lunes, 7 de abril de 2014

La imagen perdida. Más que una reconstrucción.


Título original:
L'image manquante
Año:
2013
Fecha de estreno:
11 de abril de 2014
Duración:
90 min
País:
Camboya / Francia
Director:
Rithy Panh
Reparto:
Documental
Distribuidora:
Abordar Casa de Películas


Campos de trabajos forzados en los que uno no puede ni quejarse si pretende seguir con vida. Se suprime la individualidad en todos sus aspectos; nada de representaciones artísticas, nada de efectos personales, nada de una conciencia propia. Trajes de negro para todos. La tortura como medio de instrucción, de control y de represión. Infancias arrancadas de raíz. Centenares, miles, millones de muertos en un lapso de cuatro años, el tiempo que duró en el poder el gobierno totalitario de Pol Pot en Camboya desde que tomara el país en 1975.

Avalado por la nominación al Óscar y el premio en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes, el documental La imagen perdida recrea, mediante figuras de arcilla talladas a mano, ese episodio trágico de la historia reciente. Pero no se trata de juzgar los hechos, si no de recordar el daño sufrido y conseguir que todas esas personas inocentes, muertas por la crueldad de un régimen absurdo, permanezcan en la memoria colectiva. Rithy Panh, director del documental, era tan sólo un niño cuando Pol Pot y los Jemeres Rojos entraron en Phnom Penh. Esta película supone una adaptación de la autobiografía del propio Panh La eliminación, que narra la historia de su familia durante esos años dolorosos.


El régimen totalitario de Pol Pot destruyó las ciudades y mandó a la población a vivir a zonas agrarias, controlando con mano dura a través de los militares que sus órdenes se cumplían. Las imágenes de esos años no existen o se han perdido. A pesar del esfuerzo de los políticos en ocultar este tipo de actos, en destruir los archivos, no han contado con una poderosa cámara fotográfica: la memoria. El director ejercita la imaginación completiva del espectador a través de una reconstrucción estática de sus recuerdos, intercalados con imágenes de archivo en movimiento, para formar el relato. Las pequeñas figuras de arcilla representan todas esas imágenes perdidas a las que el título hace alusión.

Sin embargo, con las figuritas no se logra el mismo impacto que con imágenes reales. No es sólo que no puedan transmitir sentimientos de la misma manera que una mirada, el lastre proviene también de la voz en off que cuenta la historia. El monótono tono de voz del narrador, carente de cualquier tipo de emoción, lastra la dureza y crueldad de la película, que se queda en un original y necesario intento de acercar al mundo un relato tan espeluznante, por desgracia, de ritmo aburrido.


La imagen perdida forma junto a Duch, el maestro de las forjas del infierno y S21: La máquina roja de matar el tríptico con el cual Rithy Panh rinde homenaje al genocidio del pueblo camboyano, del cual él mismo fue protagonista pues perdió a sus padres a causa del hambre, la precariedad del estilo de vida y las condiciones infrahumanas de los trabajos forzados. Este documental es quizá el trabajo cinematográfico más personal de Panh -tanto en forma como en contenido- y con él pretende hacer algo más que una reconstrucción para que la masacre de su pueblo no caiga en el olvido. El problema es que nos emociona más la historia subyacente, por la atrocidad implícita de los hechos, que la forma en la cual el director nos la hace llegar.

6/10

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