miércoles, 25 de octubre de 2017

Nuestra vida en la Borgoña. Olvidar el rencor.

Título original:
Ce qui nous lie
Año:
2017
Fecha de estreno:
26 de octubre de 2017
Duración:
113 min
País:
Francia
Director:
Cédric Klapisch
Reparto: 
Pio Marmaï, Ana Girardot, François Civil, Jean-Marc Roulot, María Valverde, Yamée Couture
Distribuidora:
Wanda / Avalon


Después de Nueva vida en Nueva York, Cédric Klapisch abandona los entornos urbanos -tan presentes en su filmografía- para realizar una película más "terrenal". Rodada en el campo, en su mayoría en cultivos de viñedos, Nuestra vida en la Borgoña habla del proceso de maduración tanto de una familia desestructurada por el paso del tiempo y los lazos rotos como de la propia uva hasta que se convierte en vino. Klapisch sintió la necesidad de cambiar de tercio en cuanto a la ambientación pero ha seguido fiel a sus inquietudes, a los denominadores comunes temáticos en su cinematografía como son la familia, la madurez de los personajes y su evolución vital a lo largo de los años. Y, todo ello con un tono jovial, a caballo entre el drama y la comedia pero sin el dinamismo de otros de sus trabajos.


Quizá ese estatismo rítmico sea una extensión lógica de la elaboración pausada y específica requerida por el buen vino elaborado por los protagonistas. Sin embargo, este ritmo daña la concepción global de un todo fluido en las relaciones de los personajes. Los protagonistas son tres hermanos reunidos ante la inminente muerte de su padre. El hermano mayor Jean (Pio Marmaï) lleva una década fuera de Francia, viajando por el mundo y finalmente instalado en Australia, donde tiene un hijo y mantiene un romance de amor/odio con su mujer (María Valverde). Jean retorna a su tierra natal para huir de esa vida. Juliette (Ana Girardot) y Jérémie (François Civil) continúan en la Borgoña, con la tradición familiar vitivinícola, eso sí, también con sus problemas propios y conyugales. El fallecimiento del patriarca sitúa en el punto de mira la necesidad de decidir sobre su futuro y aprender a perdonar y olvidar rencores del pasado.

Rodada a lo largo de un año y estructurada en cuatro, como las estaciones del año, Nuestra vida en la Borgoña se compone y se vertebra en torno a las relaciones interfraternales. Es evidente el paralelismo entre la elaboración de los vinos y cómo evoluciona la vida, esto es, la relación entre los hermanos en cuanto a su deber en la toma de decisiones. Los tres actores principales resultan creíbles y entre ellos se establece cierta conexión. No obstante, el peso recae en Pio Marmaï principalmente aunque el personaje más complejo y estimulante sea el de Ana Girardot, en un papel de mujer fuerte haciéndose valer en un mundillo dominado por los hombres. 

 
Una película sobre la vuelta a la tierra para recuperar el pasado y el tiempo perdidos pero también sobre la necesidad de tomar decisiones, aprender a madurar y enriquecerse personalmente. El pasado, en forma de infancia y la figura paterna, está siempre presente. Klapisch fantasea -como ya hiciera en otras de sus películas- con los personajes, creando situaciones mágicas como esas conversaciones literales de Jean con su yo de niño para hacer frente a ese resentimiento hacia su padre. Al final, la intención de Klapisch era hablar de la herencia, de la transmisión generacional y, por ende, las relaciones familiares a través de la cultura del vino. Con elecciones formales que recuerdan que los tres hermanos provienen de un mismo lugar pero tienen distintas motivaciones, Klapisch también ha querido rodar una especie de documental -ser lo más realista posible más allá de los conflictos y discusiones personales- al plasmar el paso de las estaciones, la vendimia y el proceso de elaboración del vino.


6/10

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