Título original:
Fences
Año:
2016
Fecha de estreno:
24 de Febrero de 2017
Duración:
139 min
País:
Estrados Unidos
Director:
Denzel Washington
Reparto:
Denzel Washington, Viola Davis, Mykelti Williamson, Russell Hornsby, Saniyya Sidney, Stephen Henderson, Jovan Adepo, Toussaint Raphael Abessolo, Mark Falvo
Distribuidora:
Paramount
De las siete películas
nominadas al Oscar que he visto de momento (me faltarían Figuras
ocultas y Manchester frente al mar), sin duda Fences
es la más floja, con diferencia. Para mí está bastante claro que
su respaldo viene en parte propiciado por el conflicto y la polémica
del año pasado por unas nominaciones poco diversas en temas
raciales. Y ojo, porque hablo como película, ya que Fences es la
adaptación de la obra de teatro homónima de August Wilson, que
Denzel Washington ha decidido recuperar y dar visibilidad en la gran
pantalla. Y es que no siempre lo que funciona en un medio puede
hacerlo automáticamente en otro.
El principal pecado que
comente Washington al afrontar la adaptación es el de intentar ser
tan fiel que no pongas nada personal tuyo en el proceso. Eso o pura y
dura vaguería. Porque el aquí director y actor principal lo que
hace básicamente es poner una cámara y grabar a los actores
declamando sus frases, teatro filmado en toda regla. Y claro, esto,
cinematográficamente, me parece un tanto pobre, ya ni digamos como
para nominarlo a “mejor película”. Pero saliendo de la temática
de premios y premiados, aun sin tener ciertas expectativas, Fences
aporta bien poco como película. Se podría decir que son las
actuaciones del propio Denzel Washington y Viola Davis los únicos
alicientes para echar un ojo a la cinta, pero personalmente no me
merece la pena. Empezando porque es el protagonista, Troy
Maxson, el que me cae bien gordo desde ya los primeros
compases. Toda la película es una sucesión de escenas con diálogos,
lo más rápidos y cuanto más decibelios mejor, lo que va minando la
paciencia del espectador. Pero no solo es esto, sino que, si bien
Moonlight es alabada, en parte, por sortear los tópicos con
los que se viene tratando en el cine a la comunidad afroamericana,
Fences es todo lo contrario, la recopilación entera de todos
ellos. Drama existencialistas, padres de duros modales pero blandos
de corazón, madres sufridoras, hermanos discapacitados, penurias
económicas, hijos que quieren destacar tanto para dar una lección a
sus padres como para poner otro ladrillo en la integración social...
Todo que suena a ya mil veces visto.
Tampoco entiendo bien que
quieran hacer valer una reflexión final, una especie de oda a la
paternidad sufrida, con el retrato de un hombre bastante grimoso.
Tampoco ayudan las nada sutiles metáforas, las vallas a las que hace
referencia el título, la muerte a la que se dirige en un par de
ocasiones Troy Maxson... Todo derivado de un calco de la obra de
teatro, solo que en el cine queda como recurso bastante pobre. Un
medio audiovisual como éste, debe explotar eso sobre todo: audio e
imagen. Aquí ambas son ignoradas por completo.
Desde luego, si solo vas
buscando deleitarte con las interpretaciones y no te importa que el
argumento esté tan manido, puede que hasta disfrutes Fences.
Pero si eres de los que busca algo más en una película, o piensas
como yo, que ver recitar a actores delante una pantalla no es igual a
una fantástica actuación, posiblemente quieras pasar de largo de
esta tercera película de Denzel Washington como director.
4/10
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