Astral city. Comecocos.

Título original:
Nosso Lar
Año:
2010
Fecha de estreno:
15 de mayo de 2014 
Duración:
109 min
País:
Brasil
Director:
Wagner de Assis
Reparto:
Renato Prieto, Fernando Alves Pinto, Rosane Mulholland, Inez Viana, Rodrigo dos Santos, Werner Schünemann, Clemente Viscaíno
Distribuidora:
Paycom

Qué difícil resulta abordar la crítica de una película de corte “espiritual” sin intentar meterte en terrenos pantanosos en los que poderte hundir. Y me refiero a su temática cristiana, que para algunos puede ser un tema espinoso. Astral City, película que nos ocupa, hace apología de cómo ser una buena persona en el más allá para conseguir la redención, la reencarnación o como quieran llamarlo. Desde luego, esta producción brasileña a caballo entre la ciencia ficción y el dogmatismo cristiano, se viste de un panfleto sectario de proporciones épicas. Mucha ambición moralista para la película más cara de la historia cinematográfica brasileña que, además, naufraga en otros aspectos.

Centrémonos en la trama en sí. Un afamado doctor, muy ocupado con su trabajo y sin tiempo para disfrutar de su mujer y tres hijos, muere repentinamente. Aparece en una especie de limbo muy chungo -menuda visión descorazonadora- para después “ascender” a una especie de Cielo, en riguroso blanco inmaculado, donde le atenderán dos “médicos-¿ángeles?”. Allí aprenderá el verdadero significado de ser buena persona y vivir despojado de bienes materiales. 

Esta película está basada en la novela del médium Chico Xavier llamada Nosso Lar. Fue su mayor éxito de ventas pero él, como buen samaritano, donaba las ganancias a organizaciones benéficas. Ahora viene lo más curioso: Nosso Lar no fue escrita por Chico per se si no que es el resultado del dictado del espíritu André Luiz. La historia que aquí se cuenta es la visión de las organizaciones jerárquicas y las actividades místicas del más allá vividas en primera persona por dicho espíritu.

André Luiz murió por “suicidio inconsciente”, esto es, por acumulación de rabia, odio, egoísmo, materialismo y todos esas cosas aplicables a una “mala persona”. En su vida celestial tendrá que purificarse, evolucionar hacia la fe, la bondad, la esperanza y todos esos valores promulgados por su Cielo. Mientras recorre su camino, tú, como espectador, empezarás a pensar que te quieren lavar el cerebro con esta visión tan feliz de la otra vida. Estoy de acuerdo contigo. Astral City no oculta su aire adoctrinante con ese exagerado desequilibrio entre su visión de un limbo gótico, sucio, negro, donde las almas -salidas de una peli de Tim Burton- se arrastran literalmente por el suelo y la visión pura, blanca cristalina e impoluta del Cielo.

Su carácter instructivo (ejem) choca de lleno con su carácter ambicioso a nivel de forma y de trama. Espíritus del principios del siglo XX que se comunican con los vivos mediante ordenadores portátiles, una ciudad divina con autobuses voladores y unos efectos especiales poco vistosos (cutres, más bien) se unen a un diseño de escenarios grandilocuente. Porque esa zona celestial está dividida en 72 -creo recordar- Ministerios y Wagner de Assis, el director, nos los va mostrando uno por uno sometiéndonos a una sobreinformación descriptiva. La fluidez narrativa, lastrada también por los pesados iniciales flashbacks entre pasado y presente, no es una de las virtudes de una película confusa y difusa, como tampoco lo son las interpretaciones pueriles de sus intérpretes principales.

Si bien en el tramo final de Astral City Assis logra una pizca de emoción -la II Guerra Mundial-, en general, la película no se desprende de su aura místico adoctrinadora y, con esa recreación de escenarios tan idílica y frases filosóficas para corazones impuros, cae en el ridículo más espantoso. La película, estrenada en España casi cuatro años después desde su estreno en su país de origen, viene precedida de un éxito de público en Brasil pero no debemos olvidar que en el país de la samba el espiritismo es una creencia muy arraigada. 

2/10