martes, 8 de abril de 2014

9 meses... de condena! El globófago, la jueza y el retoño de la pareja.

Título original:
9 mois ferme
Año:
2013
Fecha de estreno:
11 de Abril de 2014 
Duración:
85 min
País:
Francia
Director:
Albert Dupontel
Reparto:
Sandrine Kiberlain, Albert Dupontel, Philippe Uchan, Nicolas Marié, Bouli Lanners, Philippe Duquesne, Gilles Gaston-Dreyfus
Distribuidora:
Vértigo Films


La comedia negra es un género que me gusta especialmente. Va más acorde con mi filosofía de la vida, reírme antes que llorar, tomarse las cosas con humor. Por ello, que se cojan temas tabú, trágicos o polémicos y se les dote de ironía y se les desdramatice, me gusta. Pero claro, como en otros géneros, no todo vale y hay que tener un buen guión detrás que hilvane perfectamente sketches con la historia central para que no se resienta la trama ni el tono, y que se sienta un tono, una unidad pese a los distintos puntos aislados de humor. Albert Dupontel, quien ha fraguado su carrera tanto de director/guionista como de actor en este tipo de comedia burlesca, con un leve poso crítico, aquí escribe, dirige y actúa, y quizás con tanto trabajo creo que ha descuidado un tanto el primero.


9 meses de condena nos introduce en la vida de la solitaria y estricta jueza Ariane Felder, quien una nochevieja, influenciada por sus compañeros, se le va la mano con el alcohol y se desinhibe como nunca. Seis meses después descubre que está embarazada, y todo apunta a aquella noche de la que no se acuerda... pero para más inri, las pruebas de ADN señalar como progenitor a Bob Nolan, alias “el globófago”, recientemente arrestado por mutilar a un anciano y comerse sus ojos!

En tan hilarante como prometedora premisa, ya encuentro el primer fallo de guión. Y es que me resulta francamente difícil de creer que una mujer tarde ¡6 meses! en descubrir que está embarazada. Detalles fáciles de subsanar reduciendo el tiempo del flashforward y que incomprensiblemente su director/guionista no se ha dado cuenta. Pero realmente no es a estos fallos (que hay algún que otro más) a los que me refería al principio, sino a uno más importante y más difícil de pasar por alto: el ritmo y tono narrativo de la película.


La película empieza como vemos en la sinopsis con un marcado tono negro y satítico. Y se acentúa más con las escenas de la morgue y, mi favorita, las diferentes recreaciones del asesinato del globófago que tira del gore, siempre en clave de comedia. Esta última me recordaba un poco al juego de cartas Black Stories, donde tienes que adivinar cómo ha sucedido una muerte mediante preguntas, y normalmente son muertes rocambolescas, un más difícil todavía, como sucede en la película. Pero poco a poco este tono se va disipando de cara a una comicidad más complaciente, tirando de previsibilidad y arriesgando poco, quedando un final poco acorde a las expectativas iniciales, demasiado blando. Quizás no se ha atrevido Dupontel, o bien no le interesaba, pero este escenario era ideal para marcarse con dicha historia una crítica más elaborada al sistema judicial, cosa que aquí se rehuye un poco, y simplemente se insinúa. De ahí que, aunque resulte simpática y la haya disfrutando en varios tramos, en la sensación final pesa más lo que pudo dar de sí la historia de haberse trabajado un poco más dicho guión.

Posee unos personajes, que si bien no tienen gran perfil psicológico detrás, funcionan en sus roles, sobre todo en contraposición de ambos. Enfrentar polos opuestos es algo muy recurrente en la comedia precisamente por su eficiencia cómica. Una relación entre una jueza y un caco ya tiene una base para desarrollar una historia divertida, y Albert Dupontel como ese chorizo de pocas luces pero muy humano resulta creíble, y la jueza severa e inflexible que encarna Sandrine Kiberlain, a pesar de rozar a veces la estridencia, también aprueba. Luego ya se podría discutir si dicha actuación se merece el César delante de Léa Seydoux por La vida de Adéle o Emmanuelle Seigner por La Venus de las pieles, como se llevó. Pero todo esto derivaría seguramente en intereses ocultos y/o políticos más allá que en cinematográficos, por lo que evitaremos, por ahora, dicha discusión.
Si nos apetece más comentar los distintos cameos o pequeñas apariciones estelares que tienen lugar en la película. El oscarizado Jean Dujardin aparece como intérprete para sordos en las noticias de la tv, Terry Gilliam (del cual Albert Dupontel es admirador y se nota) como el preso Charlie Meatson y Jan Kounen (director de Dobermann, película de un estilo jocoso similar) como compañero de celda de otro director muy reputado en Francia, Gaspar Noé. La conocida actriz francesa Yolande Moreau (famosa sobre todo por sus papeles en Amélie y Séraphine) y el músico Ray Cooper (compositor de muchas películas de Terry Gilliam) también tienen un pequeño papel en la película.


En general, nos queda una comedia negra simpática sin muchas más pretensiones que la de hacernos reír un rato y alegrarnos el día. Y en parte lo consigue, así que aunque pudiera haber sido más, lo que consigue tampoco es poco. Así que si te van este tipo de comedias como a mí, quizás quieras darle una oportunidad, sabiendo ya de antemano los pros y contras.

6/10

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