Need for speed
Año:
2014
Fecha de estreno:
04 de abril de 2014
Duración:
130 min
País:
Estados Unidos
Director:
Scott Waugh
Reparto:
Aaron Paul, Dominic Cooper, Imogen Poots, Michael Keaton, Scott Mescudi, Dakota Johnson, Rami Malek
Distribuidora:
DeAPlaneta
Al
rebufo de la saga A todo gas, Need for speed, adaptación del
videojuego homónimo de Electronic Arts, llega a las pantallas con
tanta aceleración que esperamos que se estrelle en taquilla para no
resultar maldecidos por una secuela. ¿Por qué Need for speed
resulta tan fallida que ni como entretenimiento pasajero funciona?
Pues, sobre todo, por su constante esfuerzo de introducir un peso
dramático a una historia demandante de persecuciones adrenalíticas,
choques a 370 por hora y lucimiento de unos coches carísimos. Una
manera idiota de cargarte una película que bien podría haber salido
airosa como película de acción sin más, sin esa pretendida carga
calado emocional. ¡Ay! Ojalá éste hubiera sido su único
defecto...
Need
for speed centra su argumento en la venganza. Tobey Marshall (Aaron
Paul), Dino Brewster (Dominic Cooper) y Pete (Harrison Gilberston) se
encuentran disputando una carrera en la que Dino choca a propósito
con Pete y éste sale disparado, muriendo en el acto. Como no se pudo
demostrar que Dino estuviera presente en dicha carrera, Tobey acaba
en la cárcel por homicidio involuntario. Dos años después, cuando
consigue la libertad condicional, participará en la DeLeon, una
trepidante carrera ilegal organizada por el misterioso Monarch
(Michael Keaton) en la cual pretenderá vengar la muerte de su amigo
y demostrar su inocencia.
Vale,
el guion es lo de menos. No hace falta analizarlo con calma para
comprender lo lineal de una trama absurda que, como hemos apuntado
antes, hubiera funcionado mejor primando la acción frenética, a
secas. John Gatins se empeña en dotar de profundidad al guión
metiendo subtramas de amor y amistad ridículas. Porque los
unidimensionales personajes son meros esbozos sin alma. Ahí queda el
ejemplo del personaje a quien encarna la británica Imogen Poots cuyo
romance con el de Aaron Paul -curiosamente vivirán otra historia de
amor en la película Mejor otro día- es tan previsible como forzado,
tan a medio gas, que no nos lo creemos. Como no nos creemos las
actitudes de muchos personajes todas tópicas, de manual. No podrían
faltar las payasadas “supuestamente” graciosas de los secundarios
estereotipados -¡ay, el de la avioneta y su bailecito en la cárcel!-
capaces de sacar de quicio al más paciente.
Scott Waugh ha parido un producto del montón. Pero del montón malo. Su caótica dirección, con un estilo mareante y dificultoso a la hora de disfrutar de las carreras de coches, embrutecen aún más el pobre resultado final. Consigue que los cochazos de lujo pasen a un segundo plano en una película en la cual las carreras con Lamborghinis Elemento o Ford Mustangs trucados deberían ser plenos protagonistas. Ni siquiera el director se autorreferencia con salero cuando en una estación de servicio enfoca con torpeza un dvd de Acto de valor, dirigida también por él, y otro de Acero puro, guionizada por John Gatins.
Scott Waugh ha parido un producto del montón. Pero del montón malo. Su caótica dirección, con un estilo mareante y dificultoso a la hora de disfrutar de las carreras de coches, embrutecen aún más el pobre resultado final. Consigue que los cochazos de lujo pasen a un segundo plano en una película en la cual las carreras con Lamborghinis Elemento o Ford Mustangs trucados deberían ser plenos protagonistas. Ni siquiera el director se autorreferencia con salero cuando en una estación de servicio enfoca con torpeza un dvd de Acto de valor, dirigida también por él, y otro de Acero puro, guionizada por John Gatins.
Need for speed hace aguas al no lograr entretener como debiera. Cuando los personajes hablan y muestran sus sentimientos, esto es, cuando la película se centra en el drama -por desgracia, durante gran parte del metraje-, pierde intensidad. Algo más de dos horas que se hacen largas pues tarda mucho en llegar al núcleo de la historia: esa decisiva carrera final, que dura como... ¿15 minutos?. Sólo le pedíamos más persecuciones, más adrenalina pura y no una película a trompicones que no sabe siquiera trabajarse un guión sencillito ni hacer lucir sus coches. Eso sí, muy recomendable si quieres salir con dolor de cabeza de la sala.
3,5/10
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