lunes, 15 de octubre de 2012

A Roma con amor.

Regular
El cuadragésimo cuarto largometraje de Woody Allen nos traslada a Roma para contarnos cuatro historias distintas, entrelazadas por el incomparable marco arquitectónico y urbano de la capital italiana. Allen firma otra película en sus eternas vacaciones por Europa, pero no tiene nada que ver con Match Point, ni con la excepcional Midnight in París, sino que se oscila entre la mediocridad y el telefilm más o menos barato. La película está formada a partir de cuatro historias, a modo de postal, de ahí el título de la película, las cuales las podría definirse de una forma muy simple, ya que Woody Allen intenta crear estereotipos conocidos por todos, que en otras ocasiones si que puedes resultar creíbles, pero en este caso están demasiado trillados.

En primer lugar, la historia de Hayley (Alison Pill, The Newsroom), una estudiante que viaja a Roma y casualmente si encuentra un con joven y atractivo romano que le enseña la ciudad y acaban enamorados, dando pie a la historia en la que participa Woody Allen como actor y sin duda la parte más delirante y alleniana. Esta parte es la menos irregular, resuelta de la forma coherente y sin arrebatos. El padre del novio y prometido de Hayley es sepulturero, pero tiene la habilidad de cantar muy bien, eso sí, sólo cuando se está duchando. Un gran disparate muy por encima del resto de historias. 


La segunda historia en cuanto a su calidad vendría a ser la que nos presenta a los jóvenes americanos estudiando en Roma, protagonizada por Sally (Greta Gerwing, Lola Versus) y Jack (Jesse Eisenberg, La red social)  a la que se une Monica (Ellen page, Juno) para cerrar el triángulo amoroso típico y muy del gusto de Woody Allen. A este trío se le une la figura de John (Alec Baldwin), una especie de conciencia  fantasmal con algún que otro diálogo interesante, pero sin mucho peso. La química entre los personajes es brutal y la pobre Greta Gerwing se queda en un segundo plano ante la pareja formada por Page y Eisenberg. Es una historia redonda hasta que al final Allen mete una marcha más y lo termina todo de forma muy precipitada.


Penélope Cruz repite con Allen en la tercera historia, interpretando a Anna, una prostituta que entra en la vida de la pareja formada por Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi), una pareja de pueblo que decide viajar a Roma con la intención de entablar relación con los familiares de Antonio y así poder asentarse en la capital y poder prosperar. No obstante, todo no va a ser tan fácil, ya que Milly, intentado buscar una peluquería se pierde por Roma y acaba bastante mal la pobre. Por otro lado, Antonio se ve sorprendido por Anna en su habitación, que por equivocación entra donde no debe y acaba fingiendo ser su mujer de cara a sus familiares. Irregular historia con alguna que otra ida de olla por parte de Allen y con una interpretación de Penélope Cruz bastante solvente, sobretodo por ese domino del italiano... o no. La verdad es que no entiendo ni papa de Italiano y lo mismo tiene un acentazo castellano increíble, pero a mi me pareció curioso. La figura de Penélope hace interesante la historia, pero en verdad no hay mucho más.



La cuarta y ultima historia tiene como protagonista a Leopoldo (Roberto Benigni) un hombre cualquiera, un don nadie, que de la noche a la mañana, al salir a la calle, se ve sorprendido por una horda de periodistas y paparazzis que lo persiguen allá donde vaya, interesándose por las cosas más triviales de su vida. Allen se marca aquí un tanto al criticar el carácter irracional y efímero de la fama. Lo que nos quiere contar está bien y el humor de Benigni está en su versión menos ostiable, pero aún así, para mi gusto es la más floja de las cuatro historias, totalmente fuera de contexto, teniendo en cuenta que la temática del amor aquí está poco reflejada. No sé en que estaría pensando Allen para incluir esta historia en la película. Probablemente, sobre el papel fuera algo interesante y divertido, pero yo no le vi la gracia en ningún momento. 


En definitiva, la película de Allen es un pastiche empalagoso sin mucho que sacar, salvo alguna interpretación destacable y algún gags sobretodo los de la historia que él se reservó para participar como actor.  A roma con Amor es la versión menos inspirada de Woody Allen y menos divertida, que es a lo mínimo que aspiro cuando me siento delante de una pantalla a ver una película suya. <desde mi punto de vista, A roma con Amor no es divertida. Sólo con que hubiera sido algo parecido a Conocerás al hombre de tus sueños Scoop me hubiera conformado. Por favor, Woody, vuelve a América, vuelve a tus diálogos incisivos, a tus referencias a las películas de Bergman, a tus pajas mentales sobre la religión y el judaísmo. Vuelve a tus orígenes no decaigas de esta forma tan estrepitosa y predecible. Yo sé que tú puedes. 

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