Hay
películas cuya fama es mayor al número de gente que las ha visto.
Un
buen ejemplo de esto sería ese par de películas que son las
“eternas pendientes” de muchos cinéfilos debido a su
extremadamente larga duración y lo personales que son: Sátántangó
y Shoah.
La
primera, de 6 horas y firmada por el inconfundible Béla Tarr, la
segunda de 9 horas, el más famoso y recomendado documental sobre el
Holocausto Nazi, de Claude Lanzmann.
Centrándonos
en Shoah, el aura que le acompaña es el de documental
“imprescindible” tanto por lo que se cuenta como por la forma de
hacerlo. Y es que la recopilación de entrevistas de primera mano,
documentos y testimonios inéditos hasta la fecha hacen que se pase
de la imaginación a la recreación del mismo horror del que se
habla.
Justamente
de una de esas entrevistas descartadas nace El último de los
injustos, un documental que
podría decirse complementa a Shoah, dando la visión de Benjamin
Murmelstein, el último presidente del Consejo Judío del campo de
concentración de Theresienstadt y el único que logró vivir para
contarlo.
Indudablemente,
por su extensa duración (3h 40') es una película que requiere de la
predisposición del espectador y de su paciencia. Es decir, si no te
interesa el tema a tratar, es absurdo ponerse a verlo, ya que no hay
un virtuosismo técnico de composición de planos y demás que llame
la atención como visionado artístico. Es un documental donde en
casi su totalidad está narrado o conversado entre dos partes
(Murmelstein y Lanzmann), hay poco material de archivo e incluso el
ritmo decae (cosa bastante normal en una duración tan larga) en
algunos tramos.
Para
los interesados, encontrarán en el documental interesantes datos
sobre el “gueto modelo” de Theresienstadt, cómo se le utilizó
para dar “buena imagen” por parte de los nazis y cómo
Murmelstein utilizó su posición obligada para hacer todo lo posible
por la gente que lo habitaba, pese a que muchos, años después, lo
haya tachado de colaboracionista.
Lo
mejor es que Murmelstein es un gran narrador, cínico y que no oculta
la verdad, dejando algunas perlitas como “Es
un gran erudito, pero es caprichoso
cuando se trata de ahorcar a alguien” cuando se menciona que
Gershom
Scholem
se opuso a la sentencia del teniente coronel Adolf
Eichmann pero sí reclamaba la cabeza de Murmelstein.
Además,
inteligentemente, la parte más atractiva de toda la entrevista viene
en la parte final, siendo el principio más una introducción
necesaria para poner en antecedentes, lo que favorece al buen sabor
de boca al terminarla.
“El
rabino Benjamin Murmelstein fue el último presidente del Judenrat
(Consejo Judío) de Theresienstadt. Le filmé a lo largo de toda una
semana en Roma, en 1975. El caso Theresienstadt era, a mi entender,
capital en el génesis y el desarrollo de la Solución Final. Esas
largas horas de entrevistas, ricas en revelaciones de primera mano,
no dejaron nunca de atormentarme. Me sabía depositario de algo
único, pero me amedrentaba ante las dificultades que planteaba la
realización de una película como ésta. Me llevó mucho tiempo
rendirme ante la evidencia de que no tenía ningún derecho a
guardármelo para mí”.
Estas
palabras de Lanzmann resumen muy bien la esencia de El
último de los injustos, un documento (otro más de este director)
imprescindible para ahondar y comprender mejor este dramático hecho
histórico, el horror supone y que, aún a día de hoy, con toda la
información que tenemos, no deja de sorprendernos. Además, su estreno será tanto en salas de cine como en plataformas online como Filmin, así no hay excusa alguna para no verlo.
7/10
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