jueves, 3 de agosto de 2017

Reparar a los vivos. Cuando la muerte no es el fin.

Título original:
Réparer les vivants
Año:
2016
Fecha de estreno:
4 de agosto de 2017
Duración:
105 min
País:
Francia
Director:
Katell Quillévéré
Reparto:
Tahar Rahim, Emmanuelle Seigner, Anne Dorval, Gabin Verdet, Bouli Lanners, Kool Shen, Monia Chokri, Alice Taglioni
Distribuidora:
Caramel



Para su tercer largometraje, la directora Katell Quillévéré ha optado por adaptar la novela homónima de Maylis De Kerangal superventas en Francia Reparar a los vivos (Réparer les vivants). Su interés parte del tema central del libro, la donación de órganos y, en especial, las connotaciones personales de cada uno de los implicados en el proceso que, en palabras de la propia Quillévéré "abren perspectivas científicas, poéticas y metafísicas" llevando a preguntas como "dónde termina la vida, qué es la muerte, qué es la vida o sobre la naturaleza simbólica de las partes de nuestro cuerpo".

Reparar a los vivos comienza con una despedida furtiva de un adolescente quien, tras coger su bicicleta, se encamina con unos amigos a surfear antes de que rompa el amanecer. En el camino de vuelta, un accidente con la camioneta trunca la vida de Simon, el único de los tres chicos que no llevaba puesto el cinturón de seguridad. No obstante, aunque se encuentra en muerte cerebral, sus órganos funcionan con normalidad. Entra en juego el componente ético y la perspectiva de la donación de órganos. Pero también el dolor de unos padres, la psicología de unos médicos intermediarios, las inseguridades de una mujer enferma del corazón...


Para Quillévéré, esta tragedia del adolescente, le sirvió como punto de partida para hablar de la necesidad de cambiar la condición inalterable de los humanos: la mortalidad. "Y al hacer esta película, lo que espero transmitir por encima de todo es la sensación metafísica del movimiento de una entidad viva, hacer que el flujo de continuidad orgánica que es la sangre circule por el cuerpo humano. Un corazón deja de latir en un cuerpo para prolongar la vida de otro... es un increíble viaje en el que un ser humano se da cuenta de que es un eslabón de una cadena, que forma parte de un todo. Está conectado.".

Y efectivamente. La directora recrea una cadena enmarañada de seguimiento a varios personajes sobre la decisión de la donación de órganos. Una interconexión dramática a raíz de una muerte que puede salvar una o más vidas y el recorrido que realiza ese corazón no sólo como algo físico. Este drama médico de implicaciones compasivas adolece de frialdad -sí, a pesar de la dureza del tema, no consigue implicación emocional- además de un desarrollo pesado y tedioso derivado de las subtramas de relleno hasta llegar a la meta de la operación final. Hay un empeño constante en desarrollar el lado humano de los médicos que, en realidad, no aporta nada a la trama central. Ese énfasis en humanizar y sentimentalizar a los personajes – como en ese flash-back para contarnos un poco cómo era Simon en vida- acaba mutando en punzaditas de sensiblería, en cierto modo también remarcadas por la música de Alexandre Desplat.


Al final, uno no puede evitar quedarse con la sensación de que Reparar a los vivos se convierte en una oda a la donación de órganos. El éxito de la novela se debió, en parte, a la polémica del tema tratado más allá de la calidad literaria -que no la pongo en duda, ojo-. De Kerangal peca de un lirismo recargado en sus descripciones y Quillévéré ha trasladado elementos poéticos a su adaptación cinematográfica. La descripción visual del cabalgar de las olas y el posterior accidente de tráfico inundado por la inmensidad del mar y el impacto sonoro son de lo más potente de la película. Todo ello junto al meticuloso trabajo de investigación y recreación de las operaciones y todo el proceso médico que dotan de verismo a una película que, en general, se nutre de la combinación de un estilo realista con metáforas visuales (éstas condensadas sobre todo en el tramo inicial).

5/10

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