viernes, 3 de enero de 2014

A propósito de Llewyn Davis. La odisea del cantante de folk.




Ya había mono de los Coen. Es lo que pasa cuando nos tienen malacostumbrados haciendo tantas películas (muy disfrutables, además) sin casi descanso entre una y otra. Así que a la ya de por sí expectación que despiertan sus proyectos, estaba el añadido de los 3 años que nos habían hecho esperar, tras su última película, el remake Valor de ley. Y si en aquella nos descubrieron el talento de Hailee Steinfeld, ahora hacen lo propio con Oscar Isaac, que merecidamente está acaparando la atención gracias a su papel de Llewyn Davis. Bien es cierto que Oscar ya había participado en películas como Red de mentiras, Ágora, El legado de Bourne o Drive (en la cual ya compartía relación sentimental en pantalla con Carey Mulligan), pero sin duda el papel que le han ofrecido los Coen disparará su popularidad notoriamente.

Oscar Isaac ya tenía nociones de guitarra (desde los 12 años) y había demostrado sus dotes musicales en otras de sus películas como 10 Years, Won't Back Down o Sucker Punch. De hecho, tras una dura búsqueda por parte de los Coen para el papel protagonista, fue esta cualidad musical la que los hizo suspirar aliviados de haber encontrado al actor adecuado, esa mezcla de actor y músico que cumple perfectamente en ambos papeles. Y Oscar, que había leído por revistas del próximo proyecto de los Coen y se moría de ganas por el papel, vio emocionado como se cumplía su deseo.

Pero aunque acapare la mayor atención, Oscar no está solo, sino que le acompañan grandes secundarios con papeles muy destacados que enriquecen el relato. Carey Mulligan y Justin Timberlake son Jean y Jim, una pareja artística y sentimental que ayudan a Llewyn y son sus mejores amigos. Ethan Phillips y Robin Bartlett como los Gorfein, esa familia que están ahí cuando todos fallan, John Goodman como un curioso músico de jazz y su chófer Johnny Five interpretado por Garrett Hedlund. Y Jerry Grayson (que hace del mánager de Llewyn Davis) del cual, ironías del destino, éste fue su último papel y se dice en la película que está muchas veces fuera de la oficina asistiendo a funerales.




A propósito de Llewyn Davis nos habla de un cantante de folk que deambula entre el Gaslight Poetry Cafe y el sofá de los amigos que buenamente le prestan para pasar las frías noches de invierno. Con su guitarra a cuestas perennemente, el espíritu de este cantante pretende ser la visión de un estilo de vida de muchos artistas de los años 60 que luchaban por ganarse la vida con la música folk. Una visión tragicómica de un artista que pasa una crisis existencial sumada a las trabas de una vida poco afortunada, asociada a la del gato Ulises (grandioso “personaje” secundario), con el cual se forma un curioso paralelismo con la vida del protagonista y La Odisea del Ulises de Homero, volviendo a casa a pesar de las dificultades de su viaje.

Pero si nos ponemos a buscar referencias o influencias al personaje de Oscar Isaac hay que hacerlo dentro del folk de los 60. Llewyn Davis es un personaje ficticio aunque tiene cierta base en el cantante Dave Van Ronk, del cual los Coen leyeron sus memorias, 'The Mayor of MacDougal Street' (el cual era también su apodo), y recrean muchos de los clubs y pasajes (el Greenwich Village) donde tocó este músico. Incluso tiene un disco llamado Inside Dave Van Ronk (clara referencia en el título original de la película: Inside Llewyn Davis) y su portada es emulada en un disco de Llewyn Davis. Este artista que no llegó a cosechar nunca el gran éxito que debiera, sin embargo fue una inspiración y ayuda para muchos artistas posteriormente reconocidos como Bob Dylan (al final de la película se muestra un personaje que ineludiblemente asociamos a él), Tom Paxton, Patrick Sky, Phil Ochs, Ramblin' Jack Elliott o Joni Mitchell. Pero el objetivo no es focalizar la atención en cierto personaje sino en lo que representa, lo que significaba ser músico en aquella época, por eso no se centran en una sola referencia, sino que se busca revivir una época y un lugar al completo.


Otra referencia (a menor escala, claro), podría decirse que es la portada de The Freewheelin' (segundo disco de estudio de Bob Dylan) nos recuerda al póster de A propósito de Llewyn Davis y a su vez sirvió como idea para Bruno Delbonnel para trabajar en el apartado fotográfico. Delbonnel sustituyó al habitual director de fotografía de los Coen, Roger Deakins, porque se encontraba trabajando en Skyfall. Su trabajo es (re)conocido sobre todo por su exquisita fotografía en Amèlie (el cual le otorgó una de las 3 nominaciones al Oscar que ostenta su trabajo) y ya trabajó con los Coen en su cortometraje para la película París, je t'aime. Aunque en esta ocasión nadie se hubiera extrañado que se hubiera usado el blanco y negro para la película, lo cierto es que el tono empleado va muy en sintonía con el espíritu folk de los 60 y es otro de los apartados donde destaca la película y así se lo reconoció la NBR otorgándole un premio junto a su guión e incluyéndola en su top ten particular del año.



La película no escapa a los toques de humor propios de los hermanos Coen, de hecho, Oscar siempre tuvo en mente a Buster Keaton mientras interpretaba a su personaje, creando un ser impasible y de rostro inmutable, de melancólico carácter pero que justamente por su actitud ante las dificultades que lo sobrevienen sacan la risa (triste) en cada situación. Un buen toque de comedia viene en los ensayos de la canción 'Please, Mr. Kennedy' (canción que representa una de las tres nominaciones a los Globos de Oro), lo que nos lleva al tercer pilar destacado de la película. 
Tras la interpretación y la fotografía, la banda sonora forma el otro gran atractivo, interpretada en su mayoría por el propio Oscar Isaac. T-Bone Burnett (responsable de la música) posee un Oscar por su trabajo en Corazón Rebelde y ya había trabajado con los Coen en O' Brother!. Justamente como en aquélla, la BSO de A propósito de Llewyn Davis, podría prevalecer fuera del contexto de la película y disfrutarse plenamente. Es lo que tiene la música folk, que parece que siempre suena igual, a ya escuchado, pero que acaba por conquistarte de igual manera. Y de la misma manera funciona A propósito de Llewyn Davis, que se instala como quien no quiere la cosa, con la parsimonia de un gato que pide a ronroneos un par de arrumacos.

Una película de carácter intimista, como los garitos que visita Llewyn, y premiada en festivales afines a este tipo de películas como Cannes o los Gotham. De las que gana según se la recuerda, como los discos que necesitan varias escuchas para saborearlos mejor.

7,5/10

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