Comenzando
su proyección cinematográfica como no podía ser de otra forma, creando
controversia en Cannes, se presentó en último trabajo de Nicolas Winding
Refn, por el que había bastante expectación tras Drive. Desde
entonces no han dejado de llegar comentarios que recogen todas las
vertientes posibles, desde la sugerente genialidad hasta el mayor de los
sinsentidos y absurda violencia gratuita.
Sinceramente,
comprendo un poco a cada una de las partes, y me cuesta casarme con
sólo una de las dos, puesto que veo un poco de cada cosa.
Sólo
Dios perdona cuenta como Julian, un fugitivo de la justicia
estadounidense, se encuentra en Bangkok, donde lleva un club de boxeo
tailandés, que utiliza como tapadera para sus negocios con la droga.
Cuando su hermano Billy es hallado muerto tras haber abusado y asesinado
de una menor, su madre Crystal, jefa de todo el negocio, exigirá a su
hijo Julian que vengue a su hermano con la cabeza de su asesino.
Así,
en el papel, la historia es simplemente una de venganzas filmada muy
violentamente y, eso sí, con gran precisión y apabullante fotografía y
banda sonora.
Pero...
¿es eso lo único que hay detrás de Sólo Dios perdona? Habrá quien se
quede ahí, y es que Winding Refn no hace muchas concesiones y
prácticamente se olvida del libreto mientras rueda, apelando a
sensaciones oníricas en la mayoría de las escenas. Esto, que puede hacer
que en un principio la película parezca cortada en varias mini escenas
más que un largometraje al uso, se vuelve a su vez en la forma de
enganchar al respetable tras una de las variadas escenas insustanciales.
Y es que la película es un compendio de momentos de gran hipnotismo
junto con alguna que otra situación olvidable, por decirlo suavemente.
La
excesiva recreación en la violencia, moralmente criticable, contrasta
con la exquisita fotografía y el buen acompañamiento musical, así como
el tratamiento del sonido, creando esa atmósfera mágica que nos envuelve
por momentos y no nos deja apartar la mirada.
La
nula complejidad de sus personajes, que a veces los convierte en meros
artificios para que avance la película, en realidad tienen su sentido en
la recreación de la tragedia griega que Winding Refn tiene en mente.
Hay bastante de Edipo Rey en Julian y Crystal, así como ese misticismo
extraño que transmite el policía Chang, apelando casi a la justicia
divina.
Kristin
Scott Thomas sobresale en un elenco donde Gosling hace el papel que
mejor sabe hacer, el de no mover ni una ceja pase lo que pase, aunque en
su mirada parezcamos avistar todo un complejo tormento interior, y
Vithaya muestra el rictus imperturbable de la justicia, severa y sin
concesiones.
El
director de fotografía Larry Smith, que ya había trabajado con Refn en
películas como Bronson o Fear X, imprime ese toque mágico que impregna
de cierto sentido la obra, con ecos a David Lynch, solo que se hecha en
falta un sustento mayor en la historia para que el ejercicio sea
completo del todo y no quede tan pretencioso. Bien es cierto que esto no
es culpa de Smith, que, como buen aprendiz que fue de Kubrick, sabe de
la importancia que hay en la fotografía dentro de un trabajo de
sugestión y onirismo. De la mano va el trabajo de Cliff Martinez, quien
vuelve tras Drive a componer una banda sonora que acompaña a la imagen y
crea esa situación de desasosiego e incertidumbre que hace de Sólo Dios
perdona un visionado estimulante.
Nicolas
Winding Refn, quien ya trabaja en sus próximos proyectos (I walk with
the dead y una serie de televisión sobre Barbarella) ha reconocido que
Sólo Dios perdona es un punto de inflexión en su carrera, donde todos
los papeles protagonistas eran personajes masculinos con tragedias a sus
espaldas. Ahora sus próximos proyectos apuntan a explorar la vertiente
femenina en sus películas.
A la espera de éstos, Sólo Dios perdona llega a las carteleras españolas para regocijo de sus fans. Que
deje contentos a estos o no dependerá ya de la importancia que dé cada
uno a los distintos elementos que conforman una película: la historia,
la fotografía, la sugestión, las interpretaciones...
Lo
que no se puede negar es que su visionado en la pantalla grande supone
abrir la puesta a un mundo de sensaciones que no serán iguales para
todos. ¿Pero acaso no es esta la grande del cine?
6/10
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