Memoria de mis putas tristes. Noventa años de soledad.

Título original:
Memoria de mis putas tristes
Año:
2011
Duración:
92 min
País:
Co-producción México / España / Dinamarca
Director:
Henning Carlsen
Reparto:
Emilio Echevarría, Geraldine Chaplin, Paola Medina, Luis Miguel Lombana, Diego Zinker, Olivia Molina, Ángela Molina

Crónicas de muertes cinematográficas anunciadas. Así son las adaptaciones a la gran pantalla de las novelas de García Márquez. Hasta el momento prácticamente todas han sido llevadas con más pena que gloria sin que ningún director (ni guionista) haya sido capaz de captar la esencia de su obra literaria. Memorias de mis putas tristes, última novela del ganador del Nobel, no ha sido la excepción. Y no estamos criticando lo espinoso de la historia en sí. Recordemos que la novela vino seguida de mucha polémica y fue censurada en algunos países por considerarla una apología a la prostitución infantil o a la pederastia. Quedarse con esa concepción sería muy superficial y cínico. García Márquez compuso una inverosímil y tierna historia de amor romántico entre un anciano solitario y una joven virginal. Sin embargo, en la gran pantalla, todo parece como impostado, antinatural y acartonado; aún más increíble que en el libro. Su insípida y nada inspirada traslación al cine dejará al espectador abotargado ante la parsimonia de la narración, ante la, a menudo, estupidez de su guión y ante la construcción de personajes tan desagradable.

Gran parte de la culpa de la fallida adaptación la tiene la mareante estructura narrativa. La historia va fluctuando a su antojo y entrelaza mediante flashbacks las tres etapas más significativas en la vida del viejo protagonista: su infancia y el descubrimiento de la sexualidad en un burdel del pueblo; su media edad en la que frecuentaba a centenares de prostitutas y; por último, su vejez, decadencia y búsqueda de un amor puro. La película sigue el ocaso de 'El sabio' (Emilio Echevarría), un hombre que en la víspera de su nonagésimo cumpleaños decide pasar “una noche de amor loco”. Para ello, recurre a la madame de sus tiempos mozos (Geraldine Chaplin) y le pide que le consiga una jovencita virgen (Paola Medina). Cuando se reúne con ella en la habitación del burdel, la chica está dormida y esto despertará la atracción (y enfermiza obsesión) del anciano, quien experimentará por primera vez en su vida la sensación de amar, de no ser preso de una inmensa soledad. En la relación entre ambos, apenas interactúan creándose un halo romántico en especial en los momentos en los que ella aparece dormida y él a su lado cantándole o leyéndole.

Esta peculiar historia va a provocar muchos rechazos entre el público más conservador, como ya ocurriera con la publicación de la novela homónima. Pero si a eso le unimos el cómo está contada, nos queda una obra bastante prescindible. Parece mentira que el guionista sea Jean Claude Carrière, antiguo colaborador de Luis Buñuel, y ganador de un Óscar por el cortometraje Feliz Aniversario amén de tres nominaciones al mismo por El discreto encanto de la burguesía, Ese oscuro objeto del deseo y La insoportable levedad del ser. El director del film es el danés Henning Carlsen quien ha competido por la Palma de Oro en numerosas ocasiones. En cuanto al reparto, lo componen varias caras conocidas para el público español. Emilio Echevarría es conocido por su participación en Amores Perros. Olivia Molina y su madre Ángela, interpretan a Casilda en dos épocas distintas, un personaje que será una especie de primer amor no reconocido por 'El Sabio'. La pena es que ambas están muy desaprovechadas en la historia. Por último, está Geraldine Chaplin en el papel de “alcahueta” quien eclipsa al resto de sus compañeros a pesar de que comparte algunas escenas con Echevarría un tanto ridículas y sin sentido (sí, nos referimos a las “conversaciones telefónico-telepáticas"). Al final, de Memoria de mis putas tristes prácticamente sólo podemos destacar su cuidada fotografía y la intensa y tristísima mirada de su veterano actor protagonista.

4/10