viernes, 14 de marzo de 2014

El gran hotel Budapest. Más andersoniana todavía.


Título original:
The Grand Budapest Hotel
Año:
2014
Fecha de estreno:
21 de marzo de 2014
Duración:
99 min
País:
Estados Unidos
Director:
Wes Anderson
Reparto:
Ralph Fiennes, Tony Revolori, Saoirse Ronan, F. Murray Abraham, Jude Law, Adrien Brody, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Bill Murray
Distribuidora:
Fox


¿Es Wes Anderson el autor -porque es más que un director y guionista- con más personalidad del cine actual? Posiblemente, sí. Su detallada, cuidada e inmaculada puesta en escena es un sello identificativo inconfundible. Nos basta una sola imagen de vivos colores y estética vintage para asociarlo a su cine. Con el paso de los años, sus películas se han visto más afectadas con su original toque personal. Si con la entrañable Moonrise Kingdom nos llegó al corazón mediante su particular visión del amor preadolescente, ahora con El gran hotel Budapest se centra en una historia de aventuras, ladrones y villanos pero, como siempre, envuelta visualmente en el marco incomparable de una inherente belleza naïf, acrecentada en esta película.

Aquellos que repelen a Wes Anderson por considerarle un hipster amante de una iconografía exagerada, que se abstengan de ver El gran hotel Budapest. En su última película, más que nunca, Wes explota de forma desmesurada el imaginerío visual y la elegancia a la hora de filmar sus característicos travellings. Vivos colores de tono pastel, que recuerdan a los cupcakes tan de moda en la actualidad, en unos encuadres simétricos y estudiados en escenas ricas en detalles (también en segundo plano), al servicio de una historia tan extraña como su sugerente y maravillosa puesta en escena. 


El gran hotel Budapest cuenta las aventuras de Gustave, el famoso y excéntrico conserje de dicho hotel situado en una ciudad ficticia durante los años 30, y de Zero, el botones que acaba siendo su amigo fiel. Tras la muerte de la anciana Madame D., Gustave se convierte en heredero de un cuadro de incalculable valor. Pero, como la familia de Madame D. no está conforme con la herencia, Gustave y Zero se ven obligados a robar el cuadro, comenzando así una persecución por parte de la adinerada familia de la anciana para saldar cuentas. Estamos ante una inclasificable obra que, aunque en teoría se disfraza de película de aventuras, va mucho más allá de eso, con trazos de otros muchos géneros.

Anderson se ha caracterizado por retratar en sus films familias disfuncionales, con problemas. En este caso, no existe una familia como tal pero sí vemos cómo se establece una relación paterno-filial entre los dos protagonistas lo cual da pie a una mezcla de momentos cómicos con otros menos dulces. No olvidemos que sus personajes nunca son convencionales; flirtean con el ridículo, pero el esmero y el cariño puestos en su construcción gracias a los cuales desprenden simpatía y patetismo a partes iguales, los sitúa en una zona de 'intocables'. Es fácil enamorarse de ellos. 
 

Como decíamos, la película destaca en su colorido y barroco plano visual lo cual le otorga un aura alegre y de fábula. Estructurada por capítulos, – al igual que otros anteriores trabajos como por ejemplo Los Tenenbaums. Una familia de genios - como si fuera un cuento, El gran hotel Budapest resalta la figura del narrador omnipresente, que te va contando los hechos “tal y como sucedieron”. Este narrador está interpretado por F. Murray Abraham, en la versión adulta del joven Zero quien le relata las desventuras vividas junto a Gustave a un escritor encarnado por Jude Law, quien a su vez es la versión joven de Tom Wikilson, el escritor supremo de la historia.

La película presenta una concepción coral, con numerosos personajes paseando a lo largo de la trama. Principiantes en el universo andersoniano como F. Murray Abraham o el genial Ralph Fiennes, se unen a caras conocidas del de Houston: Owen Wilson, Bill Murray, Jason Schwartzman, Adrien Brody o Edward Norton, entre otros muchos. Reparto de lujo pues todo el mundo quiere trabajar con Wes Anderson aunque sólo sea durante unos segundos en pantalla. Y es que el buenazo de Anderson se ha ganado a pulso una reputación como autor personalísimo, ingenioso e inteligente.

El gran hotel Budapest se convierte en la más representativa a nivel formal de sus películas con esa estética retro marca de la casa y, a su vez, está plagada de los tics y las filias que más adoramos de él. Una película entre el absurdo y la realidad; con sus toques cómicos jocosos para aligerar la intensidad de una trama en la que cabe hasta una crítica a la descomposición de un país tras el auge de un régimen totalitario y con sus toques de un humor negro cuasi grotesco y terrorífico. Un perfecto contraste entre la viveza de los “buenos” con la negrura de los “malos”. Literalmente.

8/10

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