Ida
Año:
2013
Fecha de estreno:
28 de Marzo de 2014
Duración:
80 min
País:
Polonia / Dinamarca / Italia
Director:
Pawel Pawlikowski
Reparto:
Agata Trzebuchowska, Agata Kulesza, Dawid Ogrodnik, Joanna Kulig, Jerzy Trela
Distribuidora:
Caramel Films
Con
un largo recorrido por festivales y triunfante en todos ellos, Ida
aterriza por fin en las carteleras españolas. Desde que dejó en el
festival de Gijón con la boca abierta a muchos, su expectación en
los circuitos más cinéfilos ha ido creciendo. Y no es para menos.
Ida
destila buen gusto y buen oficio por parte de su realizador, Pawel
Pawlikowski y aunque quizás tenía mayores pretensiones, pero lo que
es innegable es que, guste más o menos, estamos ante una película
que merece la pena bucear por ella.
Pawlikowski
nos retrotrae a la Polonia de su infancia, de los 60, contando la
historia de una joven novicia huérfana llamada Anna que, antes de
tomar sus votos como monja y consagrar su vida a Dios, descubre que
tiene un pariente vivo, al cual visitará antes. Se trata de la
hermana de su madre, Wanda, y juntas harán un recorrido para volver
a sus orígenes y (re)descubrirse a sí mismas.
Ida
nos habla de la postguerra y la desubicación de sus habitantes, pero
lo hace sin dar clases de historia o de moral, a pesar de que habla
sobre la historia y sobre la moral. Su inquietud es más visual y
artística, más sensitiva que descriptiva, de ahí que proliferen
elipsis omitiendo partes no necesarias y centrando su atención en el
interior de Anna/Ida y Wanda.
Y
es que, aunque no tenga asociación lingüística el nombre de Ida
con su significado español, la verdad es que cuando Anna descubre su
pasado judío, su verdadero nombre y se embarca en ese camino de ida
hacia sí misma.
Aunque
estéticamente luzca especialmente bien, la fotografía en blanco y
negro se corresponde con ese sentimiento melancólico del pasado y la
búsqueda de las raíces de uno. De hecho, recientemente he visto un
uso similar de la fotografía en blanco y negro en Nebraska
y Oh
Boy, guardando así los colores dentro de sus personajes y
apoyando la introspección de la historia. Y, no sólo por la
elección del blanco y negro, sino ya por la composición del plano y
los encuadres, vemos que Pawlikowski busca una película más poética
que narrativa, consiguiendo una fotografía de gran belleza y
poderosa evocación. Sin duda, el apartado más destacado de la
película.
Es
una película que no juzga a sus personajes, sino que los presenta
con sus matices y deja al espectador ese trabajo, si es que así lo
considera, ya que pese a que ciertas acciones y actitudes sean
atroces, la película intenta dar el contrapunto que justifique en
parte las acciones de sus personajes.
No
es una película de actores, pero para ser una amateur y no una
profesional, Agata Trzebuchowska cumple con esa inocente presencia
que explora y se busca en su infancia.
Quizás
justamente por esa vertiente más poética que narrativa que
comentaba es que en algunos tramos pueda parecer que avanza muy
lentamente la película y requiera de un especial esfuerzo del
espectador para disfrutar la película, pues de lo contrario no sería
muy extraño que en algún que otro tramo se desconectase brevemente
de la historia.
Pero
ahí está la música para adentrarte de nuevo. El jazz es un
elemento importante de la película, representado por el personaje de
Lis, interpretado por Dawid Ogrodnik. Es seductor, desprendido y
aporta vitalidad y alegría donde predomina la tristeza y melancolía,
tanto al personaje de Ida como al panorama general de la Polonia de
1960. Es ese contrapunto de nuevo, la luz en las sombras, que será
detonante para que la protagonista encauce su camino y su mente.
Ida
supone una propuesta estimulante, bella y compleja dentro de su
escaso metraje, donde sus imperfecciones acaban pasando más
desapercibidas y se sobrepone aquello que no muestra, lo que sugiere
su fotografía, su música y sus personajes, lo que, en definitiva,
hace más grande al cine: su poder evocador.
7/10
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