible, pero nada de eso le ayuda a superar su estado de depresión hasta que un día   comienza a escribir sobre una joven, a raíz de un encuentro que tiene con una chica en un parque que le recuerda a una joven que aparecía en unos extraños sueños y es en ese momento cuando todo parece volver a la normalidad. Sentarse frente la máquina de escribir ya no es un problema y las palabras empiezan a fluir de forma constante. El personaje femeníno, Ruby (Zoe Kazan), empieza a dibujarse en su mente y extrañamente, Calvin empieza a sentir algo por ella. No obstante, ese sentimiento va más allá, porque Ruby se materializa y cobra vida. Sus deseos se hacen realidad y Ruby es ahora su novia, una chica que él ha imaginado y que es exactamente como él quiere. Ruby es real, es suya y puede hacer lo que quiera con ella porque él la ha creado y con sólo teclear algo en la máquina de escribir Ruby cambia a su antojo.


El hilo de la película cambia desde el inicio, en el que se nos presenta a un Calvin depresivo y asustadizo,  que tiene como único compañero a su perro Scotty, pasando por un estado de euforia al ver que de nuevo puede escribir y mezclado con la paranoia de saber si realmente está loco, si Ruby es fruto de su imaginación o de si verdaderamente está ahí. Luego da un giro en el que la relación de pareja entre ellos dos se afianza, siempre con la problemática de saber que Ruby no es del todo real. Es ahora cuando algunos tópicos de la comedia se hacen más patentes y el desarrollo de la cinta se vuelve algo más convencional, no obstante, la arrolladora química entre los dos protagonista, unido al hecho de que son pareja en la vida real, hace que ni te enteres.


Personajes secundarios se unen a la trama para desarrollar una historia en la que la temática de la familia, la aceptación de lo que cada uno he elegido y los distintos puntos de vista con el que Calvin tiene que lidiar a la hora de presentar a Ruby a su familia son el hilo conductor. Su madre, su hermano y el novio de su madre juegan un papel muy importante en esta parte, donde Calvin empieza a darse cuenta de que todo no es tan perfecto como parecía ser en un comienzo.  Es aquí cuando llega la cuestión clave de la película y una cuestión que todos nos hemos preguntado alguna vez de una forma u otra y es cómo hacer para cambiar algo que no te gusta de tu pareja. Normalmente, a varias opciones, una de ellas es aceptar a la persona tal y como es, pero Calvin cuenta con la ventaja de poder cambiar a Ruby con sólo añadir una frase en la máquina de escribir, algo muy peligroso según se mire. La película nunca abandona el tono de comedía pero con el paso de los minutos cada vez el drama en torno a la relación entre Calvin y Ruby se hace mayor, hasta el punto de estallar en un clímax que es sencillamente genial. Una manera increíble de cerrar la película para luego llevarnos a un epílogo que resuelve la cinta de manera coherente y sencilla.

Totalmente recomendable. A destacar, sobretodo, la originalidad de la trama, aunque con ciertas concesiones tomadas de la comedia romántica más elemental, el nivel interpretativo de la pareja protagonista y la forma de tratar un tema delicado, que con mucha facilidad acaba en algo vacío y mil veces visto, siendo en este caso una agradable excepción. De nuevo, los directores de Pequeña Miss Sunshine han creado una obra sencilla, divertida y con un nivel de calidad más que aceptable. Probablemente, una de las películas más recomendables que este año nos traerá el cine independiente americano y que espero tenga la misma fortuna que su predecesora, al menos calidad no le falta. 

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